Barcelona, una década en relieve de vecinos
Ya hace seis años que las personas no nacidas en la ciudad superan a los nacidos en Barcelona y los hogares con menores no llegan al 22%
BarcelonaLa capital catalana es un caso de estudio demográfico aparte. "Es epicentro y polo de atracción, pero en lugar de crecer mucho se ha mantenido más o menos estable en la última década", adelanta la doctora en geografía humana de la UB Arlinda García Coll, experta en migraciones internas, internacionales y en movilidad residencial. "Barcelona está plana por el componente de sustitución", explica la demógrafa. En resumen: no crece tanto porque las personas que llegan acaban sustituyendo –o expulsando– a las que ya vivían.
En los últimos 10 años, Barcelona ha pasado de los 1,6 millones de personas a 1,7 millones. Esto representa un aumento de población de poco más del 5%, mientras que L'Hospitalet ha crecido un 11% y otras ciudades del área metropolitana oscilan entre el 10% y el 13%, como es el caso de Sant Cugat o Rubí, o suben mucho más, como es el caso de Sant Just Desvern, con un 27%. Según los últimos datos del Ayuntamiento de Barcelona, la capital catalana también crece impulsada por la entrada de nueva inmigración, mientras que los nacimientos y defunciones tienden a estabilizarse.
Ya hay algunos datos recientes que refuerzan la tesis de Garcia Coll. Barcelona crece pero a un ritmo cada vez más lento, y el número de familias con hijos menores van a menos y no llegan ni a la cuarta parte de los domicilios (21,8%). Además, la población autóctona no deja de caer y en 2019 se produjo un cambio significativo y, por primera vez, el número de personas empadronadas no nacidas en la ciudad fue superior al de las personas nacidas en la ciudad. Actualmente, la población autóctona representa menos de la mitad, un 45%. Además, las personas con nacionalidad extranjera empadronadas van en aumento y ya son el 26% de la población.
"Hay un cambio de población: una expulsión de la clase media, media-baja e incluso la media-alta de toda la vida, que se está sustituyendo por extranjeros de alto poder adquisitivo y alquiler turístico", sentencia Garcia Coll. "Los barceloneses de toda la vida se están marchando porque, incluso aquellos que tienen estabilidad laboral y un sueldo digno no pueden pagarse una vivienda", explica. La demógrafa detalla que quienes "entran" son "personas extranjeras, con alto nivel adquisitivo, que transforman el barrio tanto en lo que se refiere al comercio como a los servicios".
En paralelo, las salidas se caracterizan por la búsqueda de una vivienda más barata e incluso por un fenómeno cada vez más creciente, que es irse a vivir a la segunda residencia. "Hay padres que se marchan para dejar el piso de Barcelona a los hijos o hijos que deciden hacer vida fija a lo que era la segunda residencia de sus padres", detalla la experta.
Todo ello hace que la población en Barcelona no haya experimentado ningún gran repunte de población. Esto a pesar del boom generalizado que se vive en Cataluña. "¿Tiene cosas buenas? Sí, hay más y mejores puestos de trabajo, por ejemplo, y más movimiento de dinero, pero lo que vemos, en términos generales, es que la gentrificación y la turistificación es grave y está arrasando la vida en los barrios y todo el tejido asociativo y de cohesión social que tenía la ciudad", concluye.