Si vas a la policía, mataré al perro: otra amenaza en la violencia de género

Más de la mitad de las mujeres no abandonan al agresor por miedo a lo que le pueda pasar a su mascota

BarcelonaMás de la mitad de las mujeres que sufren violencia de género no abandonan al agresor por miedo a lo que le pueda pasar a su mascota. Son datos que detalló la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. Los perros, los gatos, cualquier animal con el que haya una relación afectiva puede utilizarse para ejercer la violencia familiar. Y pasa en dos direcciones, explica la abogada especializada en derecho de familia y animal Cristina Bécares: "Hay gente que hace una instrumentalización del animal para que la otra persona se quede en casa y lanza el mensaje de «Si te vas, el animal se quedará aquí», y hay gente que amenaza con hacer daño al animal para poder controlar a la otra persona, para que se siga sometiendo".

La doctora Núria Querol lleva mucho tiempo trabajando en este ámbito, estudiándolo a escala internacional y colaborando con el FBI. Explica que los agresores se aprovechan de la relación afectiva de la mujer con los animales para irla aislando. "Cuando ella dice: «Voy al gimnasio», él responde: «Aquí nos quedamos Toby y yo, tú misma». Empieza sutilmente. Cuando ella dice: «Me voy con mis amigas», él vuelve con un «Aquí nos quedamos, cuando vuelvas Toby quizá no está». Cada vez es más perverso y la mujer va teniendo más miedo. Un día vuelve y Toby tiene la pata rota. Otro día lo ha quemado con un pitillo", afirma Querol, que ha sido testigo de muchos casos, incluso con animales no domésticos como ocas y gallinas –el ámbito rural tiene otra lógica– o situaciones en las que algunos hombres han "degradado a la mujer obligándola a tener relaciones con el animal", una agresión que hará que ella, por vergüenza, no se lo explique a nadie. Prima el silencio y la obediencia, y así el agresor puede seguir con el abuso.

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Normalizar la violencia

La mayoría de estudios señalan que más del 70% de los agresores de violencia de género han herido o maltratado al animal doméstico de la familia antes. Una cifra que Querol incrementa hasta el 94%, de acuerdo con un estudio hecho en la zona del Vallès con 54 personas que sufrieron violencia familiar (también se incluían casos de violencia filioparental) y que también incluyó el maltrato psicológico en los animales, no solo el físico. "La violencia contra estos seres es tolerada de manera más amplia socialmente. [...] Supone la ruptura de la barrera, el inicio de tolerar la violencia en el ámbito de la familia. De este modo, cuando el agresor quiera iniciar la violencia contra otro miembro de la familia, ya habrá roto todos los inhibidores [...] y podrá hacerlo de manera naturalizada", explica la abogada Carla Vall en su libro Romper en caso de emergencia.

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Esto hace que este tipo de violencia pueda ser un indicativo de riesgo para prevenir situaciones más graves. Así, por ejemplo, en los cuestionarios de evaluación de riesgo que se hacen a las personas que sufren violencia de género algunas instituciones ya incluyen preguntas en este sentido. Y no solo se pregunta sobre los animales que hay en casa: Scotland Yard –dice Querol– también pregunta sobre otros animales. Si la mujer explica que su marido se dedica a "dar patadas a los gatos que pasan por la calle" tienes una información muy valiosa a la que "se tiene que prestar atención" porque puede haber una "escalada" de la violencia y que se traslade a los miembros de la familia. En Catalunya, los Mossos d'Esquadra no lo preguntan en los cuestionarios de evaluación de riesgo, pero sí durante el proceso de denuncia, cuando el agente inquiere a la víctima sobre si el agresor ha maltratado a otros miembros de la familia, incluidos los animales –desde el 5 de enero los animales son considerados un miembro de la familia en España–. Interpretar que alguien que agrede a un animal después lo hará con su pareja es "difícil", pero si una persona es capaz "de torturar o matar a un animal" sus "actos potenciales pueden ser similares", "es un indicador de la potencia agresiva", argumenta Antoni Andrés Pueyo, catedrático y director del máster de psicología forense y criminal de la UB.

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Casas de acogida

Entrar en un proceso judicial es muy complicado para una mujer que denuncia violencia de género. Un elemento que puede posponer este paso es tenerse que desprender de la mascota porque hoy en día los centros de emergencia y acogida no permiten que haya animales. "Algunas mujeres acaban diciendo que, si lo llegan a saber, no ponen la denuncia. Es muy triste y muy preocupante. Que una víctima de este paso tan importante, solicitando amparo, y te diga «Si lo llego a saber, no pongo la denuncia» es un fracaso. Nos tenemos que replantear el sistema", argumenta Querol. Uno de los argumentos para que las mascotas no puedan estar en estos centros es que "los animales tienen necesidades fisiológicas" y, si tienen que salir al exterior, pueden poner "en peligro a la víctima" porque el agresor podría descubrir su ubicación, explica Bécares.

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En este contexto nació en 2020 el programa Viopet. En un año han conseguido más de 1.200 casas de acogida para los animales de mujeres que sufren violencia de género. Hasta ahora, 130 víctimas ya se han acogido a él. "Hay mujeres de alto riesgo a las que, si no se les ofrece un recurso para el animal, puede ser que no vayan y acaben durmiendo en la calle, en el coche o en un cajero porque no se quieren separar del animal de compañía porque tienen miedo a lo que le pueda pasar", dice Querol, impulsora de Viopet después de estudiar el programa SAF-T en Estados Unidos, promovido por la fiscal Allie Phillips y que aglutina una serie de casas de acogida para víctimas de violencia donde ellas se pueden instalar junto con sus mascotas.

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Precisamente, tanto en Catalunya como España se está pendiente de cambios en el marco legal sobre esta cuestión. Por un lado, una vez superado el periodo de alegaciones, el Congreso está tramitando la modificación del Código Penal. "No será un agravante que se maltrate al animal de la pareja, pero sí que se tendrá en cuenta coaccionar a la pareja a través del animal", explica Bécares, que pone de relieve la necesidad de que el Código Civil catalán ande en la línea del estatal y que "maltratar al animal o amenazarlo para controlar" a otro miembro de la familia se tenga en cuenta en procesos de separación, como por ejemplo para no hacer una custodia "compartida de los niños". Catalunya fue pionera en la defensa de los animales y ya en 2003, con la ley de protección de los animales, los consideró "seres vivos dotados de sensibilidad física o psíquica", pero ahora, según los expertos, se tiene que dar un paso más para actualizar la normativa.