Medio ambiente

¿Por qué el aguacero histórico que desbordó el Francolí puede volver a repetirse?

Las características de la zona generaron una tormenta extraordinaria

BarcelonaLos municipios bañados por la cuenca del río Francolí nunca olvidarán la noche del 22 de octubre del 2019. El aguacero que cayó durante horas provocó una riada mortal que desbordó el río y se llevó todo lo que encontró en el suyo paso. El tiempo se detuvo esa noche, e incluso se viajó al pasado, ya que se revivió con temor la última gran riada del Francolí, en octubre de 1994, cuando cayeron cerca de 500 l/m². Aunque fue un fenómeno extraordinario que normalmente se repite al cabo de bastantes décadas en una misma cuenca, en este caso pasó poco tiempo. Y ahora, con la crisis climática, estos fenómenos extremos pueden ser cada vez más frecuentes.

Las previsiones meteorológicas del 2019 ya indicaban un temporal de levante con lluvias abundantes en muchos puntos del país. Pero nadie podía imaginar lo que sucedería esa noche de octubre de hace cinco años en la zona del Francolí. Las precipitaciones más generales y persistentes empezaron a caer a partir de la tarde y la tarde. Se creó una línea de chubascos y tormentas que se mantenían estáticas en la zona y que afectaban especialmente al Baix Camp, la Conca de Barberà y Les Garrigues. La peor parte llegó de noche, cuando los cerca de 300 l/m² caídos en pocas horas provocaron el desbordamiento del río Francolí con devastadoras consecuencias.

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Para entender el alcance del aguacero hay que tener en cuenta la meteorología y la orografía del terreno. En aquella ocasión entraron vientos de entre levante y chaleco de mar hacia el suelo. Aires muy húmedos provenientes de un mar Mediterráneo cálido después del verano que chocaron con una marcada inestabilidad y con aire frío en altura que generaron lluvias abundantes.

El efecto palanca de la montaña

Pero el factor clave para entender el alcance de los aguaceros fue el efecto de las montañas de Prades. La lluvia que llegaba desde el mar se quedaba encallada en esta cordillera de 1.200 m de altitud. La constante masa de aire marítimo húmedo y cálido se enfriaba a medida que subía de cota, lo que hacía que todo el vapor de agua se transformara en una lluvia muy intensa y se generaran grandes nubes de tormenta. Es lo que se conoce como elefecto palanca de las montañas.

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Todo ello fue la tormenta perfecta para que las lluvias torrenciales se retroalimentaran y dejaran acumulaciones extraordinarias. Destacan los 299 l/m² de Vilanova de Prades, los 293 l/m² de Prades, los 264 l/m² de Alforja, los 240 l/m² del Tozal de la Baltasana o los 220 l/m² de Ulldemolins.

La gran cantidad de agua que cayó en pocas horas hizo crecer de forma repentina torrentes, ríos y rieras. El Francolí se desbordó desde prácticamente su cabecera, sobre todo porque recibió en muy poco tiempo la gran cantidad de agua de los barrancos y de sus afluentes provenientes de las montañas de Prades, y la riada fue tal que horas después fue llegar a Tarragona ciudad.

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Las lluvias torrenciales y las inundaciones son un clásico del otoño en nuestra casa. Sin embargo, aguaceros y riadas de estas características se pueden repetir más a menudo de lo que estamos acostumbrados. Nos abocamos a un aumento constante de las temperaturas del aire y del mar ya precipitaciones más escasas pero más fuertes a causa de la crisis climática. El Mediterráneo se está tropilizando y es un caldo de cultivo para que se generen grandes borrascas.

Cuanto más caliente esté el agua del mar a finales de verano y en otoño, mayor será el choque con el aire frío en altura de las borrascas. Esta combinación es un detonante para que se generen tormentas más intensas y extremas, como las que se vivieron esa noche de octubre del 2019 en el Francolí. Debemos prepararnos para afrontar un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos en los próximos años en nuestra zona mediterránea.