Barcelona

"Que el «Sí se puede» no se quede en un eslogan"

La activista Custodia Moreno homenajea la lucha vecinal en un pregón de la Mercè bunquerizado

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Custodia Moreno, acompañada de Pere Aragonès y Ada Colau

BarcelonaCon las protestas anti Colau no lo bastante alejadas de la Plaça de Sant Jaume como para que no se oyeran desde dentro del Saló de Cent y un Ayuntamiento bunquerizado, con vallas y policía, se hacía difícil encontrar la entrada habilitada incluso con la acreditación de prensa. Silbidos y cánticos contra la gestión de la alcaldesa en pequeños grupos en los alrededores de la plaza y, dentro, el aforo reservado a 600 personas. Así ha empezado el pregón de la Mercè 2021. Una vez en marcha, la lucha que se ha dejado oír es la de la pregonera: Custodia Moreno (Granada, 1943). Vecina combativa del Carmel, feminista desde mucho antes de que la palabra tomara el vuelo actual y persona de pocos pelos en la lengua, a pesar de que ella, modesta, se ha presentado como "la voz de una vecina normal y corriente". Una carta de presentación inédita para una pregonera de la Mercè, que ha querido poner en el centro de la actualidad a los barrios periféricos, también cuando no pasan cosas malas, y dejar muy claro su "agradecimiento" a Catalunya, la tierra que la acogió cuando tenía cuatro años.

Moreno, hoy sin megáfono ni pancarta –pero con la misma actitud–, se ha dirigido tanto a los políticos como a la sociedad civil para pedirles que sean "utópicos", que tengan "valentía" y que batallen por conseguir estas utopías, con firmeza y sensatez, para hacer frente a la extrema derecha o mitigar los problemas enquistados de acceso a la vivienda: "Si trabajamos así, haremos posible que el eslogan del «Sí se puede» no quede en un eslogan", ha soltado ante Colau, que es quien más ha hecho suyo este eslogan que popularizó la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). La alcaldesa no ha hecho ninguna mención a las protestas en su turno de palabra y ha elogiado a la pregonera como una "referente" que representa "el alma" de la ciudad.

Protestas fuera del Ayuntamiento de Barcelona durante el pregón de la Mercè

Nada mediática, la pregonera de esta Mercè no ha generado las polémicas otros años. Hoy nadie se ha levantado de su lugar, como hizo el año pasado Manuel Valls –ahora ya en París– cuando Tortell Poltrona defendió que los que rechazaban el catalán eran unos "inadaptados". Ella, sin embargo, también ha defendido la lengua del país, que ha usado en partes del pregón, y ha recordado que las primeras "bofetadas políticas" se las llevó defendiendo la identidad propia de Catalunya.

La lucha por la vivienda

Pero no. Hoy no hablaba una vecina cualquiera, ni lo hacía de un barrio cualquiera, como ha insinuado Moreno. Hablaba alguien que, después de vivir muchos años en una barraca en la zona de Can Baró, cuando luchaba por conseguir las mejores condiciones de realojo reivindicaba que las nuevas viviendas públicas fueran de alquiler cuando esto era impopular incluso entre muchos compañeros barraquistas que las preferían de propiedad, como un seguro para la vejez. Y que hoy, en el pregón, ha lamentado que aquellos pisos que les costaron 25.000 euros, ahora con la ley en la mano se pueden vender por 280.000.

"Nos hemos quedado sin parque de vivienda pública y hemos colaborado a la burbuja inmobiliaria, con estas políticas nunca nos acercaremos a la solución del problema", ha criticado, después de admitir sentir "mucha rabia" por el hecho de que, 50 años después de las manifestaciones que estos vecinos protagonizaron para reivindicar condiciones de vida digna –"fandangos", en el particular argot de la pregonera–, el derecho a la vivienda todavía sea un problema tan grave: "El barraquismo se solucionó construyendo vivienda, pero no tendría que haber sido de venta".

No es la única protesta que Moreno llevaba hoy al Saló de Cent. También ha criticado a aquellos que como ella llegaron a la ciudad desde fuera hace muchos años –ella lo hizo en 1947 a bordo del famoso Sevillano, que traía gente desde Andalucía hacia Catalunya– y que ahora miran con recelos la nueva inmigración y "dicen barbaridades". Y la falta de recursos en sanidad y educación –"¿No nos habrá servido de nada la pandemia?"– y las agresiones LGTBIfóbicas. Y el pobre aumento del salario mínimo. Y el ascenso de la extrema derecha: "No bajamos la guardia porque hablar de democracia con los que no son demócratas o hablar de libertad de expresión con los que si pudieran nos la quitarían es muy peligroso y no podemos ser ingenuos".

La Barcelona de las barracas

La pregonera de este 2021 ha empezado su discurso admitiendo el miedo que le dio el encargo del pregón, el primer instinto de rechazarlo y la decisión de hacerlo para intentar ser la voz de "todas las mujeres del mundo que no tienen ni voz ni derecho". Ha puesto en marcha el pregón recordando su viaje de tres días "inacabables", cuando solo tenía cuatro años, para llegar desde su Granada natal hasta Barcelona y cómo se encontraron que la casa que tenía que ser la suya la habían alquilado a tres familias más y acabaron en una barraca compartida –"apiñados como sardinas en una lata"– antes de poder levantarse su propia barraca. Ha celebrado que ellos llegaron antes de que empezara la "represión" que aplicaron las autoridades de la ciudad cuando vieron que los que querían venir "no eran unos cuantos, sino miles".

"Esta tierra no nos ha regalado nada, pero nos ha dado la oportunidad de llegar hasta donde nuestra capacidad personal nos ha permitido", ha remarcado, después de definir la ciudad de la época como un "oasis de oportunidad" y recordar cómo ella se sacó la carrera de enfermería estudiando por la noche con una vela en la barraca, o cómo su madre, "una precursora del Corte Inglés", montó en el poco espacio de la barraca una pequeña tienda donde vendía casi de todo. Por eso, ha dicho, ha querido aprovechar "el privilegio" de dar el pregón para expresar su agradecimiento a Barcelona y Catalunya. Para sacar a lucir el orgullo de barcelonesa.

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