Illa y Puigdemont, un trámite amable para alargar las conversaciones
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Tanto hablar de esa reunión, y aquí la tienen. El presidente Illa recibe al presidente en el exilio Puigdemont en la sede oficial de la Generalitat en Bruselas. Tras el apretón ante las cámaras, pasaron a una sala y estuvieron hablando a solas durante una hora y media. A la salida ninguno de los dos hizo declaraciones y debemos hacer el juego de las suposiciones. Seguro que ustedes han sacado sus propias conclusiones sobre estas imágenes. Aquí tienen las nuestras:
La reunión era el mensaje, porque permite que las conversaciones PSOE-Juntos sigan. Lo necesita Sánchez para resistir y Junts para mantener el protagonismo político. Sánchez quisiera que Junts aprobara los presupuestos o la próxima reforma laboral (difíciles ambas pretensiones) y Junts quiere catalán en Europa y traspaso de inmigración (igualmente difícil). Y, por supuesto, Puigdemont quiere volver a casa y Junts necesita que vuelva. Eso no depende del PSOE, pero sí depende de ir normalizando su interlocución con Puigdemont, que es lo que Illa hizo ayer, dando el paso definitivo para la reunión Sánchez-Puigdemont. Es lo que Junts mismo dijo un día "amnistía política": o sea, ya que los jueces no le amnistían, que Sánchez no se esconda de hablar con él. Piensen algo: a Sánchez ya no le viene de aquí. Se sostiene por un pelo y acaba de decir que hay jueces que hacen política, que van contra él, o sea, que hacen lawfare, lo mismo que dice Puigdemont y ha dicho el independentismo. Esto les acerca.
Del contenido de la reunión sabemos que ni Illa ofreció a Puigdemont más peso en Catalunya si apoyaba a Madrid ni se adelantó en la negociación de los presupuestos del Estado o de la Generalitat. Fue un trámite amable entre dos personas que nunca se habían conocido personalmente, dos políticos que calcularon que les convenía encontrarse, por mucho que vengan de muy lejos políticamente. Y alargaron la amabilidad en las redes. El presidente Illa pió primero que se había encontrado con Puigdemont: "Tal y como he hecho con el resto de expresidentes. [...] El diálogo es el motor de la democracia para que Catalunya siga avanzando".
Y media hora después, Puigdemont continuó los Jocs Florals, pero con un matiz: "Le agradezco la amabilidad y la conversación. En situación de normalidad democrática, esta reunión debería haberse producido hace muchos meses y no en Bruselas sino en el Palau de la Generalitat. Hoy ha vuelto a quedar claro que no vivimos en una situación de normalidad".
La puesta en escena fue decolorida. Qué raro que se encuentren dos presidentes de Catalunya y no haya ninguna bandera catalana. Probablemente porque allí estaba también la bandera española, que Illa ha colocado en sus reuniones oficiales, y Puigdemont no quisiera saber nada. Y después, Illa volvió a Catalunya y Puigdemont se quedó en Bélgica. Y esto fue todo.
Buenos días.