Àlex Morales, bailarín y coreógrafo: "La danza debe estar más presente en las escuelas"
Campeón de salsa, reivindica el baile para volver conectar a las personas en tiempos de teléfonos móviles
“Desde muy pequeño he escuchado música en casa, porque a mis padres siempre les ha gustado mucho. Tampoco faltaba en los viajes en coche. Cuando yo tenía unos 15 años, ellos empezaron a bailar en el centro cívico de San Martín, mi barrio de Barcelona de toda la vida. Los bailes de salón los unieron mucho e hicieron un grupo de amigos muy simpático. Viste ahora como adulto, creo que el baile les cambió la vida. Y un día me preguntaron si quería ir a bailar con ellos”, recuerda Àlex Morales, que de adolescente no podía imaginar que aquella invitación acabaría marcando también su vida. Dedicarse profesionalmente entonces al baile no entraba, en sus planes, porque el que quería ser desde niño futbolista. Sin embargo, cuando llegó, el momento de elegir estudios universitarios, optó por el mundo de la educación, su otra vocación. De naturaleza inquieta, no tuvo bastante con una carrera. “A mí siempre me había gustado enseñar. Con 16 años me saqué el título de monitor de ocio y trabajé en comedores y casales de verano. Entonces también hacía de entrenador de fútbol. Cuando me planteé que quería estudiar, elegí Magisterio, pero me informé también de la carrera de Educación Social y me interesó mucho. Por eso decidí tirar adelante con las dos titulaciones, pese las dificultades”, explica el bailarín.
Más que un 'hobby'
Aquellos fueron unos años intensos de combinar estudios y trabajos, sin dejar nunca de lado su afición por el baile. Dos mundos, el de la educación y la danza, que acabaron uniéndose. “Cuando acabé Educación Social y trabajé en centros de menores tutelados por la administración, ya hice algunos proyectos de danza con ellos que fueron muy positivos. El baile continuaba siendo para mí como un camino paralelo en mi vida, qué yo básicamente me tomaba como una afición. Pero en realidad era más que un hobby, porque le dedicaba muchas horas a la semana. Me gustaban varios estilos, pero sobre todo los bailes caribeños, como la salsa, el merengue, el chachachá o la bachata. Cuánto más bailaba, más aprendía y todavía quería más. Con el tiempo, me ha dado muchas alegrías, como la de ser campeón de salsa”, reconoce Morales, y añade: “En otro momento de cambios en mi vida, que han sido muchos, decidí que quería tirar adelante un proyecto que combinara definitivamente la educación y la danza, que me permitiera difundir todos los beneficios que el baile aporta a las personas sin perder esta mirada de educador”.
Los beneficios del baile
El resultado de ese impulso emprendedor fue la fundación de la academia DanceLab, que cuando llega al final de curso llena las calles y plazas de Sant Martí de estudiantes del centro que ensayan sus números para el espectáculo de clausura. No se trata sólo de bailar, sino también de crear comunidades que van más allá de uno mismo. "Físicamente, el baile comporta beneficios a personas de todas las edades, pero sus valores van más allá. También aporta habilidades sociales y herramientas comunicativas verbales y no verbales. Al final se aprende a romper el hielo y a formar parte de un colectivo. En tiempos de pantallas, teléfonos móviles y redes sociales, la danza permite que las personas se vuelvan a conectar cara a cara", defiende el coreógrafo, que con su compañía lucha también por profesionalizar los bailes caribeños. Sin embargo, a su juicio, el gran reto es integrar la danza en la formación de los jóvenes: “El baile debe estar más presente en las escuelas y formar parte del sistema educativo porque es importante que en las aulas se trabaje con una perspectiva más multidisciplinar e integral”, concluye.