Cómo nos concimos

Pilarín Bayés: “Nos querían prohibir casarnos por la tarde por miedo a orgías”

Dibujante

Selena Soro
y Selena Soro

A una jovencísima Pilarín Bayés le gustaba un chico del pueblo. Para acercarse decidió que organizaría un encuentro informal en casa. “El tema se tenía que rellenar para disimular, así que invité a mucha gente”, rememora. Uno de ellos fue Joan Maria, que enseguida le haría olvidar al chico que le había gustado hasta entonces. “Yo iba a clase con sus hermanas: ¡en su casa eran doce!”. Joan Maria estudiaba textiles en Terrassa y al principio Bayés creyó que era “demasiado chulo”, pero a los días él le envió un libro de Paul Claudel que le gustó mucho y se hicieron amigos. “Entonces él tenía que irse a Galicia a hacer las milicias universitarias. Me dijo que le escribiera que estaría muy desvalido”. 

Empezaron a escribirse cartas, que Bayés cerraba siempre con algún dibujito. “Una vez dibujé a Joan Maria, vestido de soldado y parando la lluvia con un paraguas. Se pegó un buen hartón de reír: «¡Los soldados tienen prohibido ir con paraguas!», me dijo”. 

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Cuando Joan Maria volvió de la mili empezaron el noviazgo. “Él me dijo desde el principio que no tenía pensado casarse, que hacerlo era atarse: ¡casi cincuenta años estuvimos casados!”, explica risueña la dibujante. La boda, eso sí, querían que fuera diferente. “Nos casaremos por la tarde, sin vestidos largos, y haremos una merienda”, decidieron. “Pero resulta que la Iglesia prohibía las bodas por la tarde y, cuando acudimos a la vicaria general de Vic, nos explicaron que era una norma de la Edad Media porque por la noche había «más riesgo de orgías». Le preguntamos: «¿Está diciendo que en nuestra casa tenemos cara de orgías?»”. El vicario no dijo nada, pero el tema llegó al obispo de Vic, que había sido profesor de Joan Maria. 

“Nos dijo que nos ayudaría, pero que teníamos que encontrar un precedente. Y lo encontramos: el caso de un hijo de la escritora Mercedes Salisachs: el pobre había llegado tan borracho de la despedida de soltero que había tenido que casarse por la tarde”, explica Bayés.  

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Y así fue como Joan Maria y Bayés tuvieron la "boda progre” que querían. “Fui muy feliz a su lado: teníamos una complicidad muy bonita. Los maridos de entonces querían a las mujeres en casa portándose bien, pero Joan Maria no era un marido de la época. Aprendió a cocinar y se encargaba de los niños para que yo pudiera ir por todas partes con mis dibujos”, explica Bayés. Por las noches, Joan Maria le leía mientras ella dibujaba. “Era muy campechano y divertido. Ay, sí, fui muy feliz a su lado”.