El virus que ha trastocado la delincuencia
El tráfico de drogas y las estafas, de los pocos que se escapan de la caída sin precedentes por la pandemia
BarcelonaNinguno se habría imaginado que un año después del verano en el que se habló de una “crisis de seguridad” en Barcelona los delitos caerían un 28% en Catalunya y más de un 40% en la capital catalana. El inesperado covid-19 ha tenido un impacto sin precedentes en la delincuencia, que, una vez cerrado el primer año de la pandemia, ha dejado un balance que difícilmente se volverá a repetir. Como en todos los ámbitos, el factor más determinante del 2020 ha sido el confinamiento domiciliario, a pesar de que otro de los efectos del virus es que “se ha perdido la vida en la calle”, recuerda el presidente del Colegio de Criminólogos de Catalunya, Daniel Limones. Esto ha hecho que se redujeran las “oportunidades” para llevar a cabo algunos de los delitos más habituales.
El 39% de las denuncias que recibieron las policías en 2019 fueron por hurtos. En cambio, en 2020 los hurtos han supuesto el 31% de todos los delitos. A pesar de que mantienen un peso en la delincuencia de Catalunya, en el último año se han denunciado unos 80.000 menos. “Los hurtos se fundamentan en dos cosas: estar ocupado o despistado y una falta de supervisión de vigilancia. Ahora si alguien se nos acerca somos más ariscos que antes, porque no nos podemos tocar, y los hurtos vivían de esto en las zonas concurridas”, define la criminóloga Helena Mulero. En cuanto a los ladrones que los cometían, Limones considera que una parte correspondería al crimen organizado, que es internacional y se habría “marchado a otro mercado”.
Pero no todos los delitos han bajado. Entre los pocos que se escapan de los números rojos está el tráfico de drogas. El ascenso no está tan vinculado al hecho de que se haya consumido más –en un año en que el ocio nocturno ha quedado cerrado–, sino a los efectos de las restricciones por el covid, como por ejemplo el confinamiento y el toque de queda, porque “cualquier movimiento es detectado más fácilmente por la policía o la ciudadanía”. Además, “el control social ha ido al alza, con ojos en la calle controlando”, dice Limones, como también las quejas de los vecinos por las molestias que causan los narcopisos porque están más en casa. De hecho, los Mossos han aprovechado para asediar a los narcopisos mientras los traficantes hacían llegar la droga a domicilio con riders de comida.
Sobre la ocupación de inmuebles, que ha aumentado, Limones recuerda que no quiere decir que efectivamente se hayan llevado a cabo, puesto que los datos de la policía no diferencian las ocupaciones de los intentos y atribuye el repunte al hecho de que los vecinos, como no salen tanto de su domicilio, enseguida se dan cuenta. Las estafas son otra de las excepciones: en el primer año de la pandemia crecen y los expertos lo relacionan sin lugar a dudas con la ciberdelinqüència. “Continuará hacia arriba porque los hábitos han cambiado”, pronostica el especialista en seguridad Montse Iglesias-Lucía, porque con el covid las personas pasan más horas ante una pantalla. Pero el portavoz de los Mossos, el comisario Joan Carles Molinero, también admitía jueves preocupación por las estafas vinculadas al coronavirus , la mayoría con llamadas.
En el balance hecho por los Mossos, Molinero destacaba la caída de los hurtos y de los robos violentos en la calle así como los robos en tiendas. Y añadía otro incremento del último año, como los delitos por desobediencia, resistencia y atentado a los agentes de la autoridad, lo cual se atribuye a la intervención policial por las restricciones de tipo social y de movilidad.
Lo que puede venir a partir de ahora
¿Hasta cuándo durarán los efectos de la pandemia en la delincuencia? Se hace difícil hacer una previsión con un virus que ha traído muchas sorpresas. Pero Limones asegura que uno de los factores a tener en cuenta es el turismo, que ha demostrado tener “una gran incidencia”. “Si ahora empezamos a abrir las puertas y tenemos el turismo de antes, se producirá un aumento con la tendencia de entonces”, avisa el presidente del Colegio de Criminólogos. Al margen de los turistas, aventura que los delitos contra el patrimonio –los hurtos y los robos– entrarán en “una estabilización” que seguramente se acercará más a los datos de hace dos años que a las cifras del 2020. También hace un llamamiento a las administraciones a abordar la desigualdad social que provoca que personas se dediquen a la delincuencia.
A la espera de que se publiquen encuestas de victimización –que miden los delitos desde la percepción de las víctimas– que recojan los efectos del covid, la inseguridad continúa como una preocupación a pesar del descenso del último año. En Barcelona, el barómetro de diciembre todavía situaba la inseguridad como el principal problema, pero con menos fuerza que antes. “Es una ciudad que está pagando la mochila que traía”, considera Limones, después de que hace dos veranos la inseguridad centró el debate coincidiendo con una concentración de homicidios. El 2020 ha sido el contrario, porque se han producido 48 homicidios y asesinatos en todo Cataluña, 10 menos que el anterior.
La profesora de seguridad internacional en la Universitat Ramon Llull Sonia Andolz plantea que el concepto de seguridad sea más amplio y no haga referencia solo a la situación física en la calle. “En un momento de crisis e incertidumbre, se tiende a tener una percepción más sesgada”, explica, también por la influencia de la gestión del virus. Andolz apunta que la falta de policía para hacer cumplir las medidas del covid se puede relacionar con la sensación de inseguridad.