Salvar el burro catalán, un as en la manga para debilitar los incendios
Algunos propietarios limpian el sotobosque con esta especie en peligro de extinción para reducir la carga inflamable del terreno
RupitUna decena de burros catalanes descansan bajo la sombra en una finca de Rupit. "Son animales muy sociables; debes tener mínimo dos para que interactúen entre ellos", explica Xavier Barceló. Él y Teresa Fainé son los propietarios de un terreno de 300 hectáreas en la comarca de Osona y se dedican a la crianza de este animal en peligro de extinción. En total tienen una veintena de ejemplares que se encargan de mantener limpio el sotobosque de una parte de la parcela.
Las lluvias de los últimos meses han convertido a los bosques catalanes en una bomba de relojería: el sotobosque ha crecido mucho y ahora se está secando debido a las altas temperaturas del verano. Esto aumenta el riesgo de que un incendio se propague más rápido porque tiene mucha biomasa para quemar. Según Xavier, la opción de poner animales que se coman los arbustos y las hierbas es más viable que contratar a una brigada de limpieza —que sale a unos 6.000 euros por hectárea—, y explica que ellos optaron por los burros porque son animales fáciles de controlar. "A diferencia de las ovejas o las cabras, que requieren que seas un profesional de la ganadería", puntualiza.
"Si contratas un servicio de limpieza y luego no pones animales para que lo cuiden estás quemando el dinero, porque dentro de unos años estará igual o peor", explica Xavier. La necesidad de vaciar el sotobosque surge ante la amenaza del elevado riesgo de incendios, ya que, en los últimos años, la masa forestal se ha multiplicado debido a la falta de gestión y al despoblamiento de las zonas rurales. preservar esta especie autóctona, cuya población vive una bajada.
Además, Teresa, que es bióloga, comenta que disminuir la densidad del bosque con asnos tiene otros efectos. "Los burros también abren claros que aumentan la biodiversidad con la entrada de nuevos insectos y reptiles. También, como hay menos sotobosque absorbiendo el agua de las lluvias, ésta va a parar al río, en lo que se llama agua azul", detalla.
Una especie en riesgo
Más allá del valor práctico del animal, también existe un interés patrimonial: la población de asnos catalanes lleva años sin parar de disminuir y la supervivencia de la especie en Cataluña no está garantizada. Los datos públicos del ministerio de Agricultura contabilizan a casi 900 ejemplares en tierras catalanas. Son indicadores del año 2023, los más actualizados.
Ahora, el presidente de la Asociación del Fomento de la Raza Asina Catalana (Afrac), Joan Gassó, asegura que las cifras actuales son más bajas, y añade que ellos tienen registrados en torno a 350. "Esto no quiere decir que no pueda ser que no puedan ser otras, no formen parte de la que no formen parte de la que no formen parte de la que no formen parte. algún ejemplar haya fallecido y no se haya notificado", explica.
En cualquier caso, las cifras por debajo del millar de ejemplares sitúan a esta especie, autóctona y emblemática, en peligro de extinción en Cataluña. Actualmente, desde Afrac están llamando a todos los socios y gente que pueda tener burros para hacer un recuento. Gassó, que tiene una cincuentena de ejemplares, lamenta que falte gente joven que se cuide, ya que la crianza de la especie está sobre todo en manos de gente mayor. El relevo generacional no está garantizado.
El burro catalán es un animal muy resistente y puede estar días sin beber agua. "Estas características hicieron que este animal se emplease en la conquista del Oeste americano", relata Xavier, que está convencido de que no se ha valorado como es debido en Cataluña como sí que se ha hecho en otras zonas del mundo. "Si se extingue será por culpa de nuestro desinterés", asevera, y reivindica que, ahora que se puede ver su utilidad práctica para limpiar el sotobosque, habría que poner sobre la mesa un debate político para salvarle.
En este sentido, el Afrac últimamente se ha reunido con la Diputación de Barcelona para intentar pactar un convenio para limpiar bosques con burros. "Es un animal mayor que tiene dientes arriba y abajo y que abre caminos. Es como una segadora, a diferencia de los animales rumiantes como las vacas", destaca Gassó, que es un gran partidario de sacar adelante el acuerdo.
Más apoyo de las administraciones
Jordi Bartolomé, doctor en ciencias biológicas y profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), también defiende que los burros pueden tener un papel muy importante en la prevención de incendios. ganado es imposible y es necesario hacerlo por franjas: "Hay zonas donde es factible impulsar este tipo de estrategia, pero hay que estimularlo y gestionarlo desde las administraciones".
Por eso Bartolomé señala que es necesaria una política de país que piense en los burros para realizar esta función, así como directrices y ayudas claras. También incide en la importancia de compensar a los ganaderos, ya que la crianza de este animal no está destinada a obtener un beneficio por la producción de leche y carne, y responde más bien a la buena voluntad de algunos propietarios que quieren salvar a la especie.
En esta línea, Gassó reclama que se den incentivos a los propietarios. Actualmente, la Generalitat da una ayuda anual de 400 euros por asno, pero con unas condiciones: el propietario debe tener como mínimo cinco y durante más de tres años. Esto deja fuera a aquellas personas que, por motivos económicos o por falta de espacio, sólo tienen dos o tres ejemplares.
Además, el hecho de que se dé a partir de que el animal tenga tres años desincentiva a mucha gente, ya que criar un burro comporta mucho trabajo y existe el riesgo de que el animal no se desarrolle correctamente. "Los 400 euros que dan no sirven para cubrir los gastos anuales. Somos un grupo de románticos que queremos sacar la raza adelante con todo en contra", concluye.