Janina Juli: "Almuerzo cada día un táper delante del ordenador del trabajo"
El ARA invita a comer a personas conocidas para hablar de gastronomía y les pide que elijan el restaurante. Hoy es el turno de la directora de importación, pareja de Pere Aragonès
Janina Juli tiene 34 años y se dedica a la producción e importación de pijamas y ropa interior en una empresa de Sant Pol de Mar. Cocina "lo imprescindible para sobrevivir". "Como cada día un táper delante del ordenador del trabajo. Me lo preparo al anochecer e intento que cuando mi marido llegue ya esté a punto, pero si llega y todavía estoy a medias me dice «Venga, ya te lo termino yo»". Hasta aquí esta historia no tiene más, si no fuera que la persona que acaba el táper es el presidente de la Generalitat: él es el chef de la casa.
Esto me lo cuenta en Le Cucine Mandarosso, un restaurante italiano cerca del Palau de la Música. Lo ha elegido porque le encanta la carbonara que hacen. "Si en un restaurante me dicen que la hacen con crema de leche, no la pido", dice. Fue Pere Aragonès quien le descubrió este restaurante el primer Sant Jordi como presidente. A su hija Clàudia, de cuatro años, también le encanta la carbonara, ya menudo reclama a su padre que lo haga. En casa suelen tener guanciale y pecorino para hacerla comme il faut.
Primero compartiremos la burrata con tomates y una melanzane alla cilentana. De segundo, un plato de mezze maniche a la carbonara por cabeza. Se estudia la carta de vinos y me cuenta que antes le gustaba más el blanco: "Pere me ha hecho la transición y ahora soy de tintos". El escogido es un Priorat, Les Crestes de la bodega Mas Doix. "Me da pena cuando vamos a restaurantes y la mayoría de vinos que hay no son catalanes. ¿Por qué no podemos poner más en valor lo que tenemos?", reivindica.
Janina hace vida en su pueblo, Pineda de Mar, y es una gran embajadora: "No es el pueblo más bonito del mundo, pero para mí es el mejor de todos". La define como su burbuja. Pregunto si evitan terrazas y sitios concurridos, y responde que no porque "la gente es muy respetuosa en todas partes".
Las croquetas de Aragonès
El plato estrella de Janina es la tortilla de patatas. Es el único momento en el que el chef Aragonès le cede los fogones. Le pregunto si la sedujo por la cocina. "Nos conocemos de toda la vida, pero digamos que la cocina es una calidad que se ha hecho importante ahora –confiesa–. Pere cocina una cosa y ya está pensando qué va a hacer de lo que sobra. Hizo pulled pork y lo tuvimos envasado al vacío unos días en la nevera hasta que en la jornada de reflexión se dedicó a hacer croquetas". También hace conserva de bonito y, aunque tiene poco tiempo, cuida el huerto que tienen en casa. Tienen tomates, berenjenas y calabacines: "Para mí lo mejor del calabacín es la flor, Pere la rellena de queso y la prepara rebozada", dice que lo que clava son los arroces. Este fin de semana hará uno con galeras del Delta.
Me cuenta que la vida política no significa siempre comer bien y que "a veces el cuerpo te pide verduras, como cuando vuelves de vacaciones." Por suerte, afirma que en la Casa dels Canonges hay una gran cocinera que cocina muy bien y sano. También hay muchos días en los que no se puede comer nada: "En visitas oficiales a menudo tú no comes porque estás hablando con gente". Me recuerda el fenómeno que se produce cuando te casas, en que los invitados comen y los novios no, pero ella dice que cuando se casó no le pasó porque un camarero velaba por ellos. Se casó en una verbena de San Juan, una boda que organizaron en seis meses. Claro que afirma que "es decir la palabra boda y el precio se multiplica". Y sabe de qué habla, porque este año ha tenido siete bodas. Cosas de tener familias extensas y bien avenidas.
Llegan el postre y dice que no es demasiado de dulce. Cada día, después del táper, hace un trocito de chocolate 85% de cacao, hoy acabaremos compartiendo una refrescante delizia limone. Le pido recomendaciones de restaurantes. En Pineda de Mar, El Raconet, donde hacen una coca de recapta que fue su antojo durante el embarazo. En Mataró, La Marineta; en Arenys, La Marina; en Sant Pol, el Voramar; en Blanes, Akuma y Es Blanc, y en Barcelona, La Gormanda y Ikoya Izakaya. Uno de sus lugares preferidos para escapar es Falset, de donde recomienda Hostal Sport, Brichs o Calaix de Sastre, donde "tienen una selección de vinos espectacular", explica. Le gusta descubrir bodegas pequeñas y familiares. Y me recomienda uno, el Burgos Porta. Y dice: "Ah, es que Pere también hace vino". En el huerto tienen una cincuentena de cepas, lo intenta hace dos años y parece que va progresando. Dice que su suegra, que hace mermeladas, bromea que podrían ir con el vino, las conservas de bonito y las mermeladas a vender en mercado. Y Janina lo remata con un "y yo haré de comercial".
Coste de la comida: 96,10