Feminismos

"¿Quieres decir que puedes aguantar la motosierra?": El sector forestal también invisibiliza a las mujeres

Sólo en torno a un 9% de las 3.897 personas que se dedican a la explotación forestal son mujeres

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Anna Barea corta un tronco con una motosierra junto a la Central Térmica de Cercs.

Barcelona"¿Sabrás llevar la autocargadora?", "¿Ya aguantarás las temperaturas?". Desde hace años las mujeres luchan por la inserción en el mundo laboral y cada vez se rompen más techos de cristal, pero todavía quedan sectores tradicionalmente masculinizados en los que la paridad sigue quedando lejos, y el forestal es uno de ellos. Las mujeres que trabajan en el bosque a menudo conviven con los prejuicios sobre su condición física, habilidad o resistencia. "Aún hay un poco de miedo a ser despreciada, en las miradas, en los comentarios, en estos trabajos «de hombre», que requieren fuerza o técnica", explica Anna Barea, que lleva unos seis años trabajando en la Mancomunidad de Municipios Berguedans por la Biomasa.

En su trabajo habitual debe operar maquinaria como una motosierra, que puede pesar alrededor de cinco kilogramos. Barea reconoce que el sector forestal está lejos de deshacerse de los prejuicios que someten a un escrutinio desigual a las mujeres: "Por mala suerte he vivido bastantes situaciones machistas de algún antiguo compañero que te hace el típico comentario: «Quieres decir que puedes aguantar ¿la motosierra?».

En los trabajos más físicos del mundo forestal, las mujeres son una minoría. Según los datos de la "Diagnóstico inicial de género del sector forestal, cinegética y pesca continental de Cataluña", de las 3.897 personas que el estudio calcula que se dedican a la explotación forestal –sin tener en cuenta las posiciones de administración– sólo alrededor de un 9% son mujeres. Las posiciones en las que las mujeres son más minoritarias son las de aserradero u operario de maquinaria (5% de mujeres), mientras que las más mayoritarias son las ingenieras forestales y las ingenieras técnicas forestales, 41% y 43%, respectivamente.

El diagnóstico apunta que los prejuicios de cara a las actividades manuales, especialmente las que requieren fuerza y ​​habilidad física, conllevan la segregación horizontal del sector, es decir, las mujeres están más presentes en las tareas de gestión, consultoría e investigación que en las tareas manuales que se realizan directamente en los terrenos forestales. Esto comporta, a la vez, que a las mujeres les cueste más llegar a posiciones de dirección.

El testimonio de Barea coincide con lo que apunta el diagnóstico. Además de fuerza y ​​técnica, el trabajo requiere resiliencia: "En invierno trabajamos bajo cero, y en verano puede hacer mucho calor”. Esta experiencia es similar a la de Teresa Colomé, guarda de caza: "Este trabajo es muy bonito pero muy duro. Por las inclemencias climáticas, por los horarios... Todo es duro". Ella es la única mujer guarda de caza de Cataluña, de una treintena de guardas en total.

Teresa Colomé es la única mujer guarda de caza de Catalunya.

El trabajo de Colomé consiste, sobre todo, en la gestión cinegética –es decir, controla la conservación de los ecosistemas y de las especies amenazadas por hacer posible la caza– y trabaja en la reserva nacional de Caza del Cadí. Allí no es raro que en invierno se llegue a temperaturas negativas, especialmente en las cotas altas.

"Cuando entré hace 24 años chocó muchísimo a todos", explica Colomé, que obtuvo una plaza por delante de unas 1.700 personas, primero, y por delante de 100 hombres por la plaza fija, algunos años más tarde. En su trabajo, Colomé también acompaña a cazadores, a los que no les gustó inicialmente que este papel lo hiciera una mujer. "Había que cuando veían mi nombre llamaban a la administración para que los cambiaran de guarda". Ella explica que tuvo que darse a conocer a compañeros y cazadores para que confiaran en ella, pero que lo acabó consiguiendo: "He picado piedra, pero ahora los compañeros me dicen que en cada reserva debería haber una mujer".

Claves para conseguir inclusión

Como ellas, muchas mujeres del sector sufren estas discriminaciones directas e indirectas. Marta Casas tiene una empresa de trabajos forestales con su hermano, y explica que cuando le encargan trabajos y él dice que irá ella, genera desconfianza. Al igual que explican Colomé y Barea, cuando la ven trabajar desaparecen ciertos prejuicios porque demuestran que pueden realizar el mismo trabajo que un hombre.

Anna Barea trabaja en la Mancomunidad de Municipios Berguedans por la Biomasa.
Teresa Colomé trabajando en la reserva nacional de Caza del Cadí.
Sólo un 5% de los aserraderos del sector forestal son mujeres.

Las tres coinciden en que queda camino por recorrer, pero que hay algunas cosas que pueden aportar avances. Explican que el conocimiento destruye ciertos prejuicios, que se borran de su entorno cuando comparten algunas jornadas con los demás trabajadores. También piden a las mujeres que se interesen por estos ámbitos que no se dejen asustar por la mentalidad tradicional: "Sobre todo recomiendo que no tengan miedo", dice Casas. A ella trabajar el bosque le venía de familia, pero aun así tuvo que aguantar comentarios.

Por estos motivos tanto Casas como Barea asistieron a unas charlas en Vic por el día de la mujer rural. Allí, aparte de crear red y compartir experiencias, se realizan formaciones, un elemento que consideran clave. Sin embargo, aunque siguen siendo pocas, apuntan que la cantidad de mujeres en el mundo forestal está aumentando. Colomé explica que hace años que no se convocan oposiciones a guarda de caza, pero que ella ha visto un aumento de mujeres entre los cazadores: "Con el tiempo las mujeres han ido conociendo este mundo y cada vez hay más. Por eso creo que si hubiera una oposición de guardas, se presentarían mujeres. Estoy 100% segura".

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