Resuelto el misterio del bipedismo humano: así empezamos a caminar de pie
Dos cambios en la pelvis cambiaron la forma en que nuestros antepasados se desplazaban por todo el planeta
BarcelonaPoder caminar de pie, sobre dos piernas, se considera uno de los hitos más importantes de la evolución humana. Sin embargo, la forma en que el cuerpo se adaptó a este nuevo hábito era, hasta ahora, un misterio. Investigadores de Harvard concluyen que el origen se concentra en dos cambios en la pelvis, la piedra angular de la locomoción vertical. Más que cualquier otra parte de nuestro cuerpo, esta estructura ósea ha sido alterada radicalmente durante millones de años por permitir a nuestros antepasados ser bípedos y recorrer el planeta. En un estudio publicado en la revista Nature, los científicos revelan los cambios genéticos clave que remodelaron la pelvis hace entre 5 y 8 millones de años, cuando los ancestros humanos se separaron de los grandes simios africanos.
Según Terence Capellini, director del departamento de Biología Evolutiva Humana de Harvard y autor principal del estudio, la investigación demuestra que en la evolución humana hubo un cambio completo en la mecánica del cuerpo que transformó la forma de desplazarse de nuestros ancestros. "No hay ningún paralelismo en otros primates. La evolución de la novedad –la transición de las aletas en las extremidades o el desarrollo de las alas de murciélago a partir de los dedos, por ejemplo– a menudo implica cambios masivos en cómo se produce el desarrollo de la especie. Aquí vemos que los humanos hacen lo mismo, pero con la pelvis", .
Los anatomistas saben desde hace tiempo que la pelvis humana es única entre los primates. En nuestros parientes más cercanos, los simios africanos (chimpancés, bonobos y gorilas), los huesos superiores de la cadera o ilíacos son altos, estrechos, planos y orientados de delante hacia atrás. Esto es así porque ancla los grandes músculos por escalar. En cambio, en los humanos, los huesos de la cadera han girado hacia los lados para formar una forma de cuenco, que proporcionan inserciones para los músculos para mantener el equilibrio de pie y mientras cambiamos el peso de una pierna a la otra durante la marcha.
Hasta ahora se desconocía cómo la pelvis había llegado a desarrollarse de esta manera. Para descifrarlo, la investigadora Gayani Senevirathne analizó 128 muestras de tejidos embrionarios humanos y de diversas especies de primates conservadas en museos de Europa y Estados Unidos. También estudió tejidos embrionarios humanos obtenidos en la Universidad de Washington para observar con gran detalle cómo se forma la pelvis en las primeras etapas del desarrollo.
Desarrollo embrionario
Los resultados mostraron que la evolución remodeló la pelvis humana en dos pasos clave. En primer lugar, una placa de crecimiento óseo se desplazó 90 grados, lo que provocó que el íleum (la mayor parte del hueso de la cadera) fuera más ancho y no alto, como ocurre en otros primates. Normalmente, los huesos del cuerpo se desarrollan a partir de cartílago que se endurece en un proceso llamado osificación, pero en los humanos el patrón resultó ser muy distinto.
En las primeras semanas del desarrollo embrionario, la placa de crecimiento ilíaca humana comienza igual que en otros primates, alineada de arriba abajo. Sin embargo, hacia el día 53, se reorienta de forma radical, y se coloca perpendicular al eje original. Esto provoca un ensanchamiento y acortamiento de la pelvis, una característica clave para el bipedismo.
Más adelante aparece otro cambio: la osificación del íleo no comienza en el centro, sino en la parte posterior del sacro y avanza radialmente, mientras que el interior del hueso retrasa su mineralización hasta las 16 semanas, lo que permite a la pelvis mantener flexibilidad y adquirir una geometría diferente.