Sucesos

¿Cómo piensan los criminales? Así trabajan los 'mindhunters' de los Mossos

El primer analista de conducta de la policía catalana, Xavier Álvarez, se adentra en la mente de agresores como el de la violación de Igualada

Xavier Alvarez, primer analista de conducta de los Mossos
14/06/2025
6 min

BarcelonaLos delincuentes dejan huellas dactilares, pero también huellas de lo que sienten, cómo atacan ya quién eligen. Esta idea inspiró, en los años setenta, un nuevo método en el FBI para comprender cómo pensaban los criminales más temibles de las prisiones de Estados Unidos, tal y como rememora la aclamada serie de Netflix Mindhunter. Desde entonces, la investigación policial no ha vuelto a ser la misma. El análisis de conducta deduce cómo actuará un delincuente desconocido en base al comportamiento que ha exhibido en un crimen y, desde su nacimiento, esta disciplina ha ido ganando peso entre los equipos de élite y las policías más prestigiosas de todo el mundo. Su esencia: poner la lupa en las motivaciones de los agresores. "Históricamente, la policía se ha preocupado sobre todo del qué, el cómo, el cuándo, el quién y el dónde; pero nos dejábamos el porqué", afirma Xavier Álvarez, el primer analista de conducta de los Mossos d'Esquadra. Un interrogante que, a menudo, conecta a la víctima con el verdugo.

Un perfilador habla en los juzgados

El primer gran caso en el que intervino Xavier Álvarez dentro del Grupo de Análisis de Conducta Criminal (GACC) fue el del Rider o Power Girls. En la Barcelona inmersa en la pandemia, cinco mujeres fueron agredidas por un repartidor a domicilio en sus portales. "En la segunda denuncia, ya teníamos claro que era el mismo agresor por la forma en que se aproximaba a la víctima", explica Álvarez. Y por primera vez, el informe de un analista de conducta no sólo ayudó a identificar al agresor, sino que entró como prueba judicial. "Hicemos historia; nunca un perfilador había declarado en un juicio por violación", recuerda.

El condenado por violar a cuatro mujeres vestido de repartidor durante la pandemia sentado en el banquillo de los acusados ​​en la Audiencia de Barcelona.

El trabajo de este policía también fue clave en el caso de Igualada, en la que una menor fue violada y gravemente herida en un polígono industrial. El análisis confirmó que el autor, Brian Raimundo, respondía a un patrón altamente peligroso, un perfil "homicida" con alto riesgo de reincidencia. El tribunal lo recogió en la sentencia y aplicó al agravante por discriminación de sexo teniendo en cuenta que, habiendo sufrido él mismo abusos en el entorno familiar, reproducía un patrón de "conducta violenta, vejatoria y humillante hacia las mujeres".

En ambos casos, el análisis criminológico sirvió para sostener el relato ante el tribunal. "Sin esto, estas investigaciones a veces quedan huérfanas de argumentos", afirma Álvarez, quien asegura que los magistrados, cada vez más, agradecen una explicación técnica de los modus operandi para dictar sentencia.

Cada denuncia una pista y cada víctima un mapa

Cada mañana el GACC revisa denuncias recientes y llamadas al 112 para buscar conductas que se repiten, como si cada víctima fuera una pieza de mayor rompecabezas. A veces hay que volver a leer cientos de atestados antiguos, en bases de datos desconectadas, hasta encontrar el hilo rojo. Así ocurrió con un caso que se inició en el metro de Barcelona: un agresor atacó a dos chicas con discapacidad, pero los perfiles no cuadraban. "Dije a los investigadores que buscaban el continente, pero no el contenido", recuerda. Al final hallaron otras dos víctimas. "Tuve que leer más de cien atestados porque la base de datos no estaba automatizada", recuerda Álvarez. Pero al final el dibujo se completó y se pudo juzgar el caso con cuatro víctimas.

El perfil de un agresor no se hace de un día para otro. A veces se necesitan semanas. Primero, una radiografía básica para orientar al fiscal; después, un informe más profundo que define la peligrosidad, la recurrencia, el pasado y todo lo que permite detectar si se trata de un perfil singular. Al final, el trabajo consiste en acotar la edad, el nivel económico, si ha sufrido enfermedades, si va al gimnasio o qué medio de transporte utiliza. Álvarez dice que "es un poco como jugar a Quién es quién".

Una disciplina todavía en lucha

El análisis de conducta tiene un largo recorrido. Fue clave, por ejemplo, en la captura del terrorista Theodore Kaczynski, "Unabomber", que durante diecisiete años sembró el terror enviando cartas bomba como protesta hacia el desarrollo tecnológico, y que fue identificado por el FBI gracias a la autopsia lingüística de un manifiesto del que se infirió que el hombre había residido en Chicago.

También fue el caso de Rodrigo Nogueira, el "Don Juan estafador", delatado por los mismos mensajes con los que seducía y manipulaba a sus víctimas, escritos desde perfiles falsos en aplicaciones para ligar. Joaquín Ferrándiz, asesino y violador en serie de cinco mujeres a finales de los años 90 en Castellón, o José Bretón, que mató y calcinó a sus dos hijos pequeños en Córdoba, también fueron perfilados antes de determinar que, efectivamente, eran los criminales que buscaba la policía.

Sin embargo, todavía hoy muchos jueces y fiscales desconocen qué hace exactamente un analista de conducta. Y, sin embargo, son cada vez más los que los llaman. "Los equipos que lo prueban, repiten", explica el criminólogo Jorge Jiménez, autor del libro Unidades de Análisis de Conducta, donde analiza equipos de seis países distintos. Según él, sólo un 10% de las investigaciones recurren a ello, pero en casos complejos o sin salida aparente pueden ser decisivos. Y aunque sólo un 20% de los perfiles conducen directamente al culpable, su aporte es esencial para entender la lógica del crimen.

Jiménez asegura, eso sí, que cada vez serán más necesarios. "Los malos son cada vez más malos y mejores porque buscan en Google cómo esconder un cadáver y ciertos rastros", dice. Sin embargo, nada es tan glamuroso como se muestra en series como Criminal Minds. "No somos adivinos; trabajamos con probabilidades", dice Álvarez. Por eso el gran enemigo son las bases de datos mal conectadas. Una sola agresión puede no decir nada. Pero cuando se ven tres, cinco, diez… el patrón aparece. Los perfiladores son como los analistas de huellas o de balística: aportan su grano de arena cuando resulta pertinente.

Ni monstruos ni santos: humanos

Quizás para compartir las lecciones más íntimas después de veinte años en el cuerpo, Xavier Álvarez también escribe novelas negras. Palpando día a día la realidad más oscura, la escritura, cómo nadar y correr, es una terapia. Tanto en No abandones cuando el rastro está caliente (Amsterdam) como El Confident (Rosa dels Vents), Álvarez entra en la piel de unos criminales atravesados ​​por el dolor y la venganza. Asimismo, confiesa haber podido desnudar a la sociedad y poner las contradicciones, hipocresías e injusticias cotidianas frente al espejo. "La ficción es el atril ideal para criticar qué está bien y qué no, la policía, la judicatura, los periodistas o la forma en que la sociedad juzga a las víctimas; nadie se salva", afirma, reivindicando que el género explora la zona gris de la condición humana. "Nadie es tan malo ni tan bueno", resuelve.

Brian Raimundo en el juicio en la Audiencia de Barcelona por la brutal violación a una menor en Igualada.

Dicho esto, Álvarez no cree en los casos perdidos: "Confío en la reinserción, aunque debe mejorarse". En el fondo, dice, es necesario mirar más atrás. Para el policía, el criminal no nace, se hace, y muchos han crecido entre la miseria y el maltrato. "Me gustaría saber cómo se comportaría la gente si hubiera tenido una vida tan dura como las de algunos criminales", sostiene.

Ahora bien, no hay fórmulas mágicas y, a veces, en esta disciplina, dos y dos no hacen cuatro. Si bien algunos agresores sexuales, como Brian Raimundo, crecieron en un hogar disfuncional, otros como el asesino y violador de Castellón Joaquín Ferrándiz fueron criados en entornos cariñosos. Por tanto, para Álvarez, esto no es determinante. El bien y el mal no siempre tienen explicación –sólo caminos y rastros– y ni una infancia difícil, el consumo de tóxicos o un entorno violento justifican agresión alguna. "Al final, tú eliges quién eres", concluye el analista.

Cazar antes de que vuelvan a atacar

Tras pasar por varias unidades operativas –como Seguridad Ciudadana, el Área Regional de Recursos Operativos (ARRO) o la División de Investigación Criminal–, Xavier Álvarez, licenciado en criminología y especializado en análisis de comportamiento, fue reclutado hace una década por la cabo Àngels Lazo para crear el GACC de los Mossos. Pasaron meses formándose. "Queríamos hacerlo bien", recuerda Álvarez. Se reunieron con el FBI, policías europeas y otros cuerpos del Estado para evitar los mismos errores y diseñar un modelo propio.

Hoy el GACC forma parte del Área Central de Violencias Sexuales y está formado por seis especialistas, entre ellos criminólogos, psicólogos, una doctora en psiquiatría y una estadista. Día a día revisan denuncias e incidencias relacionadas con delitos sexuales –se registran alrededor de 4.000 al año– detectan patrones, cruzan datos y anticipan movimientos. Su objetivo es simple: cazar a los criminales antes de que vuelvan a atacar. Por eso trabajan estrechamente con el grupo de Inteligencia Policial, que apoya con el análisis de datos e informes. En total, el dispositivo está formado por trece personas.

stats