Familia

"Tú eres el listo y él el que hace reír": cuando los padres fomentan la rivalidad entre hermanos

La diferencia de edad y factores como los hijos que llegan de progenitores separados pueden generar distancia, rivalidad o competencia entre hermanos

Dos hermanos enojados
12/03/2025
4 min

GeronaEstá presente cada día. Forma parte de la familia, sin más. Para algunos se ha convertido en alguien inalcanzable, lejano y ausente; para otros puede ser un rival o, incluso, un estorbo que obliga a aprender a compartir. Un hermano es y será, siempre, un hermano, pero esta figura pierde todo su sentido cuando carece de lo más importante: el vínculo. Una afinidad que no entiende de variables de edad porque puede haber mucha diferencia pero, al mismo tiempo, mucha cohesión; o puede existir desinterés, rivalidad y competencia y, en cambio, llevarse, entre ellos, sólo meses. ¿Y cuándo los hermanos no son de sangre? Las realidades de familias separadas (u otros tipos) suman nuevas variantes. Lo que no cambia –ni cambiará nunca– es que el lazo entre hermanos depende, en sí, de muchos factores y que, en estas situaciones, los progenitores –que tienen mucho que decir y hacer– se convierten en un puntal para decantar la balanza hacia un contexto de conflicto o resolución.

Ferran Marsà, doctor en psicología clínica y de la salud, explica que algunos estudios realizados en países anglosajones indican que tener hermanos está relacionado con una "mayor toma de decisiones, autoestima y empatía en niños y jóvenes". Sin embargo, también hay quienes señalan que estas diferencias no son "tan evidentes ni claras". Otras investigaciones concluyen que el factor clave es el entorno social. Es decir, "los valores y actitudes que estos niños y jóvenes adoptan de su círculo social más cercano: padres, abuelos y escuela", comenta Marsà, que también es director del Máster en Psicología Infantojuvenil de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Un hermano mayor que se lleve muchos años de diferencia es probable que pueda tener cierta preocupación y atención por el más pequeño. Ahora bien, si la llegada del pequeño lo toma, al de mayor edad, en plena adolescencia, entonces las cosas podrían ser distintas. Lo afirma Dolors Albertí, psicóloga clínica y coordinadora del Centro de Salud Mental Infanto Juvenil del Baix Empordà. "Los hermanos pequeños casi siempre buscan al hermano mayor. Quieren que esté por ellos. Es su ídolo. el caso de que el hermano mayor pase de él –no porque no le quiera, sino porque está en otro momento vital–, el pequeño puede sentirse excluido. Le tocará la autoestima. Estará triste y no se sentirá suficientemente valorado", afirma. Por el contrario, hasta el nacimiento del hijo pequeño el hermano mayor había crecido como hijo único y la llegada del menor le ha supuesto perder su trono. "Es una situación compleja. El mayor tenía a sus padres en exclusividad y estaban sólo por él. Y ahora surgen otras necesidades. El hermano mayor, al mismo tiempo, también puede sentirse desplazado", puntualiza la psicóloga.

De la rivalidad a la competición

La rivalidad entre hermanos es muy frecuente. Lo que se esconde detrás es, en el fondo, un deseo común de querer agradar a los padres: conseguir su atención y también su amor, situación que puede acabar en una competición. Marta Butjosa, educadora y profesora de instituto, detalla que "los padres deben ser conscientes de cómo gestionar la relación entre hermanos para no contribuir a la enemistad y fomentar la colaboración". Según ella, la mala relación entre hermanos está muy influida por la mirada que profesan los progenitores a cada uno de sus hijos, tanto de forma individual como en grupo. "Suelen repartir papeles: tú eres el listo y él lo que hace reír; tú eres el bueno en los estudios y él en el deporte... Vamos clasificando y eso a los niños y adolescentes les limita mucho y les deteriora la relación", expone Butjosa, que, además, es terapeuta Gestalt y escritora. No solo grandes afirmaciones, sino también pequeños detalles: como ahora, a ver quién primero se pone la chaqueta... "Pueden parecer tonterías, pero estás fomentando la competición. La mirada es muy sutil, pero está ahí", añade.

Algunos estudios sobre hermanos en países anglosajones describen que los hermanos mayores suelen asumir algunas responsabilidades que normalmente corresponden a los padres. Sin embargo, Marsà subraya que se conoce poco sobre si este patrón se mantiene o varía en países mediterráneos. Hoy en día, el género sigue teniendo un peso importante en la familia y puede contribuir a la rivalidad entre hermanos. "Desde una visión heteropatriarcal, en familias tradicionales los hermanos todavía gozan de ciertos privilegios en comparación con las hermanas", afirma Marsà.

Las nuevas familias

Los distintos tipos de familia que existen en la actualidad, más allá del modelo tradicional, aportan nuevas variables en la relación entre hermanos. Se incluyen: parejas del mismo sexo, padres y madres solteros, familias coparentales (no existe relación sentimental y deciden tener un hijo y criarlo en común) o familias formadas por progenitores separados. En estos nuevos contextos aparece a menudo la rivalidad y también su hermana: los celos. Según Albertí, está muy presente en hijos de padres separados. "Ven cómo el padre o la madre pueden querer a otro niño que no es hijo suyo y temen perder el amor de los padres", admite. Antes de que la situación vaya a más, Butjosa recomienda mantener, ante todo y ante todo, espacios con el progenitor de sangre. "Estos hijos biológicos han llegado antes que la otra pareja con sus hijos y deben poder seguir manteniendo la exclusividad. Esto ayudará a preservar la relación", asegura Butjosa, autora de libros como Transfórmate para educar (Plataforma Actual). Tiene que haber una jerarquía y todo el mundo debe tener su espacio para poder sentirse reconocido dentro de la familia. "Es un arte. Como adulto, debes estar muy bien colocado", recalca Butjosa. Desdramatizar, encaminar a colaborar y encontrar soluciones en equipo –sin tomar parte ni impartir justicia porque, si no, saldrán perdiendo todos– son parte de las recomendaciones que añaden los expertos.

Ante una misma experiencia, un hermano puede vivirla muy diferente al otro. Cosas que a uno le causan dolor y tristeza, en el otro pueden no tener ningún tipo de importancia. Aunque haya poco vínculo o sea nulo, no todo está perdido. Con los años, puede resurgir. "El hermano herido tendrá cosas que decir y, seguramente, le costará decirlas. Hay que escucharle, de igual a igual, sin juicio y con ganas de entenderlo. Juntos, además, pueden ayudarse a comprender qué pasó en el pasado, reencontrarse e incluso complementarse". , o casi todo, de nosotros.

Realidades y vivencias entre hermanos

Hijo único hasta que llega un hermano

Maribel Béjar tiene una hermana con la que se lleva 15 años y, casualmente, dos hijas que entre ellas se llevan 10 años de diferencia. "Mi hermana era mi referente, de pequeña", asegura. "Me hizo más de madre que de hermana y yo me la miraba más como una madre que una hermana", admite. Ambas hijas de Béjar se han criado como hijas únicas. "La pequeña fue unos años a remolque de la mayor porque me la llevaba a todas partes. No quería que la mayor tuviera la sensación de que, al nacer la hermana, le habían robado el sitio", afirma.

Hermanos como gemelos

Justo seis meses después de que naciera su hijo mayor, Claudia –nombre ficticio porque quiere mantener el anonimato– se quedó embarazada. "Queríamos tenerlos muy seguidos", asegura. Entre sus ventajas: momentos similares de aprendizaje y necesidades muy iguales. Pero el hermano mayor siempre ha querido reivindicar su sitio. "Le hemos tenido que reconocer que es el mayor", comenta la madre. Aunque el mayor siente devoción por la hermana, ella no le acaba de hacer, de momento, mucho caso.

El hermano ausente

"De pequeños nos decían que parecíamos gemelos porque nos llevamos muy pocos meses de diferencia", dice Fina –también nombre ficticio–. Sin embargo, desde hace unos quince años, fruto de malentendidos, entre ellos sólo hay distancia y silencio. El vínculo de hermano, como tal, ha desaparecido. Ni la enfermedad del padre, que murió, ni otras circunstancias han logrado acercar la relación. "Yo siempre he dejado la puerta abierta. Me duele que no se haya acercado en determinados momentos porque la vida y la enfermedad siempre están por encima de todo", describe ella, quien confía en que algún día la situación se reconducirá.

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