El análisis de Antoni Bassas: 'Fusilamiento de Compañeros y el proyecto político español'

Hoy, reducir Catalunya a una región sigue siendo una razón de ser de la cultura y la oferta política españolas, con más o menos matices. Podemos no quiere que Catalunya tenga las competencias en inmigración, el PSOE está haciendo el ronso en la financiación de nuestro dinero, y qué decir del PP, con su beligerancia contra la lengua catalana, o de Vox en todo.

15/10/2025
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Esta madrugada ha cumplido 85 años que el presidente Lluís Companys fue fusilado por España. El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ha dispuesto la corona de flores al pie de la tumba de Companys en el Fossar de la Pedrera del cementerio de Montjuïc, en Barcelona.

A Companys le fusilaron por lo que era y no por lo que hubiera podido hacer. Le fusilaron, tras una parodia de juicio, porque era el presidente de Catalunya. Y en la visión que tenía de España la dictadura fascista de 1940, Cataluña no podía tener presidente porque no era un país, era una simple región española. Esa tensión histórica no ha desaparecido. De hecho, la gran concesión de la Transición, hecha por España con mucho miedo y algo de realismo y deseo de reconciliación, es que Cataluña tenía derecho a una arquitectura institucional, lo que dio lugar al retorno como presidente de Cataluña de alguien, Josep Tarradellas, que había sido consejero de Lluís Companys. Eso sí, para que no fuera dicho, decretaron el café para todos.

Hoy, reducir Catalunya a una región sigue siendo una razón de ser de la cultura y la oferta política españolas, con más o menos matices. Podemos no quiere que Catalunya tenga las competencias en inmigración, el PSOE está haciendo el ronso en la financiación de nuestro dinero, y qué decir del PP, con su beligerancia contra la lengua catalana, o de Vox en todo.

Por eso fue interesante oír ayer a Feijóo, que eligió Barcelona para presentar su plan sobre inmigración, donde se recoge la exigencia lingüística, exigir el nivel B2 de castellano, que es bastante alto, con la idea explícita de que vengan latinoamericanos y no vengan magrebíes, subsaharianos y asiáticos. Estamos como siempre: exigir el castellano, bueno. Exigir el catalán es racista. En resumen:

"Nuestro objetivo es devolver a la nacionalidad su sentido más elevado. Que sea un mérito y un premio al esfuerzo ya la integración real, y no una simple gestión burocrática. En otras palabras, la nacionalidad española no se regala, se merece."

Feijóo se enzarzó en la siempre resbaladiza y peligrosa misión de definir qué es ser español, y dijo que era "compartir un proyecto común, unos valores y un destino, y sentirse parte de algo mayor". No definió ni qué valores, ni qué destino (palabra mucho del gusto falangista), pero a la vista de la oferta política del PP, es evidente que éste es su proyecto, no el nuestro.

Buenos días.

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