Salud

Los microbios del intestino, una posible herramienta para diagnosticar el autismo

Investigadores de Hong Kong identifican a 31 marcadores biológicos asociados con el trastorno

BarcelonaLos niños con trastorno del espectro autista (TEA), una serie de condiciones neurológicas relacionadas con problemas del desarrollo del cerebro, tienen una composición alterada de los microbios del intestino en comparación con los niños que carecen de ellos, según diversas investigaciones científicas. Hace una década que investigadores de todo el mundo profundizan en la potencial relación entre el intestino y el cerebro y ya se ha demostrado que la microbiota intestinal tiene un papel fundamental en este trastorno. En 2019 un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de California (Caltech) publicaron un estudio en el que proponían que el conjunto de microorganismos que habitan la tripa puede contribuir también a unos patrones de comportamiento como los que se describen en las personas con TEA. Las conclusiones de la investigación, que realizaron con ratones, levantaron mucha polvareda entonces y ahora investigadores de la Universidad de Hong Kong han dado un paso más allá y han identificado 31 marcadores biológicos que podrían tener valor diagnóstico de autismo.

La revista Nature Microbiology ha publicado este lunes los resultados de la investigación, en los que se han analizado muestras fecales de 1.627 niños y niñas con y sin TEA. Los autores han recogido diferentes datos de los participantes como cuál es su dieta –algunos de estos niños pueden ser restrictivos con algunos alimentos–, qué medicación toman, si tienen síntomas gastrointestinales y cuáles son las características familiares y antecedentes de autismo, entre otras muchas. Al comparar los datos obtenidos de los niños con autismo y de los que no los tienen, los investigadores han observado diferencias en la abundancia de comunidades bacterianas del intestino en los participantes con el diagnóstico de TEA.

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Para observar estos cambios, los investigadores han utilizado una metodología que se conoce como escopeta (shotgun, en inglés), que permite secuenciar todo el ADN de una muestra, y han encontrado 14 arqueas, 51 bacterias, 7 hongos, 18 virus, 27 genes microbianos y 12 vías metabólicas alteradas en niños con TEA. Mediante el aprendizaje automático, que sintetiza cantidades ingentes de datos y detecta patrones, han creado un modelo basado en un panel de 31 microbios y funciones, que podría tener mayor precisión diagnóstica en la identificación de personas con TEA. Según el equipo investigador, estos marcadores tendrían potencial al diagnóstico clínico y podrían ayudar a estudiar la relación entre la microbiota intestinal y el diagnóstico del autismo.

El jefe del grupo de genómica comparada del Instituto de Investigación Biomédica y del Barcelona Supercomputing Centre (BSC), Toni Gabaldón, ha explicado a Science Media Centre que actualmente el diagnóstico de los TEA se realiza sobre la base de patrones de comportamiento que aparecen con el tiempo. En cambio, si se dispusieran de biomarcadores tempranos como los que sugiere este estudio, podría detectarse más precozmente el autismo, lo que permitiría iniciar terapias en fases más tempranas de la condición. Además, si los cambios metabólicos influyen en la progresión de los síntomas, podrían compensarse mediante dietas. "La modulación de la microbiota se abriría como puerta para nuevos tratamientos que mejoren algunos aspectos", según Gabaldón.

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El impacto de la microbiota

La microbiota es el conjunto de microorganismos que conviven con todos los organismos pluricelulares, incluidos los humanos. Está formada sobre todo por bacterias, pero también por hongos y virus. La mayoría viven en simbiosis con sus huéspedes y les ayudan, por ejemplo, en ámbitos como la inmunidad, el metabolismo o incluso en la digestión de alimentos. La microbiota de los humanos es particular para cada individuo y varía según la zona del cuerpo en la que se encuentra. Una de las más estudiadas es la de los intestinos, que iría cambiando con el tiempo y estaría muy influida por la alimentación. Tiene un impacto importante en la regulación de diversas funciones del organismo, más allá de las relacionadas con la digestión. Por ejemplo, cierto tipo de microbiota podría causar obesidad o estar implicada en el colon irritable, la depresión y otros trastornos nerviosos.