Del Me Too a la reacción neomachista

El Me too denunció la violencia sexual y puso al feminismo en la primera línea pero después de la cuarta ola feminista la reacción neomachista se ha hecho fuerte en las redes

Manifestación del día de la mujer en Barcelona.
25/11/2025
3 min

BarcelonaEl feminismo saltó en el 2018 de los movimientos sociales en la primera línea de la agenda mediática y social –ese año se hacía la primera huelga feminista mundial de la historia– gracias al movimiento Me Too de denuncia del acoso sexual que se gestó en Hollywood y se extendió como una mancha de aceite. En el Estado, el detonante fueron las protestas callejeras contra la sentencia de La Manada. El feminismo avanza por oleadas y ahora nos encontramos en la cuarta ola, que tiene la denuncia contra la violencia sexual como elemento clave. El Me Too nos conectó como mujeres e hizo caer el espejismo de la igualdad: "Fue una toma de conciencia. A pesar de muchas décadas de políticas de igualdad y de igualdad en términos formales, por debajo se siguen reproduciendo actitudes de violencia sexual", argumenta Maria Freixenet, investigadora del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales ( La reacción neomachista tras la cuarta ola feminista, firmado por varios académicos.

El Me Too supuso una demanda de cambio en el comportamiento sexual de los hombres. "Empezó con el Me Too, a mí también me ha pasado, y el «Yo sí te creo», a raíz de la sentencia de La Manada y pasamos a «El violador eras tú» que llamaban a Argentina y Chile, sobre qué responsabilidad tienes tú, como hombre, hasta llegar al caso Pélicot: «La vergüenza debe cambiar de bando». La vergüenza y el estigma ya no son nuestros. Hay un cambio profundo en cómo la sociedad entiende la violencia sexual", constata Freixenet. Hasta ahora, se había tendido a ver los casos de acoso sexual como hechos aislados, pero es una plaga que afecta a todas las mujeres y que tiene que ver en cómo se conciben las relaciones hombre-mujer. Se alzaba la voz ante actitudes que hasta ahora se silencian hasta ahora.

Contraonda reaccionaria

Pero toda ola feminista va acompañada de su contraonda reaccionaria y es la que estamos surfeando ahora. "Hay una reacción porque genera incomodidad en una parte de los hombres que no saben cómo situarse ante esa demanda de cambio en su comportamiento más íntimo", añade Freixenet. Son hombres que se sienten atacados por el feminismo.

El Me Too también comportó un rejuvenecimiento del movimiento, ya que muchas mujeres jóvenes se incorporan al feminismo, pero, en cambio, el feminismo retrocede entre los chicos más jóvenes, como constatan todas las encuestas. "Los chicos sienten que no es su momento, que es el de las chicas, y sienten que a ellos no se les escucha", explica Freixenet. Hay sensación de agravio, que mientras ellas están prosperando porque el feminismo las acompaña, ellos divisan un futuro de precariedad.

En este contexto encuentran su lugar los discursos neomachistas. "Ellos compran el discurso de la manosfera que viene a decir que el feminismo ha pasado y que ahora los hombres son las víctimas y los discriminados porque las leyes las benefician a ellas y ellos tienen las de perder". La extrema derecha ha sabido capitalizar ese malestar y el neomaclismo se ha hecho fuerte a través de las redes sociales, donde ha captado a las generaciones de chicos más jóvenes con discursos que pensábamos que estaban superados, como las denuncias falsas, el síndrome de alienación parental o el cuestionamiento de las víctimas de violencia machista. "Les ha dotado de una identidad en un momento de crisis: es en ese desconcierto donde la extrema derecha les pesca", argumenta esta politóloga.

El legado del Me Too

Siete años después, éste es el legado que nos deja el Me Too: que el deseo y el consentimiento de las mujeres cuenta. "Que somos libres e iguales, no sólo en los terrenos formales sino también en lo íntimo". La intimidad era la asignatura pendiente. "Porque la sociedad seguía justificando y excusando comportamientos: es que iba bebida, es que iba sola...", admite Freixenet. Existe un cambio de paradigma en el terreno sexual. Ha habido un cambio en cómo se entiende el consentimiento, el deseo y el acercamiento en el terreno de la intimidad. Un cambio que, según Freixenet, "ha venido para quedarse y resistir el malestar del neomachismo".

Freixenet, sin embargo, es optimista. Aunque el neomachismo tiene una agenda política de derogación de las leyes de igualdad y el riesgo es real, opina que todavía estamos a tiempo de combatirlo con educación. "Nuestra percepción es que la coeducación genera más capacidad de resistencia de lo que pensamos. En la cuarta ola era guay ser feminista y ahora es guay ser neomachista. Los jóvenes consumen el neomachismo en las redes y en YouTube y pueden enviar a una compañera a fregar platos, pero luego, en casa, son ellos quienes los rozan porque son generaciones más igualitarias", explica Freixenet. Hay, pues, margen para trabajar con los jóvenes porque el argumentario neomachista es todavía muy discursivo, se mueve en el terreno de las ideas. "Si dejamos que esto penetre y que genere una identidad, un voto y se consolide en los valores, entonces tenemos un problema", concluye.

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