La historia de Fátima, sitiada y secuestrada por su primo y exmarido: "Lo único que pido es vivir"
La joven barcelonesa de 22 años fue raptada a golpe de pistola en el paseo Colom
BarcelonaFátima Asif tiene 22 años y vive en el barrio del Raval de Barcelona. Explica al ARA que hace dos semanas, mientras paseaba por el paseo Colom, tres hombres la secuestraron a punta de pistola y la tuvieron retenida durante casi 24 horas. Este secuestro no fue algo aislado, sino que es la punta del iceberg de un calvario que ha vivido desde hace casi seis años. Durante todo este tiempo, la joven de origen paquistaní ha vivido reiterados malos tratos por parte de su exmarido, que también es primo suyo. "No quiero luchar más, lo único que pido es vivir", afirma.
Todo empezó en el 2018. Fátima tenía 17 años y, después de unos meses conociendo a su primo, ambos pidieron a sus padres contraer matrimonio. Ésta no era una boda "obligada", sino una "pactada", dice. Hasta entonces todo iba bien y nada hacía pensar que la historia daría un giro de 180 grados. Sus padres accedieron al matrimonio y Fátima viajó hasta Pakistán para casarse en octubre de ese mismo año. Ella se quedó a vivir en casa de su marido y su familia. Al día siguiente de la ceremonia todo cambió: familiares de su primo que vivían en Barcelona le llamaron y le explicaron que Fátima, mientras estaba en Catalunya, salía de fiesta, bebía alcohol y había estado con otros chicos. Pero ella deja claro que todo aquello es mentira y que nada de lo que le dijeron a su primo ni siquiera se aproxima a la realidad. Sin embargo, su marido no la creyó y se enfureció. "El segundo día de matrimonio ya me pegó", relata.
Esta situación no fue a menos. Los celos de su primo eran desmedidos: los golpeaban, no los dejaban salir de casa y le prohibieron hablar con su familia de Barcelona. La incomunicó del mundo. También se encargó de justificar a todo el mundo su comportamiento, haciendo que todo el mundo se posicionara a su lado y que nadie apoyara a Fátima, explica. Durante las primeras semanas de matrimonio, se quedó embarazada de una niña que, apenas hoy, ha cumplido cinco años.
La vuelta, un espejismo de felicidad
El inicio del cambio llegó con la cóvida. Los padres de Fátima, que eran de viaje a Pakistán cuando estalló la pandemia, tuvieron que quedarse a su lado porque las fronteras estaban cerradas. Aquellos meses tuvo el apoyo de los suyos. Sin embargo, ella todavía intentaba proteger a su marido y no explicó a sus padres los malos tratos que recibía constantemente. Pero en noviembre del 2020 Fátima hizo un viaje que lo cambió todo. Ella y su hija, que tenía ya más de un año, vinieron a Barcelona para estar con su familia. Pero, mientras estaban aquí, los celos de su marido volvió a dispararse: le obligaba a estar las veinticuatro horas haciendo videollamadas con él para controlar todo lo que hacía, e incluso hacía que vistiera a la niña completamente tapada. Ella, que hasta ese momento nunca se había planteado el divorcio, decidió que ya tenía suficiente y habló con el padre de su marido. "Él me dijo que era culpa mía, que no debería haberme casado con su hijo", explica.
"Entonces decidí que ya era suficiente y pedí el divorcio", explica. Una vez firmados los papeles, dos meses más tarde, Fátima reconstruyó su vida en Barcelona. "Volví a ser libre ya poder vivir con tranquilidad". Instalada en el barrio del Raval, los meses le devolvieron la estabilidad. Ha rehecho su vida y tiene un nuevo novio.
Vuelve el calvario
Pero una nueva tormenta llegó a la vida de Fátima en octubre del 2023. Su exmarido llegó a Catalunya con un contrato de trabajo que le facilitaron sus familiares y una vez aquí se reanudó el acoso. Esta vez con amenazas contra ella, su nueva pareja y la niña, a quien su primo dejó de reconocer como hija en cuanto se divorciaron. El primer golpe de inflexión llegó dos meses después, cuando una noche la asaltó en un callejón e incluso la agredió sexualmente. "También dijo que mataría a mi hija", explica.
Aquello hizo que Fátima optara por la vía judicial e interpuso diferentes denuncias contra él. Desde diciembre, el hombre tiene una orden de alejamiento de 1.000 metros de ella, aunque, según explica, le ha incumplido de forma reiterada. Esta situación llevó a la familia a contactar con el bufete de abogados Vosseler, y desde entonces el penalista Daniel Salvador se ha encargado de su caso.
Con todo, lo peor estaba por llegar. Durante la verbena de San Juan, lejos de celebraciones, Fátima y su pareja actual vivieron una situación crítica. Una cincuentena de personas, amigas y familiares del exmarido, se reunieron bajo la casa de su compañero actual en la rambla del Raval con amenazas. Estas personas, según explica Fátima, las había enviado su primo después de enterarse de que su nueva pareja declararía como testigo en uno de los juicios contra él. Por último, llamaron a la policía, que desalojó la zona.
El secuestro
Fue al día siguiente, el día de San Juan, cuando, entre los nervios y la angustia por lo que habían vivido, Fátima dejó a su hija con sus padres y decidió ir a dar una vuelta sola para calmarse. Mientras caminaba por el paseo Colón, un coche se detuvo a su lado y, "en un inglés mal hablado", le pidieron si podía ayudarles a encontrar una calle. Ella accedió y, mientras indicaba al pasajero que se sentaba detrás del vehículo como llegar a lugar, el delantero la apuntó con una pistola y la subió al coche. "Me ataron las manos y me taparon los ojos", dice.
La trasladaron a un sitio totalmente desconocido para ella. Tampoco sabía dónde habían ido porque llevaba los ojos tapados. Una vez allí, los secuestradores tuvieron varias conversaciones telefónicas que les indicaban lo que debían hacerle. "Oí cómo mi exmarido pedía que me desnudaran y me dejaran en ropa interior", explica. Los secuestradores también "golpearon" y "torturaron", según explica el abogado Daniel Salvador. Fátima relata que los secuestradores le pasaron el móvil para que hablara con él: "Me dijo que esto era la venganza por lo que le había hecho".
Los padres de la joven catalana, al ver que no volvía a casa, avisaron a Salvador, que corrió a los Mossos para denunciar su desaparición. Los agentes tramitaron la denuncia pese a que llevaba pocas horas desaparecida, ya que tenían el antecedente de la orden de alejamiento. Los secuestradores liberaron a Fátima unas veinticuatro horas más tarde de habérsela llevado. Ella explica al ARA que antes de que la dejaran tirada en una carretera en el Alt Penedès sintió cómo en una llamada les mandaban soltarla porque la policía les pisaba los talones.
En los días posteriores al secuestro, los Mossos detuvieron a tres de los cinco presuntos autores de los hechos, entre ellos su exmarido. Ahora, el juez les ha dejado en libertad tras considerar que el reconocimiento de Fátima a partir de la voz no es prueba suficiente para retenerlos. "La situación es extremadamente compleja", explica Salvador, quien también dice que la clave será localizar los móviles y las llamadas de los acusados durante esas veinticuatro horas.