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Nuevo caso de acoso escolar: "Con 11 años mi hija ya decía cada día que se quería matar"
La niña se intentó suicidar tras sufrir durante dos años acoso en la escuela Manyanet Sant Andreu
BarcelonaHace unos días la niña, de 14 años, intentó suicidarse. La familia llevaba tiempo atenta, porque sabía que este hecho podía llegar en cualquier momento. “Con 11 años ya verbalizaba cada día que se quería matar, pero no sabía cómo materializarlo”, explica Pilar, la madre, que en la visita con la psiquiatra en Sant Joan de Déu se enteró que la niña hacía un año y medio “que pensaba cómo hacerlo”.
Todo arranca cuando la hija –la llamaremos I para preservar su identidad– hacía quinto de primaria en la escuela Manyanet Sant Andreu de Barcelona. “La niña tenía miedo, no quería ir a la escuela. Sufrió agresiones físicas y verbales”, relata la madre para describir el acosodel que fue víctima su hija –a quien habían diagnosticado Asperger a principios de 2018– durante los dos últimos cursos de primaria y que hicieron que abandonara el centro el verano de 2019.
Cuando tuvieron constancia de los primeros indicios, los padres lo comunicaron al Manyanet. Durante el primer curso fueron situaciones espaciadas en el tiempo por parte sobre todo de tres alumnos, a pesar de que después se acabó convirtiendo “en un juego” generalizado dentro de la clase. “Algunos empujones mientras la humillan llamándola retardada o tonta, algunas patadas, humillaciones, insultos...”, resumían los progenitores en una carta a la dirección para detallar lo que había pasado desde abril. Durante el curso siguiente, la cosa se complicó y a través de unas notas en la agenda escolar la madre advirtió a la profesora. Era octubre de 2018. A partir de aquí, los correos electrónicos para intentar solucionar la situación de la menor eran constantes. La niña dormía mal. Cuando estaba en casa se aislaba en la habitación y hacía a sus padres comentarios como “no le gusto a nadie” o “todo el mundo se ríe de mí”. La menor hacía terapia con una psicóloga cada semana, pero no había mejora. Tenía ataques de ansiedad periódicos y la situación en la escuela fue empeorando.
Síndic y Consorcio
Los padres pidieron soluciones al colegio en una reunión. Primero, con la tutora. Después, el 31 de octubre, con presencia también de la directora de primaria, la psicopedagoga y una psicopedagoga del servicio educativo del barrio (EAP Sant Andreu) que se encarga de apoyar a las escuelas. En este encuentro, la familia aportó un informe pediátrico y una relación de los hechos que había sufrido su hija. Sin embargo, la situación no mejoró, sino al contrario. Los padres se pusieron en contacto con el Consorcio de Educación y trasladaron el caso al Síndic de Greuges. I seguía sufriendo. “En febrero murió mi madre y la niña preguntó: ¿por qué no me he muerto yo, y no la abuela?”, relata Pilar. En abril se reunieron por primera vez con el director del Manyanet.
“Mandé un correo al consorcio con copia a la dirección: me dijeron que se aplicaba el protocolo desde el 5 de abril, dos días después de ir al Síndic, cuando desde octubre lo sabía Educación”, lamenta la madre. La activación del protocolo no se produjo hasta abril, a pesar de que la responsable de EAP Sant Andreu lo solicitó ya el 31 de octubre.
Unos días antes de la activación, el 27 de marzo, la directora de educación primaria del Manyanet pidió que un equipo de valoración –formado por gente únicamente del centro según la familia– dictaminara sobre los hechos. Concluyeron que el caso de I no se ajustaba a una situación de acoso escolar, sino a “una conducta que atenta contra la convivencia del centro”, de tipo “verbal”, dado que una serie de alumnas “han tenido un comportamiento no adecuado hacia sus compañeros”. No lo consideraban acoso específico hacia I, que seguía manifestando cada semana el sufrimiento, sino que un grupo de alumnos actuaba mal en genérico, con toda la clase.
Centro y familia tenían posicionamientos diferentes. “Llegaron a decirnos que eran invenciones e imaginaciones de la niña”, dice Pilar, que lamenta que su hija se acabó aislando porque la "marginaron" en lugar de actuar sobre los presuntos autores de las agresiones. A quien Pilar no culpa es a los niños, a pesar de que estuvieron tentados de ir a hablar con los demás padres. No lo hicieron porque era la escuela quién tenía que resolverlo: “No culpo a los niños, para ellos es un juego ”. Ahora bien, se siente engañada porque la escuela les decía que había hablado con el resto de familias, y no se hizo –asegura– hasta mayo. Tampoco entienden cómo la psicopedagoga de EAP Sant Andreu que intervino en el proceso era madre de la escuela y lamentan que en muchos casos solo se tiene en cuenta la parte académica, obviando toda la vertiente emocional: “Si sacabas buenas notas no podías tener ningún problema”.
Manyanet argumentó que, a pesar de tardar seis meses en abrir el protocolo, previamente habían realizado diferentes actuaciones para mejorar la situación de I: cambios de grupos de alumnos en los vestuarios de educación física –donde habían empezado los problemas– y cambios de mesas de los estudiantes para evitar parejas conflictivas y conversaciones con los menores implicados, entre otras medidas. En marzo de 2019, ampliaron la prevención, intentando integrar a la chica en otro grupo de alumnos para que se sintiera acogida, haciendo sesiones sobre el acoso con el alumnado o estableciendo un mapa de protección para evitar incidentes. El Síndic de Greuges, sin embargo, ya advirtió al centro de que intervino tarde, sin la celeridad que requieren estas situaciones, y que, además, no se dio la información necesaria a la familia. El ARA ha intentado contactar con el centro, pero no ha recibido ninguna respuesta.
El caso de Kira
Dos años más tarde, y después del intento de suicidio –antes ya habían encontrado un cuchillo en la habitación de la menor–, la familia ha decidido poner a I en un centro de día “para hacer un tratamiento de choque”, que se codeará con la escuela donde estudia ahora y con la que están encantados. “Esto queda de por vida. Ahora no quiere destacar, quiere pasar desapercibida, va dejada, no se cuida. La destruyeron”, dicen.
La madre está convencida de que “si Educación y el Consorcio hubieran controlado la escuela” cuando comunicaron el caso de I “el suicidio de la Kira quizás se habría podido evitar”. El 19 de mayo de este año, Kira, de 15 años, camino de Manyanet, se quitó la vida. La familia de la menor aseguró que era víctima de acoso escolar y que la escuela lo sabía y no hizo nada para pararlo. Lo mismo que denunció Pilar dos años antes.