El señorito andaluz (segunda parte)

El lema de nuestro señorito andaluz es “o corte o cortijo” y, por lo tanto, tonterías las justas: después de rezar los laudes se planta en la finca el primero de todos para dar ejemplo y, a caballo, vestido combinando tonos de beige como solo en Andalucía saben hacer, tocado con un cañero de paja y una vara de mimbre en la mano, acompañado del vaquero, el yegüero y el guarda, repasa el terreno, las vallas, las dehesas de ruedos excepcionalmente cómodos, los pinares y las viñas, suelta las yeguas y los potros en los prados (él dirá “a los verdes ”) y mira los animales que están a punto de parir... A media mañana, a pesar de que él se tiene por “una persona de campo”, no le quedará más remedio que trasladarse a la oficina para realizar tareas administrativas y contestar por correo postal y a mano a todas las peticiones de las instituciones a las que pertenece, si no las preside directamente, como por ejemplo la Cámara Agrícola Jerezana o la Feria del Caballo, porque su pasión es, como era de esperar, la cría de hispanoárabes.

Al atardecer, después de las vísperas, cuando baje la temperatura y según marque la temporada, se entregará, acompañado esta vez del heredero a quien ha conseguido inocular la pasión por la vida campestre, a alguna de sus actividades favoritas: correr liebres, lancear jabalíes, practicar con la garrocha, el acoso y derribo o los tiros de caballos.

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-Mamá, ¿qué tal?

-Desfallecida, me tiene Mafalda, completamente agotada, qué exagerados son todos aquí, en Andalucía te enseñan todo el tiempo todo lo que tienen, no paran, siempre se me olvida lo bestias que son, si lo llego a saber me presento dos minutos antes de que empiece la boda y santas pascuas. Tu padre y Teddy derrotados también, no te vayas a creer, lo que pasa es que les ha dado por hacerse el hombre y están tirando para adelante como buenamente pueden pero sacando el hígado por la boca, ahora están con Curro en una capea...

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-No será para tanto...

-¡Será más! Ayer me tuvieron todo el día, a cuarenta grados, jugando a croquet, que no doy una y tu tía Casilda tampoco, que conste, ¡tanto hándicap, tanto hándicap!, ya le dije, “Cas, no te líes, el golf para el croquet no te sirve para nada”. Nos estamos poniendo como bolas, que esa es otra, porque el croquet no es nada cardiovascular y aquí no paramos de comer: ayer de recena hasta las tantas en la casa de Rocío y hoy pinta que la cosa va ir por el mismo camino y para después de la boda ya están todos que si nos vamos al Puerto que si a Punta, un desmán...

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-Bueno, ya sabes que ir a una boda con resaca es lo normal....

-¡Pero es que vamos a llegar en coma! ¡Y de rodillas! Por cierto tu padre se ha encaprichado de dos cachorros de bodeguero y creo que se los va a llevar para allá, o sea que iros preparando. Yo le he dicho que son perros silvestres pero, claro, a él le da absolutamente igual lo que yo le diga y mira, pensándolo bien, hace estupendamente, porque a estas alturas lo que él piense a mi también me importa un pito o sea que estamos ‘à la page’.

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-¿Y Consuelo?

-Bueno, tan divertidísima como siempre, nos hemos reído una barbaridad recordando los viajes al Rocío con el barco del Up & Down, qué aguante teníamos y qué remonas estábamos. De aquella época solo hemos conservado la mala leche. Ha mandado a Tano a Barcelona porque empieza lo del MBA. Ya le dicho que en cuanto ponga un pie en El Prat nos llame y le montamos planes. Y Peque sigue en Cunef, o sea que todo sigue su curso, gracias a Dios.

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-¿Al final te vas a poner el tocado?

-¿El que me compré de paso por Madrid? ¿El de Conchita? Creo que sí porque aquí la que no va con mantilla va con pamelón. Van super equipadas... Claro, esto en Santa Maria del Mar sería inaudito, pero aquí como se atreven con todo, pues te adaptas y listas. Además me ha dicho Mafalda que van a poner una peinadora porque, con el calor, se permite a las señoras que nos saquemos el sombrero una vez en casa y antes del almuerzo, pero bueno, fíate, porque ha confirmado la Infanta y como se haga la fina y le dé por no descubrirse, aquí, con lo pelotas que son, no se descubre ni Dios.

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-Total, que lo estáis pasando de película de cine...

-Pues eso digo yo, que ni tan mal.

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El día de la boda de su hija, que lucirá tiara de platino y diamantes y velo de ensambladura de la familia, el señorito andaluz, vestido con el uniforme de Maestrante de Ronda, bicornio de pelo de seda negra con desmayo de plumas incluido, acompañará a la novia hasta la iglesia de San Miguel atravesando todo Jerez con un landeau tirado por cuatro caballos plateados que, debido a las bolitas que se colocan entre el tapiz del domas de los asientos para que se conserven en las cocheras de la finca, hoy en desuso, desprende un sutil olor de naftalina.