Entrevista

Míriam Tirado: "El estrés, el cansancio y la falta de tiempo son enemigos de la crianza"

Escritora, periodista y consultora de crianza consciente

4 min
Miriam Tirado.

BarcelonaTras publicar más de 200.000 ejemplares del conocido cuento El hilo invisible, del que en noviembre se estrenará la versión musical en el Teatro Goya, la consultora de crianza consciente y autora Míriam Tirado vuelve con un nuevo cuento ilustrado por Núria Aparicio, Los mil colores del hilo invisible. También acaba de publicar con Joan Turu ¡Yo primero!, que ha sido uno de los libros más vendidos este Sant Jordi, y en mayo publica el cuarto número de la colección Goa. Le entrevistamos para hablar del reto de la crianza consciente en nuestra sociedad, del valor que tienen los cuentos infantiles en el crecimiento personal de los adultos y de la importancia de generar espacios para verbalizar y acompañar las emociones de nuestros niños.

Defiende la crianza consciente desde el amor, el humor y el sentido común. Cada vez más familias explican que el sistema y la sociedad son hostiles para ello. ¿Cómo cree que afecta este contexto a la crianza de nuestros niños?

— La base de la crianza consciente es la presencia y está claro que el ritmo de vida actual no ayuda. Las familias van muy justas de tiempo, sobrecargadas de responsabilidades, y el estrés, el cansancio y la falta de tiempo son tres enemigos fundamentales de la crianza consciente.

¿Es incompatible la crianza consciente con el modelo de sociedad en el que vivimos?

— Claro que es compatible, pero hay que ponerle voluntad y hacer renuncias. Es evidente que si queremos pasar tiempo con nuestras criaturas deberemos renunciar a otras cosas. Y tendrá que haber un esfuerzo y un crecimiento personal.

¿Cuál es la clave para hacerlo?

— Buscar el equilibrio día a día. Habrá épocas que lo conseguiremos y otras que no. Pero hay que estar muy presente con nosotros mismos y con nuestros valores, saber qué queremos priorizar y poder actuar y sentir de la forma más alineada posible con todo esto. De hecho, a medida que vayamos creciendo con la maternidad y la paternidad tendremos más claras las prioridades y los valores y podremos encontrar este equilibrio.

Muchas madres aseguran tener el sentimiento de culpa muy presente porque no llegan a todo, porque en algún momento pierden la paciencia y levantan la voz o por sentirse superadas por la situación. ¿Cómo debería gestionarse la culpa?

— Es vital que renunciemos a la búsqueda ficticia y fantasiosa de la perfección. Somos humanos y humanas y la perfección no existe y, por tanto, en nuestro ejercicio del día a día habrá errores. Es justamente con la equivocación que aprendemos, y es necesario que hagamos las paces con nuestros propios errores. Obviamente, esto no significa que no nos importe meter la pata todos los días, pero hay que ver por qué nos equivocamos y si podemos hacer cambios para mejorarlo, para no volver a caer en el mismo error. Siempre desde la compasión hacia nosotros mismos.

Hablamos de su última criatura literaria. Después de vender más de 200.000 ejemplares con El hilo invisible, ahora nace Los mil colores del hilo invisible. ¿Qué buscaba con ese segundo libro?

— Con El hilo invisible quería presentar la idea de que con las personas que son importantes en nuestras vidas existe una conexión que va más allá del espacio y el tiempo y que esta conexión nos puede ayudar a sentirnos más seguros y fuertes. Con Los mil colores del hilo invisible he querido dar importancia y poner en valor que todas las relaciones son diferentes y únicas y que, cuando podemos poner conciencia en ello, podemos valorarlas y cuidarlas mejor. Y una forma de hacerlo es pensar cómo es ese vínculo e imaginar lo que sería la extrapolación visible del hilo.

Las emociones son el sello de sus cuentos. Somos la generación que ha crecido sin encontrar espacio para la tristeza o el dolor. Todo esto incomoda. ¿Cómo se logra que las criaturas puedan hablar de estas emociones?

— Las emociones están para sentirlas, para poderlas atender y acompañarlas también. Es necesario que los niños encuentren este espacio para hablar de sus emociones y canalizarlas de forma asertiva. Y esto no es factible cuando las emociones se minimizan y reprimen. Nuestras criaturas necesitan no sólo que demos espacio a sus emociones, sino también que las validemos y acompañemos. Sabemos que una buena educación emocional hace unos niños y unos adultos el día de mañana, mucho más sanos emocional y mentalmente.

En este cuento, María deja de estar triste por la añoranza de su prima gracias al hilo invisible que las une. ¿Qué les aporta a los niños la representación de este hilo?

— Los niños sufren angustia por separación desde pequeños, principalmente cuando deben separarse de los adultos de referencia. Cuando sufren esta angustia, necesitan algún sitio donde agarrarse. Yo he trabajado con las familias el hecho de vincularse a sus hijos e hijas, y cuando un niño se siente vinculado así y puede entender que esta conexión no termina cuando físicamente la madre o el padre no están a su lado, esto le da mucha seguridad.

De hecho, no es un cuento sólo para niños, también para adultos. ¿Por qué es importante interpelar también a las familias?

Porque a nosotros nunca nos han hablado de emociones y no hemos tenido espacios para hablar de ello. Está claro que los cuentos son una herramienta imprescindible para ello, porque cuando los padres o abuelos los leen a sus hijos e hijas o nietos y nietas, de golpe se crea este espacio para verbalizarlo. En este ejercicio no aprende sólo la criatura, también aprenden las personas adultas. De esta forma podemos conectar con las emociones de nuestros niños y nuestras propias emociones de forma mucho más asertiva. Ahora tenemos muchas más herramientas al alcance que antes y estamos aprendiendo gracias a nuestras criaturas. El éxito de El hilo invisible no viene sólo porque a los niños les ha gustado, sino porque las madres y los padres se han emocionado leyéndolo y les ha hecho reflexionar.

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