Acoso escolar

"Tu hijo acosa al mío"

Las familias lamentan la desatención del sistema cuando se produce un caso de acoso escolar y los expertos alertan de "un problema sistémico"

"Ya hacía mucho tiempo que no le veía bien. Hasta que un día me dijo: «Mamá, es que quiero morirme...»". Relatada entre lágrimas por su madre, la historia de Joel es un caso –uno más– de acoso escolar. Un capítulo de sufrimiento que se termina con la ayuda de un psicólogo y con un cambio de centro, que queda marcado para siempre. Hay mucho trabajo por hacer –uno de cada cuatro niños son acosados– Pero también crece la sensibilización hacia el acoso escolar. El recuento de casos del departamento de Educación y formación profesional crece cada curso: 347 el curso 21-22; el doble, 684, el curso 22-23 y un 52% más, 1.042, el curso 23-24. El 2 de mayo es, precisamente, el Día Internacional contra el Bullying y el Acoso Escolar.

El acoso a Joel fue grupal y psicológico, e incidieron factores como las altas capacidades o un rechazo que su madre atribuye al clasismo. Todo comienza cuando, en 2º de ESO, la amiga sitiada que Joel protegía se va de la escuela; el acosado, entonces, se convierte en él mismo y lo aíslan. "Joel decía: «Si no hablo, porque no hablo; si hablo, porque hablo. Es que no sé cómo actuar». Y eso, poco a poco, le fue afectando muchísimo", recuerda su madre. También le ignoraban: "Como si no estuviera en clase. Cuando decían hacer grupos cooperativos, todos se juntaban, pero a él le excluían. Y no lo entendía. Cuando salían al patio, él nunca tenía a nadie. Estaba solo, sentado en las gradas, y cuando su tutora vigilaba el patio, se acercaba y hablaba con él. Y era la única persona que hablaba". Un día, el dolor estalla y Joel confiesa el deseo de dejar de existir a la madre ya la tutora. "La tutora me llamó y me dijo: «Estoy muy asustada porque me ha dicho que quiere morir». Y digo: «Mira: a mí me lo ha dicho hoy por la mañana, y ya tengo hora en el psicólogo»".

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El miedo a que Joel diera un disparate colmó el vaso. "Roger [el psicólogo] lo cogió y le vio muy mal, destrozado". Con la terapia salió adelante: "Se fue de convivencias, estuvo soberbio, vino supercontento. Al final de curso, le planteamos cambiar de instituto. Él dijo que no porque quizás se estaban arreglando las cosas". El cuarto día de 3º de ESO ya volvían a arrinconarle. "Eso a él le dolió. Llamé a su padre y le dije que había terminado. «Se va de la escuela»". Dicho y hecho. El tutor quiso hablar con Joel, pero el chico le dijo que no hacía falta. El tutor llamó a la madre de Joel mientras estaban haciendo los trámites para el cambio de escuela. Quería hablar con ellos antes de que dieran un paso más. "Me sorprendió que me dijera: «Déjalo en la escuela, por favor, porque así todos aprenderán». Y yo le dije: «¿Tengo que esperar a que mi hijo se tire descalabro de un puente para que los demás maduren?»". Admitió que, si fuera hijo suyo, haría lo mismo.

El silencio de las familias

Desde entonces, Joel va a otro instituto. ¿Ha pasado página? No. "Aunque ha pasado tiempo, yo creo que no lo tiene superado. Y ha hablado de ello, y está mucho mejor, pero claro, ahora él empezaba 1º de bachillerato y tenía mucho miedo a que niños de la otra escuela fueran". La madre de Joel denuncia desinformación y desatención por parte del sistema –cuando se activó el protocolo, nadie de la escuela, tampoco el director, le llamó– pero también de la psicóloga de Educació. "Joel vino llorando y me dijo: «Mamá, no le ha importado una mierda lo que le contaba. Se ha puesto a mirar al Instagram»". Y también lamenta que las altas capacidades no se tratan como necesidad especial: "Están totalmente excluidos de estas ayudas". La madre confiesa que se ha sentido culpable y revela el silencio de las otras familias de la clase: "Trabajo de cara al público y me encuentro. Nunca me han preguntado: «¿Por qué lo has sacado del instituto?»". ¿Y cuando el abuso se producía? "Nada".

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El psicólogo de Joel es Roger Aranda, cofundador de El Hito, atiende casos de acoso y imparte talleres. Afirma que los padres pueden detectarlo y que el acoso a menudo se esconde tras otros problemas: "Encontramos a un joven que está muy irritable, muy reactivo, o apático, abúlico". También puede que coma demasiado o que no coma nada, o que no duerma bien. "Entonces, ya deberíamos ir a ver qué pasa en la escuela. Y hablamos de acoso cuando hay un grupo numeroso contra un individuo vulnerable que no puede salir por sí solo". Remarca el trabajo de maestros y psicólogos para ponerle solución: "Ninguna de las familias está disponible para hacerlo. La de la víctima tiene enormes dificultades, probablemente, para proteger a su hijo; puede tener una pelea dialéctica con la familia del agresor, pero es que ésta difícilmente aceptará que su hijo es el agresor". Y no suele dejarse ayudar. Recuerda siempre dos cosas a los educadores con los que colabora: el acoso escolar suele darse fuera del aula, y el alumno lo sufre aunque no se note.

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Aranda es realista en cuanto al papel de los padres de los sitiados: "Lo tienen muy complicado. Tienen que presionar mucho para que se pongan en marcha una serie de mecanismos en la escuela". Ante los padres de los agresores que quieran escuchar, el discurso no debe ser "Su hijo es malo", sino "Duele al mío, y debe acabar". Y alerta de que lo que ocurre ahora se puede trasladar a la vida adulta y puede generar que sea incapaz de forjar relaciones sanas. Aranda no cierra la puerta a una cita entre familias, pero sin expectativa alguna. Y en cuanto al resto de familias, indica, se desentendrán o darán la razón a unos u otros "por afiliación", o sea, por proximidad. Insiste mucho en la necesidad de hacer pedagogía con los niños en casa y en la escuela, y, también, en formar bien a los profesionales: "Es interesante que los protocolos los tengan muy claros todos los profesionales y que se apliquen con mano de hierro".

Un problema "sistémico"

La presidenta delAsociación Catalana para la Prevención del Acoso Escolar (ACPAE), Meritxell Plana, habla de lo que considera un "problema sistémico" de la sociedad. "La mayoría de padres normalizan la violencia siempre que no les toque a ellos. Eso que son cosas de niños lo hacen todos. Salvo cuando te toca; entonces, te parece que... «Ostras, es que se están pasando». La violencia es algo que llevamos a todas las personas dentro, pero, en cambio, se nos hace difícil creer que seamos violentos". Plana constata que, cuando te toca, descubres que la empatía es un bien muy escaso. Lo comprobó cuando le tocó a su hijo. "Nadie daba validez alguna. De hecho, decidimos no decir nada; de un día para otro, nos desescolarizaron los niños, y solo tuvimos llamada de algunos padres porque, por no ir, corrió un rumor falso; si no, no me habrían llamado".

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¿Y qué soluciones existen? Sensibilizar: "Si en primaria no se ha hecho un buen trabajo de prevención, en secundaria, todo peta". Cohesionar a los centros: "El sentimiento de pertenencia a una escuela hace que todo el mundo se involucre de una manera diferente ante los problemas". Ante la familia del agresor, aconseja ser realista: "Es imposible que un padre acepte que su hijo es un agresor. Poner a dos padres hablando de tú a tú sobre este problema, sin intervenir emocionalmente, es complicadísimo". Y constata que el acosador también sufre. "Nadie se preocupa", sostiene. Ante la escuela aconseja ser firme: "Si tienes alguna sospecha de que existe acoso escolar, te vas a dirección con pruebas, con estudios médicos o con informes psicológicos". Plana pone deberes a las autoridades: que las escuelas dejen de ser "juez y parte" en el protocolo, que la inspección las fiscalice en serio (evitando el corporativismo), que se mejore el seguimiento de las víctimas y que los planes de convivencia prevengan el acoso escolar.

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La administración creó #AquíProuBullying en 2017 y, hace un par de años, Bienestar por estar bien; ha unificado el protocol, y ha creado del Registro de Violencias del Alumnado (REVA) y el coordinador de coeducación, convivencia y bienestar en los centros (COCOBE). Además, cualquier inquietud o sospecha de acoso se puede notificar a la Unidad de Apoyo al Alumnado en Situación de Violencia (USAV).

Pasos básicos para familias

El psicólogo infantil y juvenil Roger Aranda, cofundador del centro La Fita, de Sabadell, es experto en inteligencia emocional, pantallas y adicciones. Y en acoso escolar. Estos son sus consejos

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Si a su hijo le asedian

  • "Presione mucho las direcciones de las escuelas, es decir, presionar bien, pero no lo deje estar en relación con los adultos que son los que están allí mientras vosotros no estáis y no puede abordar el problema ni controlarlo."
  • "Estad muy atentos al estado de ánimo de su hijo a ver si va mejorando, si desde la escuela se hace buen trabajo."
  • "Dale un espacio si ha sufrido mucho para que se pueda soltar esté donde esté: si tiene media horita cada noche, no hace falta que vaya a ver a ningún profesional".
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Si su hijo acosa

  • "Ver que esto puede ser un problema para su futuro y ayudarle a desarrollar habilidades sociales más favorables, como la empatía y la inteligencia emocional".
  • "Y acompañarle a reparar la situación de alguna manera".
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