Astronomía

La aurora boreal visita el cielo de Cataluña

Es la consecuencia visible de la tormenta solar más intensa de los últimos 20 años

Un grupo de jóvenes observa la aurora boreal desde la Roca del Vallès.
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BarcelonaDurante la noche y la madrugada del viernes al sábado ha sido posible ver la aurora boreal a simple vista desde muchos lugares de Cataluña, pero también de otros países europeos como Francia, Austria, Irlanda o Reino Unido y desde otros puntos del planeta. La aurora boreal, que es un fenómeno muy raro y excepcional en nuestro país, ha hecho que las redes sociales se llenaran de imágenes hechas por los usuarios desde muchos municipios catalanes, porque nos recuerdan las escenas típicas de los países nórdicos.

Este fenómeno, que normalmente se presenta en forma de cortina, se produce cuando las partículas cargadas eléctricamente por el viento solar impactan con el campo magnético terrestre. En este caso estas partículas han estado asociadas a al menos cinco eyecciones de masa de la corona solar dirigidas a la Tierra y provenientes de las manchas solares AR3663 y AR3664, que son las áreas más activas de su superficie.

Estas manchas son regiones del Sol donde la actividad magnética es más intensa y eventualmente pueden atravesar su superficie. El impacto del viento solar hace que algunas de las partículas queden atrapadas en una capa de la atmósfera llamada ionosfera, donde chocan con los átomos del aire de la atmósfera, se excitan y liberan la energía en forma de partículas de luz.

El color resultante de esta liberación de energía depende de la parte de la atmósfera donde sucede este choque: una aurora roja se encuentra en los niveles más altos de la ionosfera, a unos 240 kilómetros de altura; una verde, a entre 100 y 240 kilómetros, y una mixta (tonos rojos y azulados), a menos de 100 kilómetros de la superficie del planeta.

La aurora boreal vista desde las montañas de Ordal

Sin embargo, en este caso algunos expertos creen que el fenómeno que se ha visto ha sido una SAR (stable auroral red), que también están asociadas al campo magnético terrestre ya su interacción con la llegada de tormentas solares, pero que siguen un mecanismo de formación distinto al de las auroras boreales tradicionales.

Todo ello es el resultado de una tormenta solar de una magnitud que no se veía desde hace más de 20 años y que ha hecho que el Servicio Meteorológico Nacional de EE.UU. active un aviso sobre su impacto. La tormenta solar, que ha alcanzado en dos momentos diferentes las condiciones máximas de las principales escalas para medir la intensidad de estos eventos (5 sobre 5 en la escala G y 9 sobre 9 en el índice K), puede interferir en las comunicaciones, la navegación por satélite y la red de energía eléctrica.

Este impacto en la tecnología humana ya se comprobó en 1859, cuando la conocida como fulguración solar de Carrington provocó la caída de los sistemas de telégrafo en Europa y Norteamérica y permitió ver auroras boreales en lugares como el Caribe, Roma o la isla de Menorca.

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