Ni un día en casa

El restaurante de Cardona donde cada plato esconde una historia familiar que atraviesa generaciones

La Volta del Rector hace una cocina de cazuela, de chup-chup y de paciencia en los fogones que es un homenaje vivo a la abuela Ignacia

Barriteca

  • Dirección : Carrer de les Flors, 4, 08261 Cardona
  • Carta : Cocina tradicional y casera
  • Obligado : Huevos fritos con patatas, chorizo ​​y sobrasada
  • Vino : Carta muy extensa y variada
  • Servicio : Eficiente y rápido
  • Local : Moderno con aire medieval
  • Precio pagado por persona : 40 €

Antonia no es cocinera de profesión, pero la cocina siempre la ha ido encontrando. Aprendió por instinto, observando a su madre moverse entre cazuelas. Aún hoy, tantos años después, recuerda el olor de los guisos que llenaban la casa y el ajetreo casi coreografiado que implicaba cocinar para siete hijos. La Vuelta del Rector es, en el fondo, un homenaje vivo a la abuela Ignacia, la madre de Antònia. Cada plato conserva un pedazo de su memoria, como si al probarlos uno pudiera asomarse un instante a esa cocina familiar donde empezó todo.

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El camino de Antònia a los fogones tomó forma en la Borrasca, un pequeño bar de tapas de Cardona que pronto se les quedó corto. Fue su hija Noelia quien la empujó a dar un paso más: abrir un nuevo local, ampliar la carta, crecer… Así nació, hace quince años, La Volta del Rector. Situado en la calle de les Flors, frente a la plaza de la Fira, su nombre rinde homenaje a uno de los puntos más emblemáticos de la villa medieval: la Volta de la Rectoria, la arcada que conecta el edificio con la iglesia gótica de Sant Miquel.

Antonia define la suya como una cocina de cazuela, de chup-chup, de horas y paciencia en los fogones, de esos sofritos lentos que no admiten prisas. Por eso ella y su equipo empiezan en breve, a las ocho de la mañana. En la cocina trabaja con su hijo Nacho; en la sala está su hija Noelia, su nuera y, a menudo, su marido, Ramón. "Tiene una palabrería infinita –dice Antonia riendo–. Le encanta conversar y recomendar".

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Una receta de 1714

Es precisamente Ramón quien nos convence de empezar por los huevos fritos con patatas, chorizo ​​y, por supuesto, sobrasada de Mallorca. "Mi madre, la abuela Ignacia, los hacía para mis seis hermanos y para mí –recuerda ella–. Le quedaban las patatas confitadas, muy hechas, y encima rompía los huevos. Aquí lo hacemos igual". Luego llegan los primeros: la sopa de pastor con butifarra desparrallada, níscalos y camagrocs, y los guisantes negros con butifarra negra y tocino confitado. Nos ayuda a digerirlo todo una botella de Furvus, un Montsant de les Vinyes Domènech.

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A continuación los guisos fuertes, auténticos estandartes de la casa: las tripas de ternera con capipota, ligeramente picantes; el carnero, un cordero preparado según una receta de 1714 –"lo freímos con mantequilla, mucho ajo, laurel y especias"–, y el hocico de cerdo estofado con trompetas de la muerte. "Como lo hacía mi madre: primero a la brasa para quitar pelos, después se limpia bien y finalmente a la plancha, con un guiso de chup-chup, coñac, cerveza y chocolate, hirviendo toda la mañana". El postre: el pastel de queso con mermelada de higos y el arroz con leche vuelven a honrar a la abuela Ignacia. "El arroz lo hacía ella con la leche que le sobraba de las vacas. Yo añado un poco de nata".

En la portada de la carta hay una fotografía de la abuela Ignacia y una frase que resume la esencia de la casa: "Cocinamos como la madre nos enseñó: autenticidad y amor a cada receta". Y así, La Volta del Rector se convierte en algo más que un restaurante. Cuando uno se sienta y prueba los huevos, los guisos o el arroz en leche invisible de la abuela Ignacia, entiende que Antonia no sólo cocina: teje, cada día, un puente de amor que atraviesa generaciones.