Restaurante Che Che: un restaurante familiar en la playa de Castelldefels
Maria y Pedro continúan con la tradición familiar en este establecimiento junto a la playa de Castelldefels
Restaurante Che Che
- Dirección : Paseo Marítimo, 280 (Castelldefels)
- Carta: Variada y con producto de temporada
- Obligado: Arroz seco de carabineros y sepia sucia
- Vino: Bodega bastante amplia e interesante
- Servicio: Profesional y atento
- Local: Espacio moderno y elegante con cocina abierta y ventanales que dan mucha luz
Precio pagado por persona: 90 euros
Maria y Pedro se han criado en una barra y siguen creciendo en un restaurante. Vienen de familia de restauradores y están encantados de continuar con la tradición familiar y hacerla crecer en los próximos años. Les sobran las ganas y la energía que les da su insultante juventud (28 y 29 años), pero también la inteligencia y el talento que han demostrado liderando este proyecto familiar desde hace dos años. Antes habían sido sus padres los responsables de abrir un restaurante junto a la playa de Castelldefels: Ángel, el Cheche para los amigos, y su mujer iniciaron el negocio, y sus hijos siempre fueron parte importante de ella. Desde que los padres se han jubilado, María y Pedro son sus propietarios y únicos responsables: María es quien lleva los números y gestiona la sala, y será su futura sumiller, y Pedro es el jefe de cocina, quien diseña la carta y el encargado del producto que entra en el restaurante.
El local del Cheche está totalmente reformado desde hace un par de años. Es un espacio moderno, elegante, con mucha luz y cocina espectacular. "Cuando mis padres se retiraron, mi hermano y yo decidimos cambiar el concepto del restaurante, hacerlo más gastronómico, con menos mesas y un servicio más exclusivo", explica ella. Hoy Pedro no está porque asiste a una cata de aceites, pero María está pendiente de todos los detalles. En la carta se ofrece un menú degustación por 75 euros, pero nosotros preferimos realizar nuestra propia selección siguiendo, como siempre, algunos consejos. Compartimos primero las ostras francesas LOUIS núm. 2 al natural (las tienen también con salsa donostiarra fría); anchoas San Filippo "sobadas en casa con aceite virgen extra", dice la carta; y como también tienen erizos, probamos uno de cada: al natural, fantástica y con tártaro de gamba dentro, otra delicia. Entrantes ligeros, a modo de preámbulo, antes de inaugurar el acto principal.
En la carta hay propuestas realmente interesantes que nos hacen dudar: la merluza a la brasa con mantequilla blanca, puerro y caviar imperial; los pies de cerdo rellenos de butifarra del Perol, o la yema de huevo curado con guisantes del Maresme, gamba tocino y caldo dashi. Pero hemos decidido repartirnos, primero, los raviolis de cigala, nage de marisco (una crema ligera) y champiñón Portobello. "Los raviolis los hemos hecho durante la mañana. Todo es producido aquí", dice Maria antes de llevarnos la segunda elección: el arroz seco de carabineros y sepia sucia, que hace una pinta impresionante. También hemos acertado eligiendo el vino: la Estaca, un tinto hecho en Gratallops (DO Priorat), ecológico, suave, que ha encajado perfecto con el almuerzo e incluso con el postre. Porque no hemos podido estar de compartir una tostadita de Santa Teresa con helado de vainilla que hemos disfrutado aún más combinándola con el café de Hidden Coffee Roasters, tostadores de nuestra casa, de Barcelona, que trabajan café especialidad de máxima calidad y están comprometidos con la sostenibilidad.
La familia Moya es castelldefelense de toda la vida, y el compromiso de Maria y Pedro con el cliente es ofrecerle el mejor producto de mercado siempre que haya de proximidad: "Hoy tenemos níscalos porque los han traído del Pirineo , si no lo pedimos. La gamba del arroz es fresca y viene de las lonjas de Vilanova o Palamós. Si el producto no es de aquí, prefiero decir que no tengo, antes de ofrecerlo", dice María, orgullosa de lo que están construyendo. No tiene tiempo para todo y ha renunciado a muchas cosas para dedicarse a su gran pasión, pero hasta ahora ha merecido la pena y la aventura no ha hecho más que empezar. La ambición de los hermanos Moya tiene fuerza suficiente para conquistar el mundo.