Tecnología

"Volver a la vida" de la mano de la IA

Las nuevas tecnologías para "resucitar" a personas pueden tener un alto impacto psicológico y consecuencias éticas y legales

Recreación de un futuro con seres recreados con inteligencia artificial
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GinebraDesde que tiene conciencia de la finitud de su existencia, el ser humano ha buscado sin éxito poder gozar de una vida eterna. Gracias a los últimos avances en inteligencia artificial, la inmortalidad podría estar a su alcance, al menos de forma virtual. Nutriándose de la información digital que los difuntos dejan atrás, cada vez es más común ver a personas que "reviven" de la mano de la IA. Algunos ejemplos notables han aparecido en espots publicitarios en los que han "resucitado" cantantes, actores han reaparecido en películas de forma póstuma o se han recreado de otros personajes populares relevantes.

Sin embargo, estas prácticas conllevan una serie de dilemas éticos y aspectos legales importantes, pudiendo tener una influencia notoria en la salud mental de los familiares y en el proceso de superación del duelo. "Me preocupa que este tipo de inteligencia artificial no facilite esta aceptación", comenta Natàlia Artigas, psicóloga y psicoterapeuta especialista en luto del Hospital Josep Trueta de Girona.

El progreso técnico que lleva a la desinformación

Durante los últimos años, se ha experimentado una eclosión de nuevas herramientas de la mano de la inteligencia artificial. Una de las más notables son los llamados modelos generativos, tipo ChatGPT. Estos sistemas son capaces de generar contenido nuevo en forma de texto, imagen, sonido o vídeo a partir de una base de datos que toman como referencia.

Los algoritmos de IA que están detrás de las aplicaciones utilizan los datos que los usuarios han grabado digitalmente. El volumen de datos disponibles por entrenar los algoritmos determina en gran parte la fidelidad de la reproducción. Estos modelos son los mismos que permiten generar a los conocidos deep fakes, que son recreaciones virtuales de personajes reales en imagen o vídeo, y que muy a menudo se utilizan para crear confusión y propagar desinformación. Aunque un ojo entrenado es todavía capaz de distinguir imágenes reales de falsas, en muchas ocasiones la distinción no es evidente. En un futuro próximo, cuando los algoritmos acumulen aún más datos y los modelos sean más avanzados, se prevé que sea una tarea imposible para el ser humano, con los riesgos que esto comporta.

Cuando los datos empleados para entrenar los algoritmos de IA forman parte del registro digital que ha dejado atrás a un difunto, los mismos modelos que permiten crear deep fakes se pueden utilizar para hacer "revivir" personas de forma virtual.

Un impacto psicológico significativo

Uno de los problemas con esta tecnología es que recrear a personas difuntas con la inteligencia artificial puede tener consecuencias psicológicas significativas en sus seres queridos. Cuando una persona cercana muere, familiares y amigos pasan por un proceso de luto, que "debemos transitar para integrar que la persona amada ha muerto y aprender a vivir con su ausencia", explica Artigas.

Los síntomas asociados al duelo pueden ser muy diversos y dependen de cada individuo y de su relación con el fallecido.

La primera fase del duelo suele ser la más dura y es en la que los síntomas son más agudos. "Puede haber una falta de concentración, ansiedad y dificultad para dormir", comenta esta psicóloga, que acompaña a muchos pacientes durante este proceso en sesiones de psicoterapia. "El paciente debe entender que el duelo es un proceso natural, no una enfermedad y que, por muy intenso que sea, toca vivirlo", afirma y añade que "el duelo es como una gran herida en la que debes invertir un tiempo en curarla hasta que cicatriza y deja de hacer daño".

La interferencia de herramientas como la inteligencia artificial en este proceso natural podría alargarlo de forma innecesaria e, incluso, cronificarlo "me preocupa que la IA no facilite esta aceptación, sino que la entorpezca", considera Artigas.

Sin embargo, la IA podría ser útil en algunas etapas del duelo. "En terapia a veces trabajamos con asuntos no resueltos de una forma simbólica, porque la persona ya no está", explica esta psicóloga, que apunta que "una herramienta como ésta podría ayudar a trabajar de forma simbólica". Pero por ser realmente útiles, debería estar debidamente recomendada e integrada en la práctica clínica. "Es muy importante que el uso de estas herramientas esté supervisado y acompañado por profesionales", comenta Artigas.

Por su parte, las personas vulnerables y con una serie de factores de riesgo podrían ser las más propensas a sufrir las consecuencias negativas de esta tecnología. "Personas con trastornos mentales o que viven solas podrían ser propensas a engancharse a este tipo de soluciones. Hacer un mal uso y generar una dependencia", advierte.

¿Es ético hacer "revivir" a los muertos?

El avance de la inteligencia artificial puede hacernos cuestionar el impacto ético que pueden tener aplicaciones como la de "resucitar" a los muertos. "Vivimos en un contexto en el que parece que tenemos soluciones tecnológicas para todo, que podemos controlarlo y dominarlo todo. En este sentido, la muerte es una bofetada, un cuidado de humildad", comenta el filósofo Francesc Torralba, profesor de la Universidad Ramon Llull y que en 2023 publicó el libro "La ética algorítmica", en el que, entre otros temas, trata sobre el impacto social de la IA.

Torralba se muestra muy crítico con este tipo de aplicaciones de la tecnología, "Dar continuidad a una presencia a través de la tecnología es, en gran parte, un sucedáneo que en ningún caso llena el vacío que deja esa persona", declara.

El propio Torralba, que también ha escrito en numerosas ocasiones sobre el proceso de duelo, explica que debemos "aceptar que esa persona no está". "Debemos recordarlo y debemos agradecer todo lo que nos dio siendo vivo. Debemos hacer memoria a partir de los objetos ya partir de las imágenes y de lo que podemos conservar".

Una tecnología que no tiene límites puede hacernos pensar en una tecnología que podrá sustituir a los humanos en cualquier aspecto de la vida, y de la muerte. Sin embargo, para Torralba hay aspectos que son puramente humanos y que ninguna máquina podrá nunca reemplazar. "Somos seres que tenemos muchos tipos de inteligencia: emocional, social, espiritual, corporal... Nuestra amplitud de inteligencias es muy diferente a la IA", dice Torralba, que añade: "La inteligencia artificial tiene capacidades extraordinarias en algas áreas, pero es muy miope en otras".

Cuestionarnos qué debe hacer la inteligencia artificial es cuestionarnos también sobre la naturaleza de los seres humanos. "Hay que ser lo suficientemente lúcidos para ver en qué aspectos de nuestra vida la IA puede ser extraordinariamente valiosa y en cuáles la actividad humana es irrenunciable", explica el filósofo. ¿Cuáles son los espacios que debemos reservar exclusivamente para las personas o qué significa ser humano son preguntas que traspasan las fronteras de la filosofía y se adentran en el debate público? "La irrupción de la IA está generando un debate muy interesante sobre lo genuinamente humano y lo que nos hace singulares en el conjunto del cosmos", comenta Torralba.

Cuando la ciencia ficción se hace real

Black Mirror , la serie británica que hace unos años causó un gran impacto, presagia un futuro distópico debido, normalmente, a la tecnología. El éxito de la serie radica en que sus historias nos transportan a un futuro al alcance, casi tangible, y nos alerta de los peligros de hacer un mal uso de la tecnología.

En el primer capítulo de la segunda temporada, se narra la historia de una chica que pierde a su pareja en un accidente de tráfico. Aconsejada por una amiga, accede a descargarse una aplicación que es capaz de recrear la voz de su compañero difunto gracias a las grabaciones sonoras que dejó a través de internet. Posteriormente accede a recrear el cuerpo entero del difunto. A medida que avanza la trama se pone de manifiesto que a ese ser le faltan los rasgos puramente humanos, difíciles de describir, pero que lo definen de forma genuina y desencadenan en un desenlace que remueve conciencias.

El capítulo se emitió en el 2013. Ha pasado poco más de una década y lo que en su momento parecía una historia de ciencia ficción está hoy muy cerca de hacerse realidad.

Resucitar puede tener consecuencias legales

Más allá del impacto ético y psicológico de estos sistemas de IA, es necesario tener en cuenta las posibles consecuencias legales que pueden comportar el uso póstumo de datos personales. "Esta resurrección digital sólo es posible a través de técnicas de síntesis profunda que requieren el uso de diversas formas de datos personales, como la imagen y la voz", explica Albert Sabater, director delObservatorio de Ética en Inteligencia Artificial de Cataluña, que añade, "El consentimiento y la especificación del propósito es esencial, ya sea vía testamento oa través de la familia del difunto".

Aunque recientemente se ha aprobado la ley europea que regula los sistemas basados ​​en datos e inteligencia artificial, la aplicación de esta ley en casos concretos está aún por ver. "Debemos pensar cómo regular y gobernar estas tecnologías y ponerlas al servicio de las causas nobles de la humanidad, sobre todo de las personas más vulnerables", comenta Torralba.

Uno de los aspectos clave de la regulación tiene que ver con la cadena de responsabilidades relacionadas con el impacto negativo de esa tecnología. "La responsabilidad es compartida, puesto que habrá empresas sin escrúpulos que querrán vender el servicio sin tener en cuenta que los riesgos superan las posibles ventajas y que pondrán sus intereses por encima de los intereses del difunto y de sus familiares", comenta Sabater.

Un progreso acelerado y un futuro incierto

El rápido avance de tecnologías como la inteligencia artificial abre muchas cuestiones sobre sus implicaciones sociales. "La velocidad de la innovación tecnológica es aceleradísima, en cambio, la reflexión ética y la reflexión jurídica es mucho más lenta", declara Torralba.

Nos enfrentamos a un gran número de preguntas sin tener todavía una respuesta clara. "¿Cuál es el impacto de utilizar esta recreación digital de una forma privada hacia una forma pública? ¿Cuáles son los riesgos de recoger y gestionar los datos que hacen posible estas recreaciones digitales, especialmente cuando las empresas dejen de existir o sean vendidas o absorbidas por otras que no tenían el consentimiento del difunto? ¿Y qué sucederá cuando los fallecidos sean menores de edad u otras personas vulnerables?", cuestiona Zapatero.

El progreso técnico de la inteligencia artificial parece carecer de fronteras. Las consecuencias de la carencia de límites pueden ser nefastas si lo que queremos es asegurarnos un futuro en el que las personas, y no la tecnología, se encuentra en el centro. En particular, la muerte es un elemento esencial de la naturaleza humana. Nos define y condiciona lo que hacemos en la vida. "No debemos buscar evasivas ni soluciones fáciles al proceso de duelo. La muerte es una ruptura profunda en las relaciones, lo que cuesta asumir. Pero todas estas construcciones tecnológicas son contraproducentes en el proceso de aceptación de la pérdida", concluye. Torralba.

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