Vivienda

Los catalanes no pueden irse de casa de los padres hasta los 30 años

Las causas del retraso son el precio del alquiler, la inflación y los sueldos

Martina Castells
y Martina Castells

BarcelonaEl acceso a la vivienda sigue siendo uno de los problemas que más afectan a la gente joven. De media, los catalanes no se marchan de casa hasta los 29,8 años, una cifra inferior a los 30,3 años del Estado, y cuatro por encima de la media europea, que se sitúa en los 26 años. La evolución de los salarios a la baja y la tasa de temporalidad de los trabajos, el precio de la vivienda y la falta de oferta de alquileres protegidos, el estado civil y el aumento de personas con estudios superiores –que retrasa el entrada en el mercado laboral– son los factores que contribuyen a la demora de la emancipación. Así lo concluye el tercer monográfico de la cátedra de empresa Vivienda y Futuro de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y la Asociación de Promotores y Constructores de Edificios de Cataluña (APCE), que se ha publicado este miércoles.

“No es sólo que los salarios no suban, sino que la vida aumenta de precio. Los jóvenes están perdiendo poder adquisitivo”, ha explicado el catedrático de economía aplicada en el TecnoCampus-UPF y autor del monográfico, Josep Maria Raya. También se ha referido a la desigualdad generacional, ya que la riqueza de las familias en España se concentra principalmente en tener una vivienda, y el informe demuestra que las personas mayores de 75 años –que tienen un inmueble de propiedad – acumulan cinco veces más riqueza que los menores de 35 años. De hecho, esta desigualdad ha aumentado un 61% desde 2014.

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Por su parte, el presidente de la APCE, Xavier Vilajoana, ha indicado que "los salarios son el resultado de la actividad económica" y ha destacado la importancia de la productividad. "No conozco ninguna empresa que, si le va bien, no quiera contratar", ha comentado. En términos de la mejora del mercado laboral, los autores del informe también han pedido la reducción de la temporalidad, aunque consideran que la última reforma laboral "parece apuntar en la dirección correcta".

Obligados a alquilar

El monográfico también apunta a que el problema está ligado a la situación estructural del mercado de la vivienda. En Cataluña los precios de alquiler se han disparado un 53% acumulado desde 2015, al tiempo que en el mismo período la renta per cápita ha retrocedido diez puntos. Es decir, los pisos son más caros y el poder adquisitivo es menor. Los jóvenes, frente a la dificultad de comprar una vivienda, se ven abocados al alquiler, un mercado que se encuentra tensado por la falta de oferta. En este sentido, los autores destacan que “es necesaria una mayor oferta de viviendas públicas y privadas, tanto de alquiler como de propiedad, especialmente en las grandes ciudades y zonas metropolitanas”.

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Además, han expresado que también son necesarios “incentivos para los jóvenes solventes que pueden hacer frente a una cuota de hipoteca, pero no tienen ahorros para asumir la entrada de un piso”. Se trataría, dicen, que los jóvenes pudieran firmar un préstamo que financiara el 80% de la vivienda o que el estado les avalara o asumiera parte de la propiedad del piso (por ejemplo un 20%). Este modelo proviene del Reino Unido, que cuenta con una fórmula de copropiedad en la que el Estado asume la responsabilidad de una parte de este ahorro inicial y potencia acuerdos con entidades financieras. Según Raya, esta modalidad "parece que arranca" en Catalunya, aunque los bancos consideran que "se les traslada demasiada responsabilidad".

Las conclusiones del estudio plantean que la opción de estudiar una formación profesional o universitaria dual –con un trabajo a tiempo parcial– permitiría acceder antes al mercado laboral y, por tanto, que los jóvenes se emanciparan a edades más tempranas. Por último, Raya ha advertido que si nada cambia los jóvenes tendrán el acceso a la vivienda aún más difícil en diez años. Según las cifras que ha dado, cada año se forman 285.000 familias, mientras que se construyen 110.000 viviendas nuevas, con lo que el déficit anual se sitúa en 170.000 pisos. "Cada año se tensa más el mercado de la vivienda y suben los precios", ha concluido.