No, los humanos no somos los únicos seres racionales
Un estudio con chimpancés revela que estos primates son capaces de evaluar la fiabilidad de una información y cambiar de opinión
Los humanos somos seres racionales. Tenemos la capacidad de identificar información relevante para tomar decisiones; de evaluar diferentes informaciones y escoger aquella que consideramos que tiene mayor solidez, y en el caso de enfrentarnos a pistas oa evidencias contradictorias, podemos sopesarlas para acabar escogiendo la mejor opción.
Hasta ahora nos habíamos pensado que éramos los únicos animales capaces de hacer esto. Y, sin embargo, una nueva investigación liderada por investigadores de la Universidad de Saint Andrews, en Escocia, y publicada en la revista Science, demuestra que otros primates, los chimpancés, nuestros parientes evolutivos más cercanos, también toman decisiones en función de la fiabilidad de la información y pueden cambiar de opinión frente a nuevas pistas.
"Son seres racionales", asegura el primatólogo catalán Josep Call, coautor del trabajo. En filosofía, recuerda este experto, se considera que las creencias racionales son las que están basadas en la evidencia y cuando las hay nueva, se puede cambiar de decisión. Y esto es, señala este investigador, precisamente lo que han visto que también hacen los chimpancés.
Experimento en un santuario de chimpancés
Hasta ahora se sabía, gracias a estudios como los que ha hecho Call, que los simios no humanos podían utilizar evidencia indirecta para tomar decisiones, como en qué caja hay comida basándose, por ejemplo, en el ruido que se produce al sacudirla. Lo que se desconocía es si eran capaces de tomar decisiones evaluando pistas de distinta fiabilidad e, incluso, revisar sus elecciones cuando se les confronta con una evidencia o información contradictoria.
Y esto es lo que resuelve este trabajo. Los investigadores han realizado una serie de experimentos con un grupo de entre 15 y 23 chimpancés jóvenes que viven en un santuario de estos primates ubicado en la isla de Ngamba, en Uganda. A los simios, que participaban de forma totalmente voluntaria, se les presentaban cajas de madera con tapa de vidrio, algunas de las cuales tenían dentro de una recompensa, como fruta o puñados de frutos secos, y debían escoger una entre las diferentes opciones. Para ello, debían valorar la fiabilidad y peso de cada evidencia. Por ejemplo, en uno de los experimentos les mostraban dos cajas idénticas. En una, los investigadores colocaban un pedazo de manzana y les daban una pista fuerte –les giraban la caja que contenía la fruta para que pudieran verla– y, a continuación, sacudían la otra para mostrar que también contenía algo. Los chimpancés de manera sistemática escogían la caja donde habían visto que estaba la manzana. Prevalecía la evidencia visual sobre la auditiva.
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En otro caso, los investigadores les presentaban de nuevo dos cajas: sacudían una que contenía cacahuetes, y colocaban delante de la otra un puñadito de estos frutos secos. En esta situación, la mayoría de los chimpancés optaban por la caja que sonaba. Consideraban que la evidencia fuerte era la auditiva.
Pero los experimentos también incluían situaciones más complejas. Se les hacía escoger entre tres cajas: en una, les enseñaban cómo colocaban fruta; la otra la sacudían y sonaba como si hubiera comida, y de la tercera no les ofrecían ninguna información. Una vez enseñaban a los primates las tres cajas, los científicos retiraban la primera, que contenía la mayor evidencia. En ese caso, los animales optaban por la que sonaba.
Capaces de rectificar
Asimismo, los investigadores comprobaron que los chimpancés eran capaces de revisar sus elecciones cuando se daban cuenta de que una información era errónea. En una de las cajas veían lo que parecía una manzana, pero los investigadores sacaban una foto de una manzana. Entonces, los primates eran capaces de tomar esta evidencia y concluir que podría ser que lo que ellos habían visto no fuera una manzana real y escogían, en consecuencia, la segunda caja.
"Es un razonamiento mucho más complejo", señala Call, porque "implica comparar entre diferentes fuentes y tipos de evidencia y también juzgar su calidad": "Lo que parecía una manzana no lo es en realidad, y ellos son capaces de integrar esta información en su decisión. ahora".
Ahora los investigadores, en una nueva serie de experimentos, están tratando de saber si esta capacidad de razonamiento racional es innata en los humanos o se desarrolla a partir de cierta edad. Y, además, están investigando qué ocurre cuando los chimpancés deben escoger entre sus propias creencias y las de otro individuo. ¿Son capaces de cambiar de opinión?
A los humanos siempre nos gusta pensar que somos "los animales racionales por excelencia, y es verdad", dice Call, pero lo que demuestran estos experimentos es que "algunos elementos de lo que nosotros consideramos racionalidad humana ya existen en otras especies, al menos en chimpancés". Y este primatólogo afirma que es muy probable que aparezcan en otras especies, como los perros.