La NASA vuelve a la Luna

¿Por qué la NASA no consigue elevar el cohete a la Luna?

Cancela por segunda vez la misión después de un nuevo escape

BarcelonaParecía que todo estaba pendiente solo de las condiciones meteorológicas, con una tormenta descargando mar adentro en la costa de Florida. Los problemas detectados hace solo seis días, el lunes, con una válvula del motor número tres y una fisura en el tanque de hidrógeno líquido, estaban aparentemente resueltos. Nada hacía pensar en otro imprevisto hasta unas tres horas y media antes del despegue del Space Launch System (SLS), el enorme cohete de la NASA que tiene que transportar la nave Orion en su viaje orbital a la Luna. Pero en aquel momento la misión se volvió a abortar. La causa fue, de nuevo, el hidrógeno líquido. Ahora el próximo intento será lunes o el próximo martes, cuando vuelva a haber una ventana temporal de lanzamiento.

¿Por qué el despegue falló por segunda vez? “Basta con cualquier traba, por pequeña que sea, para cancelar la misión Artemis”, había advertido Michael Sarafin, uno de los responsables de la operación poco después del primer aplazamiento del lunes. El experto de la NASA se esforzaba en rueda de prensa en definir el intento como un “ensayo general” y lo comparaba con las misiones Apolo, especialmente las que van desde la Apolo 7 a la Apolo 12. “Estamos haciendo todo el recorrido que hicieron aquellas misiones condensado en una única prueba”, dijo. Eso sí, con “nuevos sistemas de control, mando y comunicaciones”. Nuevas tecnologías que se comprueban por primera vez una vez se ha montado todo el conjunto.

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A pesar de que el problema detectado en este segundo intento parece ser diferente del primero, la razón de fondo podría ser la misma: la dificultad del manejo del hidrógeno líquido a 253 grados centígrados negativos. “El hidrógeno es una molécula pequeña. Cualquier grieta, por minúscula que sea, puede originar un escape”, ha explicado Bill Nelson, responsable de operaciones de la NASA. Esto es lo que creen los expertos que pasó en el primer intento mientras se procedía a la carga del combustible, cuando se hizo visible una fisura. En el segundo intento habría vuelto a pasar en otro punto. Esta es la razón por haber vuelto a interrumpir este sábado hasta tres veces la carga del hidrógeno líquido. A diferencia del lunes, en esta ocasión no se ha detectado el sobrecalentamiento de ninguna válvula en el motor número tres ni en ninguno de los otros motores de los que consta la primera etapa de despegue.

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“El cohete SLS no saldrá hasta que no estemos seguros del todo”, ha justificado Nelson, una hora después de la segunda cancelación, en rueda de prensa. “Así es el negocio”, ha insistido, y ha recordado que, además de los dos intentos de esta semana, ya se habían suspendido hasta cinco intentos parciales durante los meses previos. El problema técnico de este sábado se ha detectado en el conducto de entrada del combustible. Los técnicos han intentado repararlo con helio, pero han llegado demasiado tarde porque ya se estaba agotando el tiempo de ventana para el lanzamiento.

Pendientes de una nueva fecha

Ahora hay que ver si en los próximos días se pueden aprovechar las ventanas temporales –lunes y martes–, si se han reparado satisfactoriamente las incidencias en la carga de combustible y si hay tiempo material para solucionar cualquier problema técnico que surja. Todo esto teniendo en cuenta que las condiciones meteorológicas siempre acompañen. Si alguna de estas condiciones falla, lo más probable es que la misión se tenga que posponer hasta que la Tierra y la Luna vuelvan a estar alineadas.

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Artemis I es una misión de pruebas no tripulada valorada en unos 4.100 millones de dólares que tiene como objetivo probar sistemas y equipación en un viaje orbital a la Luna de ida y vuelta. Artemis II, prevista para 2024, tiene que hacer un trayecto similar, pero con tripulación a bordo de Orion. Si se cumple el calendario, Artemis III, que se tendría que elevar en 2025, llevará cuatro tripulantes de nuevo a la Luna, uno de ellos una mujer, la primera que pisará nuestro satélite cincuenta años después de que lo hizo el último, en 1972.