Cocina tradicional

El pollo con gambas de Dolors: "Mi madre podía hacerte un arroz que cantaban los ángeles sólo con una lata de calamares"

Segundo capítulo de la serie Cocina sÀvia de Empar Moliner dedicada a reivindicar el legado gastronómico de nuestras abuelas

LlagosteraSoy Dolors, vivo aquí en Llagostera, en Can Regolta, y se puede decir que cocino desde siempre... Oh, es que vine aquí, que esta casa era la granja de la familia de mi marido, ya mi suegra no le gustaba cocinar. Me parece que esta historia la ha oído más de una vez, ¿verdad?

Y así, pues, me cuidé yo de la cocina, que es mi relax y mi orden. Me casé aquí y tuve a los hijos aquí.

Cargando
No hay anuncios

¿De qué me viene cocinar? De mi madre… ¡Éramos seis hermanos, nosotros, y éramos niños de posguerra posguerra! Teníamos poca cosa, como ocurría en todas las casas de antes. Pero éramos de payés, ya payés, a diferencia de la ciudad, que lo pasaron muy mal, durante aquellos años, que fueron muy grises, muy duros, siempre había algo, para comer. Mi madre, que era muy apañada, te podía hacer un arroz que cantaban los ángeles sólo con una lata de calamares. Pero comíamos lo que teníamos en casa. Las patatas que recogíamos, los frijoles... Teníamos huerto, teníamos las vacas, significa que hacíamos leche, hacíamos flanes... Una tortilla de harina para seis con un huevo o dos. Y hacíamos conservas de tomate con botellas de champán... Ah, sí... Le poníamos el tapón atado con unos cordeles para poder hervir. No se lanzaba nada, todo se aprovechaba. Gana, no... No, pero no teníamos lo que se come hoy.

Sí que me gusta cocinar. Me relaja. Y yo, ve, hago como mi madre. Lo transmito a los nietos. He tenido suerte, porque todos cocinan. ¡Tengo dos, los pequeños, que son gemelos de once años, que el otro día nos hicieron una sartén de arroz para doce! "¿Cuánto arroz queréis? Doce puñados, ¿para doce personas?", les pregunto (porque se lo preparo todo, eso sí). "Y va y dicen: "Iaia, no, no! Queremos tanto y tanto". Y me dicen el peso de cada puñado.

Cargando
No hay anuncios

Yo cuando llegué aquí, a la granja, quise modernizarla. Dije a mi marido (que nos queríamos mucho): "Tú.. No podemos vivir de las diez o doce vacas que tenemos". Pero no fui yo sola. Él me siguió, me trajo voluntad en todo. Le decía: "Si no nos modernizamos tendremos que irnos a buscar trabajo a otro sitio". Y me siguió.

Cargando
No hay anuncios

Ambos teníamos ganas de trabajar e hicimos una granja, al principio, para 60 vacas. ¿Y sabes qué? Que las granjas, todas, fueron modernizándose por las mujeres, sí, por las mujeres. Me apunté, con todas las demás, a unos cursillos en Girona. Fuimos tres inviernos seguidos y éramos 40 mujeres. Un día a la semana. Algunas todavía nos vemos ahora, de vez en cuando. Y, a raíz del cursillo, todas compramos un ordenador y empezamos a llevar la contabilidad de la casa, bien hecha.

Cargando
No hay anuncios

Pero para hacer esto no puedes estar sola. Tienes que tener una persona que quiera compartirlo. Mi hombre no me decía, como otros: "¿Por qué te vas?" No, no. Yo me iba y si tenía que ordeñar, ese día no ordeñaba. O mis suegros tenían que irme a buscar a los niños. Era difícil para todos, pero fue un reto y en la vida deben tenerse retos.

En la mayoría de granjas, al marido no le gusta llevar papeles. Les gusta más el tractor, que es un trabajo tan duro y tan importante... Al mío no le gustaba. Le había hecho una broma, muchas veces: "¡Un día puedo irme de casa con todo el dinero y no lo sabrás!"

Cargando
No hay anuncios

La cocina catalana encuentro que se está perdiendo. Mi hijo tiene un cuñado italiano. Siempre, siempre habla de Italia. "La cocina de Italia aquí, la cocina de Italia allá. Y yo pienso que la cocina catalana es muy rica, también, y aquí nunca hay ningún cuñado que hable! No la transmitimos. Yo en casa sí. Yo sí, pero en el día a día, la juventud… Le cuesta mucho, y en los restaurantes tampoco la encontramos... Te traerán aquel plato tan bonito, pero no será un guiso de pato con peras. Es muy triste que se pierda el chup-chup. Y ya sé que no hay mucho tiempo, pero reunir a la familia y decir "hoy cocinamos juntos...". Los italianos lo hacen.

Cargando
No hay anuncios
Pollo de payés con gambas

La receta que les haré es un pollo de payés con gambas

Ingredientes:

-Un delantal (sin delantal no sé cocinar, que me salpico)

-Un pollo de payés cortado en cuartos, si lo desea. Este pollo es de nuestro corral, alimentado de payés. Nada tiene que ver con el de súper.

-Una docena de gambas

-Aceite de oliva virgen extra

-Sal y pimienta

-Un vaso de vino blanco (un cuarto de litro, más o menos)

Para la picadura:

-Una rebanada de pan frito

-Ajo

-Perejil

-Un puñado de almendras y avellanas

-Agua

-Chocolate

Para el pollo con gambas:

-Echo sal y pimienta al pollo y lo doro en la cazuela. Debe quedar bien sellado por todas partes, para que no pierda los jugos.

-Una vez hecho, lo retiro.

-Afeito las gambas. Es que a mí no me gusta que en la salsa, cuando mojas pan, te encuentres los bigotes. Los corto. La cabeza no, ¿eh? Sólo los bigotes.

-Les pongo la sal y las echo en la cazuela donde he hecho el pollo. Vuelta y vuelta y las retiro.

-Y ahora ya pongo el pan, que se fríe en el mismo aceite. Se puede hacer con carquiñolis, pero a mí me gusta más el pan, porque tiene un sabor más neutro.

-Saco el pan y colo el aceite de la cazuela.

-Pongo el pollo en la cazuela con el vino blanco.

-Preparo la picada con el pan, el ajo, perejil, chocolate, las almendras y avellanas. ¿Cuántas? Le pongo unas quince. Según si te gusta más espeso o menos.

-Lo trituro con el pímer. Lo podría hacer con el mortero, pero no es necesario ser tan románticos. Echo agua y hacia la cazuela.

-Lo tapo, que haga el chup-chup dos horas. Hay que ir vigilando que no se queme.

-Lo destapamos y ya podemos poner las gambas. Cinco o seis minutos ya servir.

Notas:

-La picada es la base de muchos platos de la cocina catalana. Se trata del conjunto de ingredientes que picamos (en el mortero o, como nuestra cocinera, con el robot) que se añaden al guiso.

-Chup-chup es la expresión onomatopeica que explica el hervir lento, tan típico de los fogones catalanes.