Turismo

Aiguablava, una playa que Instagram hace morir de éxito

Revistas de turismo y publicaciones en las redes anuncian esta playa paradisíaca de Begur, que durante todo el verano está a rebosar

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A la imagen, la cala de Aiguablava de Begur con el espacio delimitado para las gandulas y para-sólo de pago

BegurLa cala de Aiguablava, en Begur, es sin duda una de las playas más bonitas de la Costa Brava. Es un rincón paradisíaco de arena blanca y fina, aguas cristalinas y turquesas, a receso de una cuenca de piedras naranjadas y pinos frondosos que llegan a orillas del mar. Por eso no es casualidad que aparezca siempre en las listas y en los rankings de los rincones más emblemáticos de la costa catalana. La revista de viajes estadounidense Condé Nast Traveler, por ejemplo, el pasado junio, la seleccionó como candidata a mejor playa de España. Aiguablava también sale a menudo a los famosos reeles de Instagram o TikTok que, con imágenes filmadas en invierno, sin nadie sobre la arena, revelan lugares preciosos donde bañarse a pocos kilómetros de Girona o Barcelona. Tanto reclamo y propaganda han convertido a Aiguablava, sobre todo después de la pandemia, en uno de los lugares más turísticos del Empordà, donde cada día miles de personas vienen de lejos, convocados por las redes sociales o el boca a boca. La playa, que mide unos 80 metros de alargada, no tiene espacio suficiente para acoger el enorme volumen de gente que cada día la visita durante el verano. En julio y agosto, la visita a esta cala que promete enamorar por su belleza puede convertirse en una auténtica carrera de obstáculos, lejos del relax idílico que prometen los anuncios._BK_COD_

Aparcar, misión imposible

Para llegar en coche a Aiguablava hay que seguir una carretera de curvas desde el pueblo de Begur que baja hasta el mar y termina en un callejón sin salida. Ahora bien, desde las diez de la mañana, pasado el desvío de Fornells, una valla indica que el parking a pie de playa ya está lleno. Los vehículos dan media vuelta y estacionan como pueden en la cuneta y en el poco espacio del arcén. De esta forma, esquivan tener que pagar los tres euros la hora que cuesta el aparcamiento de playa, pero se exponen a las redadas de multas de aparcamiento que, de vez en cuando, llevan a cabo los vigilantes del Ayuntamiento de Begur. Cuando no queda más remedio que aparcar en la carretera, entonces caminar por el asfalto durante 10 minutos hasta llegar al agua.

Este sábado al mediodía decenas de familias bajan con todo el equipamiento de playa, mientras se cruzan con los primeros desertores que, acalorados, remontan la subida para volver al coche y viajar a casa. Montse, vecina de Begur, señala la única solución para llegar en condiciones: "En coche es imposible venir, por eso nosotros hemos bajado con el autobús municipal que hace la ruta por las calas, que es más cómodo y que los turistas no conocen", explica.

Tumbonas a 25 euros o hacinados en la arena

Superada la prueba del coche, el siguiente obstáculo es encontrar un agujero para extender la toalla sin pisar a nadie. La única garantía real para sentarse cómodamente en la playa es reservar un pack de dos hamacas con sombrilla y pagar 25 euros por mañana o tarde. La mayoría de turistas apuesta por esta decisión. Si no, es necesario venir a primerísima hora para guardar sitios e ir haciendo relevos. Las hamacas de pago son una novedad hecha por concesión del Ayuntamiento desde el año pasado y ocupan más de media superficie de la playa. "Han privatizado una parte de la playa y en el resto de la cala sólo podemos venir por la mañana a bañarnos y marcharnos", denuncia Núria, que viene de Girona.

Restaurantes llenos y acceso desde los barcos

Si no se encuentra sitio en la arena, los visitantes pueden tratar de relajarse en las terrazas de uno de los dos bares restaurantes instalados frente a la playa. Eso sí, por no tentar la suerte, es aconsejable reservar mesa de un día para otro. "Para comer, mucho mejor llamar antes, aunque si se hace cola siempre sale algún agujero", dicen del restaurante Mar i Vent. También hay una opción más cara y exclusiva: el restaurante y hotel de cuatro estrellas El Parador, un macrocomplejo de lujo sobre el acantilado, con unas vistas espectaculares y un precio aproximado que no baja de los 40€ por barba.

Algunos de los clientes que quieren comer paella o pescado en este restaurante no vienen de la aglomeración de la playa sino directamente desde el mar, desde alguna de las barcas amarradas en fila detrás de las boyas, donde pasan la mañana. El club náutico de la playa o empresas de taxi marítimo privado hacen el trayecto en zodiaco desde las boyas hasta la playa para aquellos que quieran disfrutar de Aiguablava sin tener que agolparse entre el gentío.

"Es verdad que Aiguablava es el ejemplo más descarado de la masificación de las playas de Begur, pero Sa Tuna y Sa Riera van por el mismo camino", dice Inés, vecina de Begur que, hasta septiembre, prefiere evitar estas calas y opta por bañarlo se en la playa kilométrica de Pals, "donde no es necesario tumbarse de lado con un desconocido."

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