El periodista que ha colgado el hábito para hacer de panadero artesano en un pueblo de 500 habitantes del Priorat
Se llama Borja Franco, y abrió el horno L'Esclopet el 1 de junio en la calle Miquel Martí i Pol de Porrera
PorreraBorja Franco (Barcelona, 1988) terminó el grado de periodismo en el 2010, y desde entonces había realizado documentales de temática social, que era la especialidad que le gustaba. No lo hacía siempre –todo el mundo ya sabe que el oficio es irregular–, y lo combinaba con trabajos en fundaciones dedicadas a la integración de menores migrantes. Y todo esto lo hacía mientras albergaba el sueño de ir a vivir algún día al Priorat, porque desde que le conoció soñó con hacerlo. Tendría una casa, un trabajo y una familia. Hoy, explica sonriendo, ya lo ha logrado.
Esta historia me la cuenta un domingo al mediodía, dentro del horno L'Esclopet, situado en la calle Miquel Martí y Pol de Porrera, cuando ha acabado de vender todo el pan que había elaborado. fin de semana hago cien kilos de pan, que quiere decir sesenta kilos de harina", explica Borja Franco. Como panadero, sólo tiene sus únicas manos; atendiendo al mostrador, a su pareja, Noemí Delgado, y como fan incondicional, la pequeña de casa, Selva Franco, que acaba de hacer la mejor nave: con un pan bajo el brazo. "Nos lo dice todo el mundo, pero ciertamente es así porque nos hemos puesto con todo a la vez: horno de pan y criatura", explica el Borja que desprende energía y alegría al mismo tiempo. decidió poner las manos en la masa. Fue hace dos años cuando alguien le dijo que en el panadero se jubilaba. Entonces pensó que podía ser una manera de vivir en el Priorat, porque empezaría teniendo trabajo en ella. Cuando vio que podría ser una oportunidad, empezó a hacerlo en casa con libros en la mano. También se apuntó a cursos y, sobre todo, hizo una formación que fue clave: el tiempo que pasó trabajando en el horno L'Obrador de Prades, de Marc Martí, donde el Borja reconoce que aprendió bien cómo hacer panes de payés, barras de cuarto, calidad, y entre Marc y yo lo hacíamos todo", comenta Borja, que añade que fue el panadero Xavier Sistaré, del Horno Sistaré de Reus, quien le recomendó que golpeara la puerta del Obrador de Prades. bajos de una casa en la calle Miquel Martí i Pol, lo reformó, y compró la maquinaria.
Cuando abrió, decidió que iba a hacer panes de todos los tipos, pero básicamente, panes. Ahora bien, la sorpresa ha sido que Porrera es muy goloso. "Les encanta el dulce, así que esa teoría mía que sostenía que nunca haría cruasanes me la he tenido que tragar porque ahora ya hago de dos tipos: el de mantequilla alargado y el de chocolate con barra y el untado", confiesa. Mientras que los de chocolate los vende a 2€, los de mantequilla sin rellenar, a 1,70€. "No quería hacer croissants porque los asociaba a Francia, y también porque es un dulce que comporta mucho trabajo, mucha elaboración, y yo estoy solo en el obrador. Y yo quería hacer panes nuestros", añade Borja para justificar porque no quería hacerlo, pensamiento que ya queda olvidado. Además, en una mañana en Porrera, los vecinos que, en el mes que lleva abierto, ya van casi todos los días aseguran que los cruasanes son muy buenos. Así que queda claro que tendrá que hacer durante muchos años.
Continuamos. Los panaderos le han dicho que antiguamente se consumía más pan que ahora, pero él asegura, por su experiencia en Porrera, que a la gente le gusta. "Cada día lo hacemos de un tipo diferente, y la gente nos encarga para cada día. Por ejemplo, el de trigo sarraceno tiene dieciséis encargos fijos semanales", dice el panadero. Y lo mismo le ocurre los fines de semana, cuando elabora panes con harinas ecológicas y muchas a la piedra. Entonces hace los panes de aceitunas negras y el pan de trozo. "Las harinas que utilizo los fines de semana son diferentes respecto a la de los días de entre semana, pero ambas provienen de la harinera Coromina de Banyoles", explica Borja.
Por último, dos apuntes importantes. El nombre de L'Esclopet es una decisión meditada. Encontró la palabra en un libro de cabecera que explica cómo se hace el pan de Jacint Torrents llamado Pan de panadería (colección El Ermitaño). zueco, que hace referencia al guante que se ponían los agricultores en una mano para protegerla de la hoz que se colocaban en la otra mano para cortar el trigo", explica. Hoy, el zueco, de madera, está enmarcado dentro del horno. Y el segundo apunte es que golosos y enamorados de la masa se hacen la nota de Navidad, que le gustan, y piensa que como demasiado fermentada liga con su pasión. La noche del pueblo en Porrera, por Vall Llach
La bodega Vall Llach, dirigida por el enólogo Albert Costa y por Isa Serra, celebró la noche del sábado 5 de julio la tercera edición de la noche del pueblo, en la que conmemoran los hitos vitivinícolas conseguidos por la bodega de la DOQ Priorat, inaugurada en 1997. Este año la bodega se ha aleado Girona Montse Molina Y como en las tres ediciones anteriores, el amor por el vino y por el paisaje del Priorat, con laderas y terrazas, con montañas de apariencia infinita por donde se pierde la mirada, ha sido el hilo conductor. También la música, con canciones de jóvenes músicos (Pere Martínez y Tomás Lorenzo) Vida, de Lluís Llach. La fiesta tuvo cuatro momentos: el primero, en el paisaje El Mirador de Porrera, a las alturas de la población desde donde se veía bien el monte La Sentiu, y donde hubo la primera cata de vinos Barbadillo (Mirabrás, 2022).
A continuación, el aperitivo en la misma bodega Vall Llach, en la plaza de Catalunya, donde se probaron los vinos: Sumatorio 2020, y Horta Colomer 2024. El tercer momento, la cena, sentada, en la sala principal de vinificación de la bodega, en la que se abrieron los vinos Poniente (Barbadillo) que el enólogo Albert Costa confesaba que es singular porque fue su padre, abstemio, que decidió elaborarlo de esta variedad de uva), el Mas de la Rosa 2023 (de cariñena negra; una de las muñequitas de la bodega) y el Atamán V de Barbadillo, un vermut antiguo guardado, tal y como lo calificó la enóloga Montse Molina. Por último, la fiesta del pueblo tuvo un último escenario, l'Horta Colomer, donde continuó las canciones (con voz de Juan Manuel Galeas; José Santiago en la guitarra y Fran León en la percusión), y también con el Ancestral de Vall Llach (de garnacha blanca y tinta) y Toto Barbadillo (palomino fino y chardonnay).