¿Hay que duchar a las criaturas todos los días?
El baño limpia y elimina microorganismos y parte de los ácidos grasos de la piel, pero en exceso también favorece que la piel se seque

BarcelonaLo primero que Adrià Plana, especialista en dermatología del Hospital Germans Trias, deja claro sobre la frecuencia con la que deben ducharse los niños es que la evidencia científica es escasa. Los estudios sobre las prácticas de baño, apunta, son muy complejos de realizar, por lo que, a menudo, "las recomendaciones que hacemos tanto los dermatólogos como los pediatras están más basadas en supuestos teóricos y en nuestra herencia cultural que en una evidencia científica firme". A grandes rasgos, añade, lo que podríamos decir es que el baño limpia, elimina microorganismos de la piel y elimina también parte de los ácidos grasos que tenemos en la piel y el cabello. Esto, alerta el dermatólogo, hace que la piel "tenga menos carga bacteriana y esté más limpia, pero también favorece que la piel se seque porque existe un aumento de la pérdida transepidérmica de agua".
La teoría dice que a un recién nacido no se le puede bañar hasta que no se le cae el ombligo. ¿Cómo proceder después de ese momento?
Los pediatras recomiendan no bañar a los bebés hasta que no se haya desprendido el cordón, ya que el exceso de agua en esta zona puede favorecer la maceración y el riesgo de sobreinfección. Una vez que haya caído, se puede empezar a bañarlo. Plana insiste en que no hay un consenso claro respecto a la pauta, "pero es cierto que la piel de los recién nacidos suele ser bastante grasa y se ensucian poco (exceptuando la zona del pañal), por tanto, no es necesario bañarlos todos los días".
¿Qué tipo de jabones deberían utilizar durante esta primera infancia?
El especialista en dermatología recuerda tener en cuenta que la piel de los bebés y de los niños es más delgada que la de los adolescentes y adultos, por lo que siempre es importante utilizar jabones sin fragancias y con los mínimos conservantes posibles, ya que, al tener una piel más permeable, "la exposición a estas sustancias puede favorecer el desarrollo de dermatiti".
¿Y qué ocurre cuando empieza la época de mayor movimiento (gateo, caminar, correr, visitar parques...)?
Pese a no haber una pauta clara y definida, Plana reconoce que, cuando los niños crecen y empiezan a moverse solos, es mucho más habitual que se ensucien, "por lo que sí puede ser aconsejable aumentar la frecuencia del baño". Si fuera necesario, apunta, "se les podría bañar todos los días y en caso de que la piel se secara demasiado sería recomendable aplicar cremas hidratantes después del baño".
Muchos expertos recomiendan ducharlos unas tres veces a la semana, salvo que se ensucien, suiden o tengan contacto con sustancias como el cloro o la sal.
El dermatólogo insta a los padres una vez más a "adaptar la frecuencia del baño a cada niño". Si el niño realiza alguna actividad en la que se ensucie con frecuencia o esté en contacto con irritantes como el cloro, apunta, "puede ser necesario bañarlos más a menudo o incluso cada día". De lo contrario, afirma, se puede realizar el baño dos o tres veces por semana. Otro punto a tener en cuenta es el tipo de piel que tenga el niño y es que, matiza, en niños con tendencia a tener la piel seca, el contacto repetido con agua "puede favorecer esta sequedad, por lo que puede resultar interesante espaciar más los baños o acompañarlos de la aplicación de cremas hidratantes". En cambio, en niños o niñas con la piel o el cabello más graso, el aumento de la frecuencia del baño puede ayudar a reducir este exceso de ácidos grasos.
¿Qué temperatura debe tener el agua de la ducha para no resecar o irritar la piel de los más pequeños? ¿Y qué duración debería tener esa ducha?
En tanto que la piel de los niños y niñas es más permeable, el dermatólogo alerta de que los posibles alérgenos como las fragancias o los conservantes que llevan muchos jabones, champús, colonias o cremas hidratantes que aplicamos a los niños penetran más y pueden favorecer el riesgo de alergias. Por eso recomienda jabones sin fragancias y con los mínimos conservantes posibles. La temperatura ideal del agua, añade, debe ser cercana a la del cuerpo –37 °C o 38 °C, aproximadamente, "ni muy fría ni muy caliente"–, y la duración de la ducha debería ser suficiente para asegurar la correcta higiene: "Con unos 5 minutos es suficiente, pero si al niño o niña le gusta, se puede ahogar.
¿Y una vez llegada la adolescencia, la frecuencia de las duchas debería aumentar?
Con la adolescencia, a raíz de factores hormonales, se activan las glándulas apocrinas, ubicadas en zonas como axilas y pubis, al margen de aumentar también la fabricación de sede. "Estos dos factores pueden favorecer la aparición de malos olores, por lo que en algunos casos puede ser necesario aumentar la frecuencia del baño", alerta Plana. Sin embargo, insiste el dermatólogo, es necesario individualizar siempre cada caso, ya que hay mucha variabilidad entre personas.