Ciencia

Una impostora entre termitas: la mosca que 'cambia' de especie para sobrevivir

Investigadores catalanes identifican en Marruecos larvas capaces de modificar su olor y apariencia por ser cuidadas por otro insecto

La larva de mosca azul mostrando la “máscara de térmita” en el momento de ser descubierta en un termitero en el Anti-Atlas de Marruecos.
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BarcelonaEn la naturaleza hay varios ejemplos de animales impostores que consiguen engañar a sus depredadores gracias a su aspecto físico. Como sus nombres indican, la mosca abeja y la araña hormiga aparentan ser lo que no son por sobrevivir: el primero se gana el respeto con sus colores y la segunda aparenta ser inofensiva. Sin embargo, una investigación constata que una de las reinas del mimetismo sería la mosca azul. Según un estudio liderado por el Instituto de Biología Evolutiva (IBE), las larvas de este insecto son capaces de desarrollar una "máscara" y un olor característico para convivir con las termitas.

En concreto, en la parte posterior de su cuerpo, estas larvas presentan una especie de cabeza con antenas muy similares a las de una gran termita recolectora, con dos ojos falsos que, en realidad, son sus orificios respiratorios. Además, han evolucionado químicamente para emitir un olor idéntico al de sushermanastraspara evitar que las maten. Su adaptación es tan detallada que incluso logran que las termitas las cuiden.

El Instituto Botánico de Barcelona (IBB) y el IBE, que es un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Pompeu Fabra (UPF), han descubierto que una especie de mosca azul, Rhyncomya, puede vivir y formar parte activa de las colonias de las termitas recolectoras gracias a un disfraz morfológico y químico. Es decir, pareciéndose tanto por fuera (aunque con un tamaño superior) como por dentro. Un hallazgo de evolución natural que fue casual en la cordillera del Anti-Atlas, en el sur de Marruecos.

Es la primera mosca azul capaz de integrarse socialmente en un termitero con una "máscara de termita" en la parte posterior del cuerpo, con falsos ojos y antenas.

Según esta investigación, que se ha publicado en la revista Currente Biology, la capacidad de engaño de estas moscas es sofisticada. La mayoría de las termitas viven a metros de profundidad y, aunque no tienen percepción visual, sí disponen de una especie de ojos funcionales para recolectar hierba. Según explica el investigador del IBE, Roger Vila, han observado que larvas de Rhyncomya utilizan sus espiráculos (orificios para respirar) para simular que tienen estos ojos.

Además, estas moscas presentan inusuales "tentáculos" alrededor del cuerpo que imitan las antenas de las termitas a un detalle sorprendente; se parecen tanto que los investigadores sólo han podido identificar las diferencias con microscopía electrónica de barrido. "Los numerosos tentáculos que rodean al cuerpo de las larvas facilitan la comunicación simultánea con varias termitas", explican.

Como dentro del nido todo está a oscuras y las termitas se reconocen entre ellos a través de las antenas, con las que detectan la forma y el olor de sus hermanas, esta capacidad química es importantísima. "Todos los miembros del nido comparten este aroma, y ​​las termitas soldadas atacan y descuartizan cualquier intruso de otra colonia. Las larvas de esta mosca, sin embargo, también han logrado imitar el olor distintivo de sus huéspedes", destacan en el estudio. De hecho, su olor es idéntico al de las termitas de la colonia. "Esto es clave para relacionarse con las termitas y beneficiarse de su vida en comunidad; es un disfraz químico", subraya Vila.

En el laboratorio, se observa una posible alimentación boca a boca (trofalaxis) entre las termitas recolectoras y la larva de mosca azul.

Una de las pruebas de la convivencia entre estos insectos es que las larvas de mosca azul ocupan las cámaras del termitero donde se almacena la comida y reciben "atención" constante por parte de las termitas. Por ejemplo, las limpian con sus prendas bucales. Ahora, los investigadores también quieren descifrar si, como parecería, las termitas transmiten alimentos boca a boca en las larvas. "La larva no sólo es tolerada, sino que se comunica constantemente con las termitas por contacto con sus tentáculos parecidos a antenas e incluso parecen alimentadas", concluye Vila.

Elementos irreproducibles por la ciencia

La relación entre estas larvas de mosca azul y las termitas parece una forma de parasitismo social o de simbiosis. El caso más parecido se encuentra en las moscas jorobadas, si bien los ejemplares adultos son los que imitan las termitas. "El ancestro común entre las moscas azules y las jorobadas se remonta a más de 150 millones de años atrás, mucho más de lo que separa a los humanos de los ratones. Por tanto, podemos afirmar que hemos descubierto un nuevo caso de evolución de integración social", explica Vila.

Parte trasera de la larva de mosca azul donde se aprecia la "máscara de termita", con falsos ojos y antenas.

Sin embargo, admite que la Rhyncomya debe ser una especie extremadamente rara. "Hemos hecho otras tres expediciones en esta zona y, pese a levantar cientos de piedras, sólo hemos encontrado otras dos moscas, juntas, en otro termitero", afirma. Además, su forma adulta sigue siendo un misterio.

El equipo internacional destaca la dificultad de cuidar estos insectos en el laboratorio, ya que implica mantener colonias de termitas oriundas del desierto, que viven en condiciones muy especiales. Todas las larvas estudiadas acabaron muriendo sin alcanzar la metamorfosis, por lo que podría haber elementos del nido y de la relación simbiótica entre termitas y moscas que no se lograron reproducir científicamente.

"Este descubrimiento nos invita a reconsiderar los límites y el potencial de las relaciones simbióticas y el parasitismo social en la naturaleza. Pero, sobre todo, a tomar conciencia de todo lo que todavía no sabemos sobre la vasta diversidad y especialización de los insectos, que son organismos esenciales de los ecosistemas", concluye.

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