Este Sant Jordi el proyecto Ningún niño sin cuento celebra su 11 aniversario. Lo hace publicando un nuevo cuento, titulado La gran fiesta , que trata de dos niños que vencen sus enfermedades después de estar muchos meses en el hospital. Están bien presentes el valor de la amistad, el no perder la esperanza sobre todo en los momentos difíciles, y la importancia de invertir más recursos en la investigación médica, entre otros. Es un cuento escrito por Antoni Argent e ilustrado por Miquel Sitjar y que, 11 años después, persigue los objetivos fundacionales del proyecto bajo el amparo de la Asociación Cap Infant Sense Cuento: fomentar el uso del catalán, el hábito lector y la creatividad de los niños. El cuento, que se presentará el 24 de mayo en el Auditori de Granollers, ya se ha hecho llegar a 35 hospitales de Catalunya, a un montón de escuelas, bibliotecas, CAPs, entidades sociales, etc.
"Hace dos semanas había un bebé de dos meses ingresado, pero quien más necesitaba el cuento era la madre"
Cada semana las narradoras Laura Asensio y Gisela Llimona acercan la magia de la literatura a los pacientes pediátricos de los hospitales de Sant Pau, Sant Joan de Déu y Can Ruti
BarcelonaEs lunes y Matthew y Aidan, de seis y ocho años respectivamente, se encuentran en el hospital de día de pediatría de Sant Pau. Mientras reciben tratamiento, cada uno se entretiene como puede: el primero con la tableta y el segundo con el teléfono móvil. De repente, Laura y Gisela, narradoras profesionales, irrumpen en la sala con sus batas, mallas y chancletas de colorines y su carro (una silla de ruedas customizada) lleno de libros, y preguntan a los niños si les apetece escuchar un cuento. Ambos responden afirmativamente. Para Matthew es el primer contacto con los Cuentos que curan. A partir de ese momento, los dos pequeños dejan de ser sólo pacientes para convertirse en lo que son: niños que se dejan llevar por la magia de una historia, que se contagian de la emoción con la que las cuentacuentos cuentan las peripecias del pirata Malapata y el conejito Ralph y que ríen e interactúan entre ellos –cuando previamente ni se conocían– mientras imaginan con ayuda de las narradoras que van a bordo de un barco pirata.
Lo que ocurre en aquella sala, donde también están presentes Nataly, madre de Matthew, y Rocío, hermana de Aidan, es pura magia. Los dos niños se sumergen en las historias que Laura y Gisela les cuentan y conectan con ellas a la perfección. Y es que, tras escuchar atentamente las dos historias y ser premiados por las narradoras con puntos de libro y pegatinas, se quedan charlando un buen rato de su país de origen e, incluso, piden a sus familiares ir a jugar a casa del otro.
Ratos de entretenimiento y desconexión
Al terminar la sesión, Aidan explica que la visita de Laura y Gisela le ha gustado mucho. "Los cuentos me han encantado, sobre todo el del pirata Malapata", señala. Rocío apunta que durante la sesión ha visto a su hermano "emocionado, entretenido y muy participativo". También explica que la iniciativa de los cuentacuentos le parece muy interesante: "Disponer de una actividad con la que entretenerse más allá del móvil es muy acertado", apunta Rocío, quien también expresa el deseo de que esto "se siga haciendo y extienda a otros hospitales". Y es que, subraya la hermana de Aidan, "a través de los cuentos puedes imaginar historias y transportarte a los momentos que se relatan".
El Matthew ya había podido participar anteriormente en alguna sesión de los Cuentos que curan. Su madre destaca que, cuando los niños están ingresados y se aburren, "ver a alguien que llega con esta ropa llamativa, cargado de cuentos, que narra con tanta pasión las historias, etc. les llama mucho la atención". Las criaturas, prosigue, "se distraen y desconectan por un rato de la realidad por la que están pasando". También las familias, ya que, como reconoce Nataly, su estado de ánimo depende mucho del estado de ánimo de su hijo y, por tanto, cuando ve a Matthew entretenido y contento, para ella "también es una inyección de energía". Cuando vienen otras personas, sean payasos de hospital, cuentacuentos o músicos, apunta Nataly, "los pequeños se desvanecen de su rutina hospitalaria, lo que se traduce en muchos beneficios, como la mejora de la predisposición ante su ingreso o tratamiento". Esta madre se muestra "muy agradecida" por el hecho de que en el hospital no sólo se preocupen de su salud, sino también del estado emocional del niño y de sus progenitores, "que somos quienes los sostenemos".
Niños, familiares y personal sanitario
Los caminos de Laura Asensio y Gisela Llimona se cruzaron hace tres años. Al conocerse, se dieron cuenta de que compartían un deseo: contar cuentos en los hospitales. En el caso de Llimona, el deseo surgió a raíz del ingreso de su hija en el hospital, cuando la pequeña tenía 2 años, mientras que en el de Asensio se despertó después de su experiencia como payasa de hospital y al empezar a trabajar como narradora oral. "Yo quería volver a los hospitales y sentía que eran dos profesiones que podían fusionarse", recuerda. Así es como vio la luz el proyecto Cuentos que curan, los cuales actualmente visitan a los niños ingresados en tres hospitales catalanes. que no era una iniciativa sólo para el niño ingresado, sino para las personas acompañantes y para el personal médico", apunta Llimona. Y es que, señala, hay casos en los que el paciente no es la parte más importante. "Hace dos semanas había un bebé de dos meses ingresado, pero quien más necesitaba el cuento, distraerse y poder hablar era la madre", recuerda. las enfermeras quisieron realizar una sesión para todo el personal médico.
Momentos de luz en medio de la oscuridad
"En los hospitales hay demasiadas pantallas, y en un lugar en el que los niños ingresados pasa tantas horas es muy interesante ofrecer alternativas", destaca Asensio. La parte emocional y la social y terapéutica también son claves y van desde ayudar a expresar emociones e identificarlas en una historia o en un personaje hasta escuchar otras historias y poder salir por unos instantes de la tuya propia. "Es muy sanador a nivel mental", apunta la narradora. "También buscamos apoderarlos y que sean ellos quienes elijan los libros que quieren conocer, al margen de reforzar hábitos como la escucha o la expresión", añade Llimona. "Desde la palabra se crea una conexión muy bonita", coinciden ambas. Una conexión que, en ocasiones, a raíz de la enfermedad, se había desdibujado entre padres e hijos, y ahora, a consecuencia de los cuentacuentos, ha vuelto a escena. "A veces, vemos familias que están alejadas entre sí y vuelven a conectar a través del cuento; los padres participan y ríen y los niños redescubren a ese padre o madre con los que jugaban no hace tanto", subrayan.
Las narradoras adaptan la sesión a las necesidades de cada niño. Hay quien, por ejemplo, teme que le pongan una medicación, y entonces cuentan un cuento para distraerlos mientras le están pinchando una vía o administrando una medicación. Hay niños que no quieren oír cuentos, porque no se encuentran bien, porque no tienen ganas o porque están enfadados, "y eso también debe aceptarse y respetarse", coinciden. "También hemos acompañado un proceso de fin de vida a través de los cuentos, incluyendo la historia a los padres, y son sesiones en las que ocurren cosas mágicas", explica Asensio. A su vez, Limón, que antes de Cuentos que curan nunca había trabajado en los hospitales, reconoce que al principio tenía miedo a encontrarse con niños muy enfermos. "Me hacía mucho respeto oncología y los niños en situación de fin de vida y he descubierto que es un momento muy duro, en el que tú, con tu trabajo, ofreces momentos de luz en medio de la oscuridad", apunta.
Herramienta terapéutica emocional y relacional
"Sabíamos que una actividad como ésta podía transformar un día difícil en un momento especial", explica M. Alejandra Pérez, enfermera supervisora de pediatría del Hospital de Sant Pau. A menudo, apunta, el ingreso hospitalario aísla a los niños de su entorno habitual y recuperar el valor de los cuentos, del vínculo con la palabra y con el imaginario les "pareció una forma preciosa de hacerles sentir en casa". A su juicio, se trata de un rato "mágico", en el que los niños "pasan de la preocupación a la sorpresa ya la carcajada", y eso, subraya, "es impagable". Y es que, tal y como destaca la enfermera, las historias que cuentan Gisela y Laura "no solo tejen emociones, sino que también crean un espacio seguro y acogedor". Un rato de disfrute que los niños ingresados pueden alargar en el tiempo a través del servicio de préstamos de libros que las cuentacuentos ponen a su alcance y que, en palabras de Pérez, es una herramienta muy potente "para escapar mentalmente del espacio clínico y adentrarse en mundos imaginarios que les hacen soñar, crear e incluso". Más aún, porque también es una manera de fomentar el amor por la lectura. En cuanto a las evidencias de cómo influyen estos ratos de desconexión en la actitud y evolución de los pacientes, la enfermera supervisora de pediatría de Sant Pau asegura que "es evidente" que cuando un niño está más tranquilo, más conectado con sus emociones y rodeado de energía positiva, afronta mejor cualquier tratamiento. "Estos ratos de cuento aportan bienestar emocional, lo que se traduce en una mejor actitud ante el proceso hospitalario y su evolución", concluye.
Conscientes de los beneficios de la exposición temprana al lenguaje para el desarrollo de los niños, el área de pediatría del Hospital Universitario Mútua Terrassa ha puesto en marcha Leer nos hace crecer , que consiste en dotar a la unidad de recién nacidos y al hospital de día pediátrico de librerías con cuentos infantiles sencillez del proyecto: poner al alcance de los niños y las familias libros y cuentos y animarles a compartir un rato de lectura”. La propuesta ha sido muy bien acogida tanto por los pacientes como por los profesionales sanitarios y tiene múltiples ventajas para los dos tipos de pacientes a los que se dirige. bebés. Solé destaca la evidencia de cómo los cuidados por parte de las familias y el contacto piel con piel (método canguro) favorecen el neurodesarrollo de estos bebés y, por tanto, apunta: "Si podemos añadir un ítem más a estos cuidados como es la lectura en voz alta, las ventajas se incrementan". hijos. "A veces, las familias sienten que no están haciendo lo suficiente para sus hijos y el hecho de implicarse en actividades conjuntas con sus bebés favorece este vínculo", destaca Solé. pediatría del Hospital Universitario Mútua Terrassa, en estos primeros meses ya se ha podido observar cómo los niños y las niñas disfrutan mucho escuchando un libro narrado por sus padres y madres. gusanillo por la lectura a domicilio", expresa Solé.