Salud

Las mujeres no pueden decidir cuándo destruir sus óvulos congelados (y no ocurre lo mismo con el semen)

El sector pide una modificación de la ley y el Comité de Bioética propone que un cambio en la interpretación de la norma quizás sería suficiente

BarcelonaLos embarazos a partir de los 40 son cada vez más habituales en Cataluña y, de hecho, es la única franja de edad en la que hay más nacimientos ahora que hace quince años, cuando la natalidad empezó a caer en picado. Es la punta del iceberg de una realidad más compleja en la que las catalanas que quieren tener hijos aplazan la decisión de ser madres por muchos motivos, como las dificultades para conciliar y el aumento de la precariedad. Delante el atraso de la maternidad, muchas optan por congelar sus óvulos por si deciden ser madres a una edad en la que las opciones de quedarse embarazadas son más bajas. Esto ha hecho que el número de mujeres que preservan su fertilidad de esta forma haya crecido exponencialmente en los últimos años y, por tanto, que en los biobancos donde se conservan las células reproductivas haya una gran acumulación de óvulos. El motivo: la ley no permite destruirlos cuando la mujer quiere, una circunstancia insólita que no ocurre en el caso del esperma, donde nada impide al hombre decidir eliminar la reserva cuando lo desee.

"Amamos que hoy en día hay más de 800.000 óvulos congelados y eso irá creciendo en los próximos años", asegura Montse Boada, jefe de la sección de biología de Dexeus Dona. Esto se explica porque la ley que lo regula se aprobó en el 2006, cuando no había técnicas suficientemente buenas para congelar óvulos, que son las células más grandes del cuerpo humano. Los centros interpretan, de acuerdo con esta norma de hace 20 años, que los ovocitos deben conservarse a lo largo de toda la vida fértil de la mujer, como ocurre con los embriones congelados, y, para destruirlos, es necesario el dictamen de dos expertos que acrediten que la mujer ya no puede quedarse embarazada. Para Boada, es "una limitación del derecho a decidir de la mujer", por lo que defiende que es necesario hacer una reinterpretación de la ley o una modificación que le permita escoger cuando quiere que dejen de conservarse, como sí ocurre con el semen.

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Ahora, cuando estas mujeres se dirigen a su centro de reproducción para pedir la destrucción de los óvulos, se encuentran con la respuesta que, por ley, están obligadas a conservarlos mientras sean fértiles. En el Estado, la gran mayoría de estos centros son privados y esto comporta que las mujeres titulares de estos óvulos deben pagar su mantenimiento, a pesar de tener claro que no quieren para nada. Los precios varían en función del centro, pero Boada estima que su coste es de unos 300 euros al año. Sólo un 20% de los centros son de titulación pública y allí conservan los óvulos que se han congelado por decisión médica porque la paciente ha tenido un cáncer, una menopausia prematura o ha recibido un tratamiento tóxico que afecta a su fertilidad, como la quimioterapia, detalla la jefa de sección de Reproducción Humana Assisti.

Interpretación "errónea"

Ante el enésimo agravio comparativo entre mujeres y hombres, Boada, que también es miembro del Comité de Bioética de Catalunya, se pregunta qué sentido tiene conservar estos óvulos durante décadas si sus titulares no quieren hacer uso y tampoco quieren darlos para proyectos de investigación ni a otras mujeres o parejas. Tras analizar la ley, desde el comité han llegado a la conclusión de que se está realizando una interpretación "errónea" de uno de los artículos. Éste indica que la conservación de los óvulos "se podrá prolongar hasta el momento que consideren a los responsables médicos" en lugar de indicar que "deberá prolongarse hasta el momento que consideren a los responsables médicos", por lo que consideran que es potestativo, es decir, que no es obligatorio, sostiene la vicepresidenta del comité, Núria Terribas.

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Así pues, piden que se haga una reinterpretación de la ley para que las mujeres puedan escoger libremente el destino de sus óvulos, como hacen los hombres con su esperma. Las demás opciones que propone Boada son modificar el artículo o modificar toda la ley, lo que complica el proceso. Para la experta es especialmente relevante porque la congelación de óvulos es cada vez más frecuente entre mujeres de entre 25 y 35 años que posponen la maternidad, lo que significa que cada vez habrá más óvulos acumulados en los centros. La experta también cree que debe incentivarse que las mujeres que han congelado sus óvulos y tengan claro que ya no les darán ningún uso se animen a darlos a proyectos de investigación que los necesiten.

Crecimiento exponencial

Los datos son clave para entender el crecimiento exponencial de la congelación de óvulos en Cataluña. En 2012, cuando la técnica para conservarlos hacía poco tiempo que había llegado a nuestro país, sólo 75 mujeres apostaron por preservar su fertilidad de esta manera. En 2022, en cambio, eran casi 5.000 mujeres, y las expertas prevén que esta cifra siga aumentando en el futuro. De esas mujeres que han congelado sus óvulos en la última década, sólo entre un 20% y un 30% los han utilizado, pero hay que tener en cuenta que, en esta estadística, también entran las catalanas que les congelaron hace pocos años y, por tanto, la previsión es que el porcentaje aumente en los próximos años cuando lleguen eventualmente.

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Por otra parte, hay que tener en cuenta que "la congelación de óvulos no es el sustituto de la fertilidad", avisa Julio Herrero, jefe de la unidad de reproducción asistida del Hospital Vall d'Hebron. El experto, junto con la doctora Manau, ha participado esta semana en un coloquio coincidiendo con la presentación del Informe Quiral 2025 de la Fundación Vila Casas sobre Salud reproductiva y sexual de la mujer: información y percepción, en el que han abordado diferentes retos sobre la maternidad en Cataluña.

Más allá de decidir congelar los óvulos o no, ambos insisten en la importancia de la información sobre fertilidad a los jóvenes, así como ya se hace con las campañas sobre anticoncepción. Plantean que no sea sólo en la consulta del ginecólogo sino también en la del médico de cabecera donde se aborde la fertilidad para detectar, por ejemplo, futuros problemas o anticipar situaciones. "Hay que hacer un planteamiento de fertilidad mucho más claro, ya hemos realizado acciones en algunos centros de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva (ASSIR) y con médicos para que puedan asesorar antes", detalla Herrero.