David Codina Riqué: "Un momento precioso fue cuando Meritxell decidió raparse el pelo"
Profesor de ESO y bachillerato y padre de Mariona, de 11 años. Es especialista en inteligencia emocional y acompañamiento a adolescentes. Cofundador del espacio de crecimiento y aprendizaje. madre sufre y supera un cáncer de pecho. El cuento incluye una interesante guía de acompañamiento.
La última semana de agosto de hace dos años, mientras acabábamos de disfrutar de las vacaciones, Meritxell acudió a una visita médica. Tenía un bulto en el pecho que podía no ser un nódulo benigno como algún otro que ya había tenido. La primera semana de septiembre nos confirmaron que era un tumor. Desde el primer momento, optamos por compartir todo lo que vamos sabiendo con nuestra hija. Ella es consciente de que las visitas y pruebas médicas son para saber qué es el bulto y cómo se puede hacer más pequeño o quitar. Meritxell se lo enseña, le permite tocarlo.
Y un día comienza el tratamiento.
— Y le abrimos la puerta a si quiere venir algún día a acompañar o recoger la mamá en su tratamiento. Hay un día que dice que sí.
En el cuento explicas algún momento duro.
— Uno de estos momentos duros es la pérdida del cabello. Sostener una enfermedad como ésta es duro, a lo que se suma el no poder pasar desapercibida. Fue uno de los temas que nos costó más contar a nuestra hija. Sabíamos que el pelo caería, pero no queríamos avanzar la información. Hasta que en un viaje en coche preguntó: "Pero, mamá, ¿a ti también te caerán el pelo?" Le dijimos: "Durante el tiempo que dure el tratamiento, sí. Y después volverán a crecer". Recuerdo que la reacción de Mariona fue menos intensa de lo que esperábamos.
A pesar de la enfermedad, también habría momentos bonitos.
— Un momento precioso fue cuando Meritxell decidió raparse el pelo. Nuestra hija en un primer momento se fue a su habitación porque no quería verlo, pero nos oía hablar y se fue acercando paulatinamente hasta que acabó cogiendo la máquina de rapar y me ayudó a pasarla por la cabeza de Meritxell. Cuando terminamos pidió a su mamá hacerse una foto juntas porque al día siguiente quería enseñarla a su clase. Brutalmente emocionante.
Cierto.
— Al cabo de unos días, pidió a Meritxell si podía ir a la escuela a explicar su enfermedad porque había bastantes niños y niñas que preguntaban por ella. La experiencia, tanto para Mariona como para el resto de niños, como para Meritxell, fue muy bonita y enriquecedora.
La operación fue bien.
— La noche anterior llevé a Mariona a dormir a casa de una amiga. En el momento de despedirme de ella me dijo una frase que recordaré siempre: "Creo que es la noche más triste para acostarse en casa de una amiga", y se puso a llorar. Aún me emociono ahora cuando lo cuento. Nos abrazamos, le dije que le entendía y que yo también estaba un poco triste. Pero que también deseaba que se hiciera la operación porque eso significaba que sacarían la parte de bulto que aún quedaba y mamá estaría curada.
¿Qué idea le guió durante todo el proceso?
— El principio de realidad es una de las premisas que siempre hemos respirado en casa. Lo que es, es. Y ante esto, compartir desde la transparencia y sinceridad. La vida es alegría y tristeza. Es ganancia y pérdida. Como padre y madre, queremos acompañar el crecimiento de nuestra hija de la forma más consciente posible, y eso nos empuja a hablar abiertamente de todo. Y, créeme, es hermoso.
Tú eres especialista en inteligencia emocional y tu pareja en educación especial. ¿Eso le hace unos padres más preparados?
— El problema para una hija que tiene un padre y una madre profesionales de la educación es que podamos exigirle que ella sea en la práctica todo lo que nosotros sabemos de la teoría. Es decir, que sea el perfecto ejemplo de educación. Por tanto, nuestro trabajo es aceptar sus imperfecciones, aceptar que hay momentos y actitudes que no son como quisiéramos pero que forman parte de su crecimiento. El reto de saber andar entre la exigencia y la laxitud, entre lo demasiado y lo demasiado poco. Al final, se trata del aprecio y la confianza. Somos el amor que recibimos. Somos la confianza y la no confianza que nos transmiten. La confianza genera autoconfianza. La estima genera autoestima.