Pastelería

La tarta de Banyoles, el legado secreto de un bizcocho extraordinario

La fórmula de este dulce típico del Pla de l'Estany, hecho a partir de almendras y con forma de corona, ha pasado de generación en generación desde el siglo XIX hasta hoy

Banyoles"Un bizcocho delicioso, mullido, dorado, con una pizca de azúcar ingrávido". Con estas palabras describía Josep Pla al Cuaderno Gris la famosa tarta de Banyoles, el dulce más típico, singular e identificativo del Pla de l'Estany, con más de 175 años de historia. Hecho a partir de almendras, alto y esponjoso, con una forma de corona muy característica, como si fuera un roscón, este bizcocho es muy apreciado en la comarca por su sabor fino de frutos secos y su textura extremadamente esponjosa, amorosa y húmeda .

A diferencia de los buñuelos, panellets o la torta de San Juan, la tarta no tiene diada, sino que las pastelerías banyolinas la venden durante todo el año, con días de especial efervescencia, como, a mediados de octubre, coincidiendo con la fiesta mayor. Se puede servir como postre después de una gran comida, acompañada de un salido de licores, pero, como aguanta unos días en la despensa sin quedarse seca, es ideal comer un trozo para endulzar los desayunos o meriendas. También es un producto excelente para ofrecer a los invitados y hacer de anfitrión, para llevar como obsequio, o para comprar en Banyoles cuando se viene de visita al estanque.

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La historia de la tarta es la de una fórmula secreta que se ha traspasado de generación en generación con mucho cuidado hasta la fecha. La receta original se remonta al siglo XIX, de la mano de Vicente Carreras, que por primera vez ideó un bizcocho hecho a base de huevos, azúcar y almendra marcona mucha. Los ingredientes no son secretos, pero sí sigue siendo una incógnita la forma de usar los moldes, el tiempo de cocción, la humedad del horno o las proporciones, todo ello clave para alcanzar el resultado más preciado. A partir de la creación de Carreras, después de una disputa familiar, salieron dos linajes de tartas de Banyoles, que si bien no eran exactamente iguales entre sí, seguían la misma fórmula original: la pastelería Boix, conocida como la primitiva, que cerró en 1999 y la pastelería Boadella, con el apodo de la legítima, que bajó la persiana en el 2012, ambas por falta de relevo generacional. Pero en 2012, para que no se perdiera en Banyoles la fórmula auténtica para preparar la tarta, los herederos de Can Boix compartieron con la pastelería Carbó, de la Plaza Mayor, los secretos de este bizcocho, para que se siguiera haciendo de la misma forma en que lo hacía el primer maestro pastelero.

Xavier Garriga, el último 'tortadista' en activo del linaje

Hasta 2012, Xavier Garriga Boadella, tataranieto de Vicenç Carreras, regentó la pastelería Boadella de Banyoles —antigua casa Carreras—, un establecimiento cuyos orígenes se remontan a 1846, según acredita el registro del Archivo comarcal del Pla de l 'Estany. Tras Vicenç Carreras, su hija, Carme, fue quien continuó su negocio y se casó con Antoni Boadella, lo que propició el cambio de nombre de la pastelería. Entonces, en 1969, llegó a manos de Xavier Garriga. "La humedad de las almendras provoca que la tarta se conserve muy bien durante tres o cuatro días envuelta", explica Garriga. Fruto del buen recibimiento de este bizcocho, Garriga recuerda un montón de anécdotas sobre los comentarios de los vecinos o los visitantes que venían de lejos a comprarlos. La más jugosa, la de Alfonso XIII que, en un día de visita en Banyoles, quedó maravillado: "Mi madre explicaba que el rey, al regresar a Madrid, se puso en contacto con mi abuelo para hacer un encargo de varias hornadas de tarta. También le ofrecieron el escudo de proveedor de la casa para ponerla en el establecimiento, pero lo hace rechazar", recuerda el pastelero.

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Otro personaje que pasó muchos años después por la confitería Boadella fue Pasqual Maragall que, cuando Banyoles fue declarada sede de los Juegos Olímpicos del 92, recreó de manera simpática las anillas olímpicas con estos típicos bizcochos banyolines.

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Salvador Boix, alma de Can Boix

Por otro lado de la rama genealógica del fundador Vicenç Carreras, también siguió trabajando en el ramo de los dulces un sobrino, Miquel Boix, que más tarde fue alcalde de Banyoles. Era el abuelo de Salvador Boix, el último gerente de la pastelería Boix, que murió en el 2021. "La tarta se asemeja a un bizcocho, pero con mucha cantidad de harina de almendra y huevos batidos, ya que si no sería como un tarta de Santiago, que no sube ni es esponja", explica Miquel Boix, uno de los hijos de Salvador Boix que, junto al resto de hermanos, pasaban a ayudar al obrador del negocio familiar los fines de semana o festivos a hacer tartas. Y añade: "La gracia es que tiene forma de roscón, esto ayuda a la cocción y que el calor se reparta de forma homogénea". La confitería de la familia Boix se encontraba al paso por Banyoles de la antigua carretera de Girona a Olot y paraban muchísimos viajeros para llevar torcidas hacia el Gironès o la Garrotxa.

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El legado pervive en la pastelería Carbó

Con el cierre primero de Can Boix y después de Can Boadella, Salvador Boix y sus hijos quisieron compartir el saber del maestro Carreras con una pastelería en activo de Banyoles, Can Carbó, con quien tenían buena relación. "La familia Boix vino muchos días al obrador, nos enseñaban los secretos y no sacamos una buena tarta hasta después de unos días. Costó", recuerda Marta Carbó, que regenta la pastelería. Y sigue: "El molde debe ser especial, nos dieron el suyo, con diez ondas. Y también el tiempo de horno y la temperatura son muy importantes". Desde este legado, la tarta de Can Carbó es una de las más reconocidas en Banyoles: "Todo el mundo nos dice que recuerda el original y estamos muy contentos con las ventas y con poder conservar este postre típico de Banyoles".

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La de Can Carbó es la única que conoce la receta original, pero, ni mucho menos, la única que prepara este bizcocho. Otros, a pesar de no conocer la fórmula de Vicenç Carreras, hacen su propia versión y también son muy reconocidas entre los vecinos de la comarca. Cada uno tiene sus preferencias, pero, por ejemplo, también se pueden degustar tartas en la pastelería Jaume Figueres, en la panadería pastelería Padrés, que las hacen por encargo o, fuera de Banyoles, en el horno de pan de Corts, cerca de Cornellà de Tierra.