El mercado de melocotones de secano del Penedès que Francia quisiera tener en sus plazas
San Pablo de Ordal había llegado a tener 1.000 hectáreas de melocotoneros; hoy tiene 100, y nueve productores que cultivan la fruta de verano que llena el fin de semana de compradores y turistas
San Pablo de OrdalEs sábado de verano, hace calor, mucho calor, y en la plaza Subirats de Sant Pau de Ordal hay una muchedumbre de gente que carga cajas de melocotones de viña y rojos. Algunos llevan carros, con estructura de hierro vista, en los que colocan unas cuantas cajas, unas encima de otras. El murmullo de voces de los vendedores y de los compradores se enlazan con las canciones de verano que emiten los altavoces de la piscina local, situada al lado, y que lleva por nombre Macarelleta. No estamos en Menorca, pero sí en un mercado autogestionado por campesinos que ya quisiera Francia para sus plazas. El mercado de los melocotones de Sant Pau de Ordal hace veinte años que se organiza de 9 ha 14 h todos los sábados y domingos desde junio hasta septiembre. Estos melocotones no tienen ningún sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP), pero "poco necesitamos, porque nos hemos hecho nuestro nombre, sello de Ordal, que se ha difundido en todas partes", dicen los campesinos.
En todas las paradas, protegidas por un buen toldo, hay melocotones. Lo que cambia es el nombre del productor, escrito en la caja de madera donde colocan la fruta. Es difícil decir qué parada de la decena de campesinos que hay en la plaza tiene los mejores melocotones, porque a la vista todos son firmes, grandes y de buen diámetro. Entran ganas de clavarle los dientes nada más verlos. Me detengo en la parada de Les Filos, las dos hermanas de Lavern que decidieron unirse con el padre, Josep Maria Olivella Rosell, productor de los melocotones Olivella Font Clara. Digo a Imma Olivella Font, una de las hermanas, que las conocí a través de la cocinera Carme Ruscalleda, que me hizo probar los melocotones en almíbar, la mermelada y el mismo melocotón en el querido restaurante Sant Pau. "Debió de ser en el 2010, porque nos compraba a través de un tendero al que nosotros suministrábamos", dice Imma. Tiene algunas quemaduras en los dedos de una mano, y dice que es lo que tiene hacer las mermeladas. "Es un trabajo artesano, todo nos lo hacemos nosotros", comenta. Ella es, de oficio, diseñadora gráfica, y cuando se unió a su trabajo familiar puso su arte en el mercado: los programas de mano, la señalización, la difusión y los nombres de los carteles que anuncian el mercado los hizo ella.
Queda atrás en junio del 2005, cuando empezaron a plantar las paradas por primera vez en la plaza Subirats. "Nunca lo habríamos hecho sin el impulso del productor de cava Pere Guilera, que tenía fe en la idea, y nos animó a que lo hiciéramos, para que nosotros no creíamos", dice Imma Olivella junto a Josep Esteve y Josep Ràfols, otros dos productores que se han unido a la conversación, también con paradas en el mercado. Le hicieron caso, a Pere Guilera, y no todo fue coser y cantar en un inicio, porque recuerdan que en los primeros años leían diarios y libros enteros sentados en la parada, del poco trabajo que había.
Ahora no es así. El mercado de melocotones de Ordal ha cogido tanto vuelo que el Ayuntamiento ha tenido que poner orden en el caos de coches que entraban en la población. Ahora existe un parking público y también seguridad para facilitar el tráfico. En horas punta de afluencia, los coches deben esperar para poder entrar.
Los productores venden todos los melocotones que llevan en la parada, y venderían más si los tuvieran, porque llega un momento en que se agotan, que ya no hay más. Y este punto hay que explicarlo porque los productores cogen los melocotones de Sant Pau de Ordal justo en su punto de maduración. Son muchos años de poner el ojo al melocotonero, y por eso los productores saben qué melocotones están para coger y ser comidos y cuáles no. No cogen verdes, porque la calidad se pierde. Así que éste es el motivo que explica por qué llega un momento en que tanto el sábado como el domingo se agotan los melocotones, y ya no hay más hasta el fin de semana siguiente.
Cerezas o albaricoques, escasuceros
En las paradas, junto con los melocotones de viña y los melocotones rojos, también hay alguna otra fruta que los campesinos ponen en venta, como cerezas o albaricoques. No es fácil encontrarla, porque el mercado está especializado en melocotones, y los agricultores deben notificar a la asociación gestora si también quieren vender otros productos que cultivan. Si lo comunican, si el producto es de sus campos, entonces podrán hacerlo. Son las normas estrictas que elaboraron hace veinte años los propios campesinos de la población, los únicos que pueden ir a vender a la plaza de Sant Pau de Ordal.
Retomo la conversación con Imma Olivella, de Les Filos, y le pregunto el porqué del nombre. "Porque es tal y como se llama una finca nuestra, rodeada de melocotoneros; cuando lo elegimos y nos pusimos, las dos hermanas estábamos en un momento profesional, como autónomas, que necesitábamos trabajar más, diversificar trabajos", recuerda Imma, que añade que la decisión fue acompañada de mucho trabajo. Fueron al Museo de la Confitura de la población de Torrent con Georgina Regàs para aprender a hacerlo, y hoy sus melocotones en almíbar y mermeladas destacan por su gran calidad. "Todo es muy artesanal, mira la quemadura que tengo en la mano; nos lo hacemos todo nosotros, y lo que nos cuesta salir adelante y hacer números rentables! El otro día nos pusieron una multa de mil euros porque la fecha de caducidad la poníamos en el trasero de los botes, y allí no tiene que ir", comenta Imma.
Vestida con una camiseta negra que dice "Les Filos", ella y sus sobrinas van vendiendo las cajas de melocotones y también los tres tipos de mermeladas: de melocotón con ciruela amarilla, de melocotón rojo con menta y de melocotón plano con ciruela roja. "Los melocotones son la vida del padre, que tiene 77 años. Nosotros nos hemos añadido, pero es un trabajo muy duro, volátil, porque siempre estás pendiente del cielo, y siempre pasan cosas", señala Imma. Entre las cosas que ocurren está la sequía, que para unos melocotones de secano (en Lleida son de regadío) es duro, muy duro. También hay puntos reconfortantes, como cuando los clientes les dicen que en ningún sitio encuentran un melocotón tan bueno, que el gusto les hace recordar la infancia. Con estas frases, los campesinos refuerzan su autoestima, y la idea con la que trabajan: tomar el melocotón del árbol en el punto óptimo. El recorrido, corto. De los campos de melocotoneros en la plaza Subirats d'Ordal hay poca distancia; quizá no haya ningún otro mercado que sea tanto kilómetro cero.
Junto a Imma, le han escuchado atentos Josep Esteve, de la familia Esteve Ràfols, y Josep Ràfols. Ambos explican que los melocotones de secano de Ordal no pueden competir con los de Lleida, que son de regadío, y por eso, por cada hectárea cultivada se multiplica por cinco la producción. "La crisis de precios del mercado nos animó a crear la Asociación de Productores de Subirats, junto con el mercado, que el Ayuntamiento y el Patronato de Turismo nos apoyaron desde el principio", explican. Entonces, al frente del Patronato estaba Pere Guilera, el productor de la DO Cava, que el nombre lo repiten constantemente porque fue el visionario que creyó en el mercado en un momento en el que ellos eran muy escépticos.
Por último, hablamos de las ventas. Los melocotones los venden en cajas de entre 16 y 30. Si la caja es pequeña, entonces los melocotones son más grandes. Y los precios, según cajas, van de los 6 a los 16 euros. "Algunos vienen al mercado, y nos dicen que por la carretera no han visto melocotoneros, como si no fuera real que los melocotones fueran de nuestra población", comentan Esteve y Ràfols. Para combatir estas ideas, porque por la carretera es cierto que se ven viñedos, en primavera organizan paseos, que están entre hileras y hileras de melocotoneros en flores; toda una experiencia mágica, que da ganas de probar la fruta en verano. Josep Esteve es uno de los que participa, y la actividad es una más que se suma a la vida turística de Sant Pau de Ordal, donde hay un horno de pan (que se traspasa y que hace unas tortas buenísimas), restaurantes de altos vuelos (Cal Xim, Can Pau Xic, Cal Pere del Maset, Centro Agrícola) y más.
Un apunte final para quienes quieran ir al mercado: el horario es de 9 ha 14 h, y los productores no aceptan encargos ni reservas en la página web. No lo hacen porque había habido días en que todas las cajas estaban encargadas, y la gente que iba hasta la plaza Subirats no encontraba ni una en venta. Así que quien primero llega, primero compra. Y una recomendación para comer: con piel, sin piel, a mordeduras, cortados con cuchillo, a la plancha, al horno con pollo. Y si no, pregúntalo en los restaurantes de la población, que los compran también en el mercado y los cocinan en mil y un platos.