Pesca

El relato emocionante del único pescador joven de Portlligat

Samuel Mir es el relevo de Josep Lluís García Jaén y Moisès Tibau, que le están traspasando sus conocimientos conjuntamente con otros pescadores jubilados

PortatadoEs martes, son las once de la mañana, y en la escollera de Portlligat, bajo un toldo verde, los pescadores Josep Lluís García Jaén (Córdoba, 1962) y Samuel Mir (Sant Cugat del Vallès, 1987) están, de pie, limpiando los trasmallos, las redes de artes menores. Sacan rocas, trozos de estrellas de mar que se han enganchado; las redes deben quedar limpias para poderlas volver a utilizar. Sentado en una silla, ayudándoles con las redes, está Benido Descamps Mallol (Cadaqués, 1936), un pescador jubilado, sabio, educado, con una deslumbrante memoria, que va explicando a Samu todos los recuerdos que tiene de la época que él salía al mar. "He pasado de todos los colores en estos entornos del cabo de Creus cuando pescaba", dice Benido. A medida que tienen las redes limpias, las dejan en unos capazos negros. Las tendrán preparadas para la tarde, cuando las irán a echar al mar, y al día siguiente las recogerán.

Samu es el único pescador joven de Portlligat; el relieve de los dos pescadores en activo, que son el Isca y el Moisés Tibau. En el oficio, para aprenderlo, cuenta con toda la tribu de Portlligat. "Esta es mi tercera temporada, y estoy muy contento", dice Samu. Está bien avenido con todos los hombres que se cobijan bajo el toldo verde. Al querido Benido le ha pedido por favor que la gorra que siempre lleva puesta de la cofradía de pescadores Cadaqués-Girona se lo regale un día. "Benido, dile a tu familia que me la dejas en herencia, por favor", le dice Samu. Y Benido se ríe, se la quita de la cabeza y la enseña. En su día debía de ser azul marino; hoy, es de color indefinido, pero el pez y las letras bordadas la hacen muy importante. Y lo esencial es que la ha llevado siempre calada en la cabeza, para protegerse del deslumbrante sol.

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El mar, el medio del Samu

Vuelvo con Samu, y le pregunto por qué se decidió hace tres años a ser pescador. Hay muchos motivos que lo explican, todos mezclados unos con otros. Para empezar, su pareja es Joana Garcia, hija de Isca. Un día murió el socio del Isca, con quien iban juntos a pescar, Rafa Linares Bueno. "Se quedó solo, y como estaba bajo ánimos, le ayudaba a quitar las redes del mar", recuerda Samu. Se conocían, tenían una estrecha relación porque la pareja de Samu es su hija, Joana. "Si no hubiera sido así, si no fuera por Joana, no estarías con nosotros ahora", interviene Benido. Samu reconoce que es así, pero a él se le unieron más circunstancias personales. "El restaurante donde trabajaba en Cadaqués, Can Tito, se traspasó y me quedé sin trabajo". Y con todo esto llegó la pandemia, y con el tiempo regalado de la cóvido, se apuntó a un curso online de marinero pescador, que acabó de animarle. La formación le enlazaba con su pasado en un barco científico, que le había llevado a navegar durante tres años. Todo parecía encaminado, pero faltaba lo más importante, convencer a Isca para que le cogiera a su barca. "Me decía que no, que no necesitaba nadie más, y yo tuve que ir haciendo sin que notara que me estaba poniendo, que le ayudaba en las tareas pesadas de carga", comenta Samu, y Benido añade que todos ayudaron para que Isca cambiara de parecer, y entendiera que tenía que aceptar a Samu. "Nosotros le decíamos que lo cogiera, pero también te digo que si no hubiera sido por Joana, la hija de Isca, Samu no estaría aquí con nosotros", comenta.

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Hoy en la barca La Felicidad de Portlligat suben cada día Samu e Isca, yerno y suegro. "Este verano pescamos escórpora, langosta, mero, muelles, rojeros, cántaras", comentan ambos. Dicen que langostas no hay muchas, que antes pescaban muchas más. A las molleras le llaman muelles, y de las escórporas negras, rofines. "En verano hacemos venta directa a particulares, porque nos deja hacerlo la Cofradía de Roses; la carretera está muy llena, tardaríamos horas y horas para llegar al palco, y por eso tenemos el acuerdo de hacerlo así", explican Samu e Isca.

Si a las dificultades del oficio se añadieran las horas largas que deberían pasar en la carretera de Cadaqués a Roses a diario, quizás sí que el oficio en Portlligat desaparecería. "Nosotros éramos cofradía, pero nos ha absorbido Roses, pero no hemos perdido la marca", dice Samu, que señala el gorro famoso del Benido, donde queda clara la marca, la historia de la pesca de Cadaqués.

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Así pues, este arrecife está salvado, pero hay más. "Nos viene de Europa, que quiere recortarnos la zona de pesca porque quiere hacer espejos de agua como reserva natural que es el cabo de Creus", dice Samu. Esto significa que tendrán menos espacios para ir a pescar, y Cadaqués estará más afectada que otras poblaciones pesqueras cercanas. "Ni Roses ni Port de la Selva quedarán tan afectados como nosotros", comentan.

Por último, les pregunto sobre lo que más les gusta del oficio. "Yo gozaba mucho como pescador cuando pescaba palangre o bonito, porque entonces era mi fuerza y ​​la del pescado, porque tienes que poner tu habilidad, tu fuerza, para levantarlo del mar", dice Benido. Es esa sensación la que le atrapó en el oficio. "Justo por eso voy a pescar serranos de vez en cuando con mi barca pequeña, porque tocas el toque-toque del pez en el anzuelo de tu caña, tienes que estirar, sentir que estás estirando hasta que ganas la batalla". Isca le ha escuchado, y coincide. Samu reconoce que todavía le queda mucho por aprender. "Me hace mucha ilusión los días que pesco una pieza gorda, como este invierno pasado, que cogí una serviola de veintiséis kilos, y la cargué en la espalda, y me ocupaba todo el espacio de la espalda, de tan gorda que era". Y entonces Isca le dice: "Lo más importante, Samu, es que seas feliz en tu trabajo; si tuvieras que hacerlo solo, no saldrías adelante, pero estamos todos a tu lado". Y la conversación se cierra mientras miramos las tres únicas barcas en activo de Portlligat: La Felicidad, la Tres Hermanas y la Gargal.

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Si ves una barca amarilla, es la 'Gala'

Entre las barcas de pescadores, se encuentra la barca Gala. No es nada discreta; se ve de lejos porque tiene un color amarillo llamativo. La Gala fue la tercera barca que tuvo el artista Salvador Dalí, es de 1942, y todavía está tal y como la diseñó el artista que tenía casa en Portlligat. "Con esta barca a Dalí le era fácil llevar a sus clientes al cabo de Creus y explicarles la fuente directa de su inspiración", dice Jordi, el capitán de la barca, mientras va costeando. Llega a Cala Bona, y se detiene para que los que estamos en la barca podamos dar un chapuzón. Él espera. Los bañistas no le perderán de vista porque el color amarillo brillante lo identifican de lejos. "Por eso lo hizo Dalí, porque así cuando Gala iba hacia la casa a verle, él ya la veía de lejos por ese color", comenta Jordi.

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