Así hace de madre

Mercè Folch: "En casa vivíamos cuatro generaciones y cuando los mayores enfermaban ayudábamos en las tareas de cuidado"

Periodista de radio especializada en derechos humanos y temas sociales y madre de Biel, de 6 años. En Catalunya Ràdio dirige y presenta el programa 'Solidaris' y también ha realizado el podcast de investigación 'El mar. El muro'

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Merce Folch fotografiada en los jardines de la plaza Wagner, en Barcelona

BarcelonaMi trabajo periodístico se basa en escuchar y transmitir con respeto, rigor y honestidad historias de personas que dejan su casa en busca de un futuro en Europa. Y cada vez lo hacen más mujeres con niños.

Cuéntame alguna de estas historias.

— Uno de los primeros trabajos que hicimos para Solidarios –con Mireia Izard, Mònica Roca y Sandra Novillo, las tres madres de hijos pequeños– fue visitar el único centro en España que atiende a mujeres subsaharianas embarazadas o con menores a cargo que han llegado en patera. El centro se llama Odos y se encuentra en Córdoba. Allí tuve la oportunidad de conocer a Mariam, de Costa de Marfil, víctima de mutilación genital, obligada a casarse y que llegó a las costas de Almería con dos de sus cinco hijos, un niño de siete y una niña de nuevo.

¿Llegaron bien los tres?

— El viaje no pudieron hacerlo juntos y Mariam confió a su hija a una mujer que iba en otra patera. Al llegar a la costa, perdió la pista de su hija y durante mucho tiempo creyó que estaba muerta. Tras mucho sufrimiento localizaron a la niña en un centro de menores de la zona. Pese a saber dónde estaba, no pudo verla hasta ocho meses después.

Es duro.

— Otra madre, Marie, de Guinea Conakry, me relató cómo fue el día y medio de travesía con un bebé en los brazos, Abdulaye, que no comía y el agua salada le picaba por todo el cuerpo. Cuando le escuchaba, no podía evitar pensar en mi hijo y en cómo hubiera actuado y me habría sentido yo si hubiera estado en su sitio. Estas mujeres son un ejemplo de resiliencia y debe huir de victimizarlas. Pienso a menudo en unos versos de la escritora inglesa de origen somalí Warsan Shire: Nadie pone a su hijo en un salto a menos que el agua sea más segura que la tierra.

Estas historias muestran la fuerza de su familia.

— Yo he sido educada así. En casa vivíamos cuatro generaciones y cuando los mayores fueron enfermando estuvimos muy presentes, y ayudábamos en las tareas de cuidado. Empapusábamos, cambiábamos pañales, hacíamos compañía. Siempre estuvimos, también en el momento de la muerte. En ocasiones la convivencia era complicada, sobre todo en la adolescencia, cuando lo que quieres es más espacio, intimidad y libertad. En la mesa nos sentábamos cada día nueve personas. El menor tenía poco más de un año y el mayor se acercaba a los 90. Pasado el tiempo me doy cuenta de que el poso que me ha quedado de aquella experiencia es un aprendizaje vital, a veces muy duro. Pero de eso va la vida, ¿no?

¿Qué aspectos de la maternidad te preocupan?

— Siempre me preocupa si lo estoy haciendo bien, si estoy educando y acompañando tal y como toca. Es una conversación recurrente con otras madres. Siempre arrastramos esa presión innecesaria y mentalmente poco saludable. Éste quiso hacerlo todo bien, también en el trabajo. Y si no llegas, el sentimiento de culpa está siempre de guardia. El sistema está pensado para que produzcamos. Si usted no tiene una buena red de apoyo cerca, como no es nuestro caso, combinar la crianza con profesiones que piden mucha dedicación se hace complicado.

¿Qué te pregunta Biel sobre tu trabajo?

— En casa tenemos una bola del mundo y cuando me toca viajar nos sentamos y le explico dónde y cómo son los lugares a los que iré. Hablamos de cómo se vive, qué me encontraré. En la escuela, cuando ha conocido a compañeros de diferentes lugares, me ha traído la bola del mundo para que le enseñara los países de origen de los nuevos amigos. Siempre que ha llegado un compañero nuevo a clase le ha recibido con alegría y entusiasmo.

¿Qué te cuesta contarle?

— Las guerras y la violencia. Con el genocidio en Gaza hemos tenido que responder algunas preguntas después de que él viera imágenes de niños ensangrentados, heridos a causa de un bombardeo israelí. ¿Cómo explicas el asesinato de tantas criaturas inocentes? ¿Cómo explicamos una tragedia de esa magnitud?

Seguro que otras preguntas suyas te han hecho sonreír.

Esta etapa, seis años, es una maravilla. "Mamá, ¿en la luna se puede correr? Mamá, ¿sabías que bajo el agua los zapatos no se deshacen?" Ahora, una pregunta que nos dejó con la boca abierta fue: "Mamá, tienes que ponerte patas arriba para que la semilla del papa llegue a la barriga?"

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