El análisis de Antoni Bassas: 'Unos pocos resistentes al MNAC'
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Hola, ¿cómo están?
Ayer, mientras esperábamos el balance de fin de temporada de Sánchez, les decía que al presidente español, muy tocado por la corrupción de los casos Cerdán y Ábalos, ya solo le quedaba resistir, porque no parecía estar en disposición de aprobar unos presupuestos. Y así fue. Para proyectar una ilusión de fortaleza (una ilusión pálida, desde luego), anunció que presentaría un proyecto de presupuestos aunque no tenga los soportes atados, que no los tiene. Cómo estará Sánchez, que dijo estar dispuesto a reunirse con Puigdemont para aprobarlos. Es un señuelo que difícilmente morderá al presidente en el exilio. Es un señuelo goloso: hoy en día, la principal fortaleza de Junts son sus siete diputados en Madrid y Puigdemont lleva tiempo reclamando que, dado que no hay amnistía judicial, haya al menos una "amnistía política", una rehabilitación pública. La reunión lo sería, pero no por aprobar los presupuestos de Sánchez, sino por inmigración o catalán en Europa. Aparte, la mayoría de la investidura de Sánchez es tan heterogénea que le puede fallar cualquiera, como Podemos. Tomen nota de esta idea: Podemos tiene todos los números para recibir las culpas de Sánchez si cae el gobierno español y viene uno del PP y Vox. A Sánchez le interesa más electoralmente que la culpa recaiga sobre Podemos, porque puede sacar mucho beneficio electoral entre los votantes de izquierdas.
Mientras, en Catalunya, Junqueras constata que si la financiación depende de la vicepresidenta Montero, candidata a presidir Andalucía, la negociación no puede ir bien.
Esto el mismo día que técnicos de Aragón, o, mejor dicho, contratados por Aragón, porque eran de Valladolid, entraron a tomar medidas de las pinturas de Sijena, que próximamente serán expoliadas por orden judicial. En la puerta del MNAC les esperaban una cincuentena de independentistas comandados por el jefe de la ANC, Lluís Llach, más o menos como en Montserrat o en el Liceu el otro día con la visita del rey. El voluntarismo de los congregados merece todo el respeto, pero la imagen es la prueba de que el independentismo se ha vuelto una cuestión de pensamiento y no de acción. No ha desaparecido: el último estudio del CEO daba un 40% al independentismo que, francamente, después de tanta represión y desunión, es notable. ¿Qué dicen Junts, Esquerra o la CUP, cuando ven estas imágenes? Es hora de insistir más en la autoestima que en el agravio, con liderazgos renovados y sobre nuevos discursos. Porque las razones para mantenerse en ella siguen.
Buenos días.