Bolas de plástico y racionar el agua: cómo el mundo se enfrenta a la sequía
Diferentes países y zonas del mundo han tenido que aplicar restricciones al agua por crisis similares a las que puede enfrentarse el área metropolitana de Barcelona y Girona
BarcelonaLa declaración de emergencia por sequía en los 202 municipios del área de Barcelona y Girona donde vive la mayoría de la población catalana es ya inevitable. El episodio de lluvias y nevadas de estos últimos días no ha sido suficiente para detener lo que hace semanas que la Generalitat intenta dilatar lo máximo posible. El nivel de los embalses del sistema Ter-Llobregat se sitúa en torno a un 16,4% –el umbral de emergencia es el 16%– y se prevé que en las próximas semanas entremos en la nueva fase.
La declaración de emergencia incluye duras restricciones en todos los sectores, como limitar el consumo de agua a 200 litros por persona y día o prohibir su uso en equipamientos deportivos con piscina o césped. De hecho, la fase de emergencia prevé tres niveles y en el segundo y el tercero –si llegan a acumularse muchos más meses sin lluvia– el consumo de agua en los grifos podría bajar a 180 litros por persona y día (fase 2) o incluso a los 160 litros (fase 3).
“En Cataluña no tenemos ni el conocimiento ni la experiencia para hacer frente a este tipo de sequía. Mientras que, por ejemplo, en California tienen mucho bagaje, aquí apenas estamos empezando”, explica Josep Maria Campanera, experto en Gestión y Tecnología del Agua y fundador de Aigualenc. “No hemos prestado mucha atención a la gestión eficiente del agua, nos hemos preparado poco antes de que llegara la sequía. Por eso, ahora las medidas que queremos aplicar son a corto plazo”, añade.
El portavoz de Agua es Vida, una organización que vela por la gestión eficiente del agua, Dante Maschio, todavía va más allá. Maschio considera que de cara a un futuro Cataluña debe replantearse el modelo de gestión del agua y asegura que "seguir apostando por aumentar la producción para cubrir la demanda creciente no puede ser la solución". El portavoz considera que en un futuro debería hacerse al revés: “primero deberíamos estudiar de cuánta agua disponemos para después determinar la que podemos ofrecer”.
Ahora bien, como apunta Campanera, la sequía no es un fenómeno que afecte –ni haya afectado– únicamente a Catalunya, sino que a lo largo de los años varios países han tenido que idear medidas para hacerle frente. Repasamos algunas.
Uno de los puntos del mundo occidental en el que más sufren de sequía es California. Allí los períodos secos son cíclicos y esto ha comportado que el estado estadounidense haya querido aplicar medidas para protegerse de cara al futuro. “Los americanos realizan planes de conservación del agua. Antes de que haya sequía, hacen una gestión eficiente de este recurso hídrico”, asegura Campanera. Esto les facilita que, cuando entran en períodos secos, tengan más resistencia.
Una de las medidas más sorprendentes llegó en 2009 y, posteriormente, se amplió entre 2014 y 2015, cuando el departamento de Agua y Energía de Los Ángeles decidió lanzar 96 millones de balones de plástico a los reservas de agua. Éstas evitan que millones de litros de agua se evaporen cada año y protegen el agua de algas. Bautizadas como Shade Balls, según aseguraron las autoridades californianas, evitan que cada año se evaporen más de 1.100 millones de litros de agua, una cantidad suficiente para abastecer a 8.100 personas.
Entre octubre de 1989 y febrero de 1991 una grave sequía sacudió al País Vasco. Durante 28 meses, una de las zonas más lluviosas de España sufrió una carencia de lluvias intensas sin precedentes, creando una situación de falta de reservas para el abastecimiento de poblaciones como Vitoria y las integradas en el Consorcio de Agua de Bilbao . Las primeras medidas llegaron el 10 de octubre de 1989, cuando más de un millón de personas se vieron afectadas por los cortes de agua en sus domicilios. Una medida que, según Campanera "no es recomendable desde un punto de vista técnico". En un inicio se limitaron los cortes a seis horas por la noche los días laborables, pero a lo largo de las semanas fueron aumentando: primero a 10 horas diarias, después a 12 y, en febrero de 1990, se ampliaron a todos los días de la semana, incluidos los festivos. Hubo situaciones especialmente críticas, como en Ermua, Vizcaya, donde, durante varios períodos, sus 19.000 habitantes sólo disponían de agua corriente durante seis horas diarias.
El 19 de junio del año pasado la capital de Uruguay, Montevideo, entró en estado de emergencia hídrica, fruto de una sequía sin precedentes que afectaba al país desde hace tres años. Ante el paulatino vaciado de la presa Paso Severino, principal fuente de abastecimiento de agua para la ciudad y el área metropolitana, la empresa pública del agua, con la complicidad de las autoridades, decidió que el agua suministrada a los hogares consistiría en una mezcla entre la del río Santa Lucía –principal fuente de la ciudad– y el de La Plata –frontera hídrica con Argentina–, altamente contaminado. El objetivo era alargar la vida de la reserva, pero el resultado fue un agua con un nivel de sodio de 440 miligramos por litro, el doble de lo que recomienda la OMS. El Ministerio de Salud desaconsejó su consumo a los grupos vulnerables, recomendándoles que tomaran agua embotellada.
El pasado año Italia vivió la peor sequía de los últimos 70 años en el país, la cual llegó a poner en riesgo el suministro de agua potable a las grandes ciudades. El río Po, el más importante del país, llegó a estar a su nivel más bajo desde hace casi un siglo. El caudal del río llegó a estar 3,7 metros por debajo de los peores registros de la historia, que se dieron en la década de los 50 del siglo pasado. Los niveles del lago Mayor descendieron al 22% de su capacidad y el del famoso Lago de Como, alcanzó el 25%.
Por eso varias localidades se vieron obligadas a decretar medidas restrictivas. Verona, por ejemplo, mandó racionar el uso del agua potable y Milán prohibió llenar piscinas y regar jardines. Incluso, el consistorio de Castenaso, en la provincia de Bolonia, decidió multar a las peluquerías que hicieran más de un lavado de cabello a sus clientes. Las sanciones podían llegar a ser de hasta 500 euros.
Después de tres años de escasas precipitaciones, a principios del 2018 las autoridades de la Ciudad del Cabo advirtieron de un inminente Dia Zero, que se declararía cuando el nivel de agua de los principales embalses que abastecían a la ciudad alcanzaran el 13,5%. A partir de entonces, el suministro municipal se detendría, y sólo se podría acceder al agua a través de unos 150 puntos de recogida. Cada persona sólo podría disponer de una ración diaria de 25 litros de agua por persona, cuando la ONU cifra en 100 litros diarios el consumo digno a garantizar para cada ciudadano.
Afortunadamente, la crisis se evitó tras la aplicación de estrictas políticas de limitación del agua durante un período de siete meses. Se optó por restringir el consumo a 50 litros por persona y día, se pidió a los ciudadanos que limitaran las duchas a dos minutos, y se promovió echar la cadena sólo si era absolutamente necesario. Asimismo, el gobierno local prohibió llenar piscinas, limpiar coches y utilizar fuentes, y los domicilios que consumían grandes cantidades de agua se enfrentaban a elevadas multas.