Medio Ambiente

Las macroalgas tropicales que han conquistado el Mediterráneo

Desde 1990, las especies foráneas tienen una velocidad media de expansión de 41 kilómetros cuadrados al año

Laura López Rigo
y Laura López Rigo

PalmaEl Mediterráneo es un mar que se calienta mucho más rápido que otros, un 20% más -la temperatura aumenta aproximadamente 0,4 grados cada década-. Desde 1980 se han calentado 1,1 grados. Sin embargo, no es casualidad que este hecho coincida con la llegada de muchas especies de algas extranjeras. Desde 1990, se extienden una media de 26 kilómetros cuadrados por año. No podríamos distinguir a más de un par, pero en los dos últimos siglos han llegado 163 especies de algas no nativas. Son sólo las que ha identificado al Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea) en un estudio que constata la expansión de las algas de origen tropical y subtropical a un ritmo imparable. Sin embargo, la incertidumbre sobre si este aumento de temperatura realmente favorece la expansión y el impacto de macroalgas foráneas en el Mediterráneo sigue presente. ¿Es posible que se adapten a la temperatura de este mar y se expandan si provienen de lugares con aguas mucho más cálidas? ¿Por qué son las que más avanzan? ¿Cómo llegan?

El análisis del Imedea divide las macroalgas alóctonas (que vienen de fuera) que llegan al Mediterráneo en tres grupos: cosmopolitas, que provienen de cualquier lugar del mundo; frías, de zonas con temperaturas por debajo de los 15 grados, y tropicales, que provienen de los trópicos. Desde 1990, las primeras tienen una media de expansión de 27 kilómetros cuadrados al año, las segundas de 8 y las últimas de 41. El 80% de las macroalgas de origen tropical y subtropical que entran en el mar Mediterráneo adaptan a temperaturas mínimas mucho más frías que las de su rango nativo. “Esto sugiere que no se encuentran limitadas por las temperaturas más bajas y que esto no supone ningún problema para expandirse. Además, en verano encuentran el clima ideal para ello”, explica la primera autora del artículo del Imedea, Marlene Wesselmann. Sin embargo, sólo el 15% de todos los macrófitos marinos (macroalgas y plantas) viven a temperaturas ligeramente superiores que las de su lugar de origen porque, según explica Wesselmann, “no son capaces de vivir a muchos más grados de los que están acostumbradas en sus hábitats nativos”.

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Hay diferentes canales a través de los cuales las algas pueden entrar en el Mediterráneo. "La mayoría de las especies han llegado por las aguas de lastre de los barcos", asegura el responsable del área de Medio Marino del GOB Menorca, Víctor Carretero. Es un sistema que utilizan para mantener la estabilidad de los barcos durante la navegación. Se llenan unos tanques de navegación y se vacían en alta mar, antes de cargar mercancía, en áreas dedicadas a hacerlo o durante el viaje. “Acaso quedan esporas que son estadios juveniles de las macroalgas ya partir de las cuales pueden crecer otra vez. También quedan organismos apegados a los bordes de las embarcaciones y crean vida”, ratifica Wesselmann. Otra vía de llegada son los pasillos marinos como el canal de Suez. La acuicultura también es un método que puede favorecer la entrada de macroalgas, porque se realizan cultivos de animales provenientes de otros países que pueden arrastrar restos de especies alóctonas. Aunque el número de macroalgas que entran en el Mediterráneo mediante esta técnica es muy reducido actualmente, cabe recordar que la Caulerpa taxifolia fue introducida por medio de un vertido fortuito de un acuario del Centro Oceanográfico de Mónaco en 1984. La institución científica, que importó algas de los acuarios de París y Niza, decidió limpiar las instalaciones llenas de restos en el mar y provocó la expansión de esta especie a partir de 1991.

Evitar la entrada de especies foráneas es muy complejo. Sin embargo, una herramienta efectiva para hacer frente a estas presiones es tener áreas marinas protegidas donde los hábitats y especies se encuentren en buen estado y sean más resistentes. "En Baleares necesitamos contar con una red de áreas marinas bien gestionadas que permitan tener las poblaciones de macroalgas en buen estado para que puedan hacer de barrera y frenar la extensión de estas especies", reclama Neus Matamalas, técnica de conservación marina del GOB.

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Un factor que también favorece la proliferación de las macroalgas extranjeras es la ausencia de depredadores que las incluyan dentro de su dieta. "Como no las conocen, no se las comen y crecen sin ningún tipo de limitante", explica Carretero. Por su parte, la coordinadora de la Estación de Investigación Jaume Ferrer, María Elena Cefalì, apunta que esta afirmación "siempre se ha dicho en la literatura" y asegura que "los peces pueden cambiar la alimentación si se acostumbran a la presencia de estas especies”. De hecho, "el zaupa come caulerpa", ejemplifica.

¿Alóctona es sinónimo de invasora?

Para que las macroalgas llegadas de fuera se consideren invasoras deben tener un comportamiento nocivo con el hábitat y las especies propias del Mediterráneo. Para llegar a desplazar a una especie local la extensión del alga foránea debe ser muy grande. “Muchas veces se utiliza el término invasor sin mirar si realmente tiene un impacto negativo sobre la flora autóctona –advierte Wesselmann–. De todas las macroalgas exóticas, las invasoras constituyen un porcentaje reducido de aproximadamente un 10%”, sentencia.