¿La mejor cocina navarra está en el Eixample barcelonés?

Hoy estamos en el Gorria, un templo de cocina vasco-navarra que da luz al Eixample barcelonés desde hace cuarenta y ocho años. Son años de trabajo. Empezó su padre, Fermín Gorria, navarro de Mélida, que exportó el mejor producto de su tierra para ofrecerlo a los comensales con buen paladar. Dejó el alma. Mucho trabajo, muchas horas, una vida dedicada al restaurante. Enviudó joven y siempre vivió para el restaurante y no del restaurante.

Ahora lo dirige Javi Gorria, su hijo. Cuando tenía 20 años era un joven estudiante de derecho y, entre sus necesidades vitales, le faltaba una moto por ser del todo feliz y funcional. El padre estuvo de acuerdo en comprárselo, pero con lo que no contaba el joven Javi es que esta moto la acabaría pagando él trabajando los viernes y sábados en el restaurante. La carrera no le apasionaba y fue entonces cuando entró en la Escuela de Hostelería de Barcelona. Esto le enganchó y fue la puerta de entrada que le permitió trabajar día a día junto al padre hasta que éste los dejó en el 2004. El padre era una persona única. Todo el mundo recuerda su vitalidad y profesionalidad, vivía para hacer feliz al cliente.

Saludamos a Javi, siempre impoluto detrás del mostrador, y bajamos hacia el comedor. Nos sientan en la mesa 9, la que para algunos es la mejor del restaurante. Enseguida nos sirven los aperitivos, chistorra y morcilla, para disfrutar, matar el apetito y recibir a los clientes de la mejor manera posible.

Todo un privilegio

Empezamos la comida con un plato obligado por la historia y porque es cojonudo: pochas de Sangüesa con piparras. Este inicio te reconforta y, al mismo tiempo, te anima a seguir creyendo en la cocina tradicional bien hecha. pochas son acompañadas por unos sencillos y sabrosos espárragos de Tudela y unas despampanantes colmenillas con foie. Somos unos privilegiados de poder disfrutar de estas maravillosas viandas y poder explicarlas a los lectores del ARA.

El vino de este almuerzo debe estar a la altura de la cocina. El escogido es el Iohannes 2015 de Juvé & Camps, una edición limitada elaborada en homenaje al fundador de la bodega, Joan Juvé Bagués. Un vino portentoso que combina perfectamente con los guisos y la carne. Un acierto. En los segundos no innovamos y persistimos pidiendo clásicos: solomillo de ternera de Girona, bacalao al pil-pil y unas inconmensurables cocochas con salsa verde. ¿El postre? Un plato de quesos Idiazabal y de Roncal. Fácil y seguro para completar una comida para recordar. Rematemos con un pacharán. Mientras disfrutamos del zumo obtenido por la maceración de los arañones y pagamos la cuenta nos deleitamos de nuestra suerte.

Para charlar con Javi tenemos que volver arriba. Él cogió el relevo del padre conociendo el oficio y la idiosincrasia propia del Gorria después de trabajar durante veintidós años junto a su gran maestro. Nos evidencia que hay clientes que se han convertido en amigos. "Me han visto delgado y con pelo y ahora me ven gordo y calvo", dice Javi haciendo coña. Detrás del mostrador hace pachoca con la camisa siempre impecablemente planchada y con ese ademán atento y servicial. Un señor del Eixample con raíces navarras que ha contribuido a agrandar la cocina de nuestro país. "Cuando miro atrás solo puedo sonreír. Entré un poco forzado para pagarme la moto, pero Gorria me lo ha dado todo. Mi padre abrió el camino y yo he intentado mantener el legado. Me lo paso bien y soy feliz". Nosotros también. ¡Gracias, Javi!