"Cuando llueve no nos atrevemos a dormir dentro de casa, dormimos en la autocaravana"
Dos años después del temporal 'Gloria', un grupo de vecinos de Cànoves i Samalús aún no han podido volver a su casa
Cànoves i Samalús (Vallès Oriental)"Se había ido la luz, no teníamos calefacción y decidimos dormir los tres, con el hijo mayor, juntos en nuestra cama", recuerda Xavi desde la que había sido su habitación, ahora vacía. "Lovía tanto y oíamos tantos ruidos que yo pensaba que al día siguiente el roble de aquí al lado habría caído en el patio de casa. Y ojalá hubiera sido eso". Cuando llegó el temporal Gloria, solo hacía dos años que Xavi y su mujer se habían comprado la casa. "A la mañana siguiente, cuando me desperté y miré por la ventana no entendía nada. Las casas de delante habían desaparecido", recuerda todavía sorprendido. La suya estaba llena de grietas. Aquella misma noche, tres casas más allá, Sònia y Sergi intentaban sacar el agua que les estaba inundando la casa. "Cada pocos segundos oía un ruido como de vajillas rompiéndose, que duraba un segundos y paraba". Era la casa de la Joana y Carlos, que se hundía. La misma que desapareció de la vista desde la ventana de Xavi. "Estamos vivos de milagro", admite Joana mientras mira el montón de escombros de lo que queda de su casa. Todavía ahora se identifican la cocina y el lavabo, una nevera, un microondas, un colchón. Solo unas horas antes de que el edificio se hundiera, la familia, compuesta por el matrimonio y dos hijos, habían decidido que –como no tenían luz– pasarían la noche en casa de los abuelos. Ya llevan dos años. "Cuando fui al Ayuntamiento a pedir ayuda, la persona de servicios sociales me dijo, con muy poca empatía, que lo que tenía que hacer era buscar las escrituras: yo le contesté que lo único material que me quedaba era el jersey de hace 30 años que llevaba puesto". Perdieron todos los recuerdos acumulados en 27 años, desde que se casaron.
Aquella noche, hace hoy dos años, el temporal Gloria –que dejó hasta 400 litros en Cànoves i Samalús, en el Vallès Oriental– empapó tanto la tierra que provocó un desprendimento en una de las vertientes del cerro, donde vivían estas familias. Tres casas se derrumbaron y siete más quedaron afectadas con daños estructurales importantes. "El ayuntamiento nos recomendó que no viviéramos allí", explica Xavi. Hicieron sus maletas y todavía no han podido volver. "Yo estoy pagando la hipoteca de la casa y ahora un alquiler", explica este vecino, que hoy ha vuelto a la casa, donde todavía hay muchos objetos personales de valor. Otros como Joana y su familia han podido instalarse en casa de familiares. Eso sí, sin nada. Han empezado de cero. "Solo pudimos rescatar a nuestra gata, que había huido, una medalla de mi hijo y algunas fotografías y ropa, pero están estropeadas por el agua y el escombro", explica todavía emocionada.
Para los que todavía tienen la casa en pie, la situación no es mejor. La familia de Xavi no ha podido volver. "El terreno se está inclinando, no es nada seguro", mantiene. La presión económica hizo que Sònia, Sergi y su hija de 13 años decidieran volver. Han hecho obras para asegurarla, pero tienen miedo. "La casa se mueve, se va desplazando centímetros hacia abajo", explica Sònia mientras pone la mano entera dentro de una grieta que ha aparecido hace poco y ha desplazado unas escaleras. Todo el porche y el jardín tienen cicatrices recientes, en forma de grietas, que hacen evidente que los movimientos de tierra continúan y son rápidos. "Cuando llueve no nos atrevemos a dormir dentro de casa, dormimos en la autocaravana", explica señalando el vehículo, aparcado en lo alto de la parcela. "Vamos haciendo; los técnicos dicen que, antes de caer, la casa nos dará señales, nos avisará", insiste.
Otras casas en peligro y ninguna ayuda
Estos vecinos ya no pueden más, por eso han decidido hacer público su caso. Se sienten ignorados y "abandonados". Las aseguradoras les dicen que nada de lo que ha pasado les entra en la póliza: "No lo consideran inundación porque no se acumuló el agua en las casas, sino en el subsuelo", explica Xavi. El Consorcio de Compensación tampoco se hace cargo porque "no prevén los desprendimentos". Reconstruir la casa o estabilizar el terreno es una opción que se escapa de sus bolsillos y el Ayuntamiento les dice que, al ser una propiedad privada, no pueden intervenir. "Físicamente, psicológicamente y económicamente no podemos más", admite Sònia. Ella, Joana y Xavi explican su caso con determinación cuando están juntos. Por separado, sin embargo, los tres se desmontan y las lágrimas les vienen a los ojos. "Revivir todo esto ahora es durísimo", admite Xavi.
También se rehacen rápido; tienen mucho que explicar de la lucha que les queda por delante. Desde que el temporal se les llevó la casa no han parado, se han movido para obtener informes técnicos detallados y ahora se plantean empezar a reclamar y a poner demandas a las aseguradoras. "Tenemos contratados a un equipo de abogados y geólogos y entre seis vecinos hemos mandado hacer un informe muy completo, con sondajes en toda la montaña, que nos ha costado más de 40.000 euros", explica Xavi con lenguaje digno de ingeniero (a pesar de que él es enfermero). "Ahora sabemos que en el subsuelo, además de seis metros, hay bolsas de agua y también tres fallas. El terreno no es seguro y aún así se han construido casas con permisos. El informe demuestra que lo que pasó puede volver a pasar y esto afecta a buena parte de la calle, no solo a nosotros", advierte Sònia.
La solución cuesta más de millón y medio de euros
Estos vecinos hicieron llegar el informe al alcalde, que de momento, según la versión de los afectados, "no ha movido ficha". "¿A quién pertenece el subsuelo? Según la ley, a la administración", plantea Sònia, que asegura que han echado de menos ayuda "pero sobre todo empatía". El ARA ha intentado ponerse en contacto con el alcalde de Cànoves i Samalús, del partido independiente Nou Impuls i Unitat, por varios canales, sin éxito.
El informe encargado por los vecinos también aporta soluciones. Los técnicos apuntan que para asegurar el cerro hace falta una obra con pilotos a mucha profundidad, para anclarlos sobre terreno duro. ¿El coste? Más de un millón y medio de euros. "Es imposible que nos hagamos cargo solo seis familias, el problema va más allá", insiste Sònia. Dos años después de que Gloria arrasara su vida, su mensaje está claro: "Pedimos que aseguradoras y ayuntamiento se impliquen, para ayudarnos, y para que lo que nos pasó a nosotros no le vuelva a pasar a ningún vecino", coinciden los afectados.