Opinión

Institutos eléctricos: nunca perdemos ni papeles ni bolígrafos

Alumnos dan clase con ordenador
11/05/2025
Escriptor i professor de secundària
2 min

BarcelonaLa tecnología es modernidad, futuro y prosperidad. Esta premisa la ha comprado todo el mundo, también el mundo educativo. Desde los gurús a los políticos la han fomentado en las últimas décadas. Había que olvidar las metodologías del pasado. Dejar muy lejos la forma en que nuestros abuelos o padres aprendieron de letra con el tintero del pupitre (¡y qué caligrafía tan magnífica que hacían!). O como yo prosperé en los estudios con el papel de calcar y la máquina de escribir (¡trataba de no equivocarme por no tener que repetir la hoja entera!). Como docente, en los últimos veinte años he visto olvidar los libros de papel y sustituirlos por los portátiles. Como las salas de ordenadores quedaban obsoletas y se reaprovechaban para otras necesidades. Cómo pasábamos lista en varios dispositivos electrónicos y cómo las pizarras y los proyectores han dado paso a pantallas de televisión gigantes, táctiles e interactivas. Cómo, poco a poco, dejábamos todos los documentos que generábamos en la inmaterialidad de la nube. O cómo las reuniones telemáticas durante la pandemia nos ayudaron a no perder el curso. Todo ello han sido herramientas que nos han dado nuevas opciones y comodidades, pero también ha multiplicado exponencialmente la burocracia y las horas de dedicación. Cada lunes, a primera hora de la mañana, los correos electrónicos que debes responder con obligatoriedad y urgencia caen en la pantalla como la cascada verde de Matrix.

Por cuestiones largas de contar, hace un par de años visité una escuela que repudiaba la tecnología del siglo XXI. Lo hacían todo con tizas, papeles y lápices. Aprovechaban las horas de sol y estaban en medio de la naturaleza. Me pareció una burbuja demasiado bestia para aplicarla a mis hijos aunque alguna de las "desconexiones" la encontré muy interesante e incluso necesaria para frenar al mundo ultraconectado, casi de locos, que tenemos fuera de las aulas. Por ejemplo, recientemente se ha prohibido el uso de móviles en los centros educativos. Tenemos claro que es un objeto de distracción y conflictos. Ahora todavía tenemos que pensar de qué manera queremos acotar y controlar el uso de la inteligencia artificial, o enterraremos definitivamente la cultura del esfuerzo, y hacer deberes y trabajos no tendrá sentido. Yo mismo, como la mayoría de colegas, lo tengo todo en el correo Xtec y pongo el trabajo en el Classroom. En Cataluña la docencia está en manos de Google. Si nos quedamos sin electricidad, nuestra programación queda inutilizada, pero afortunadamente, los maestros y profesores siempre tenemos recursos analógicos. Nunca perdemos ni papeles ni bolígrafos... Ni tampoco una mirada crítica y una voz humana hacia nuestros alumnos. Sea el siglo que sea.

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