Así hace de padre

Carles Durà i Herrero: "Solo una madre sabe lo que es perder a un hijo"

Escritor, profesor de lengua y literatura en secundaria y padre de Pau, de 24 años, y Àlex, que falleció hace dos años y medio, cuando tenía 19. Publica un libro intenso, íntimo, delicado, sorprendente, 'L 'Álex de la sonrisa' (Universo). Premio literario Roc Boronat 2024, es una crónica de la enfermedad de Àlex, el cáncer, una historia que acaba con su muerte. Un dolor inmenso conservado en un texto literario luminoso.

Carles Dura, escritor
Act. fa 22 min
3 min

BarcelonaLa muerte de un hijo no hace que el amor por él se acabe. Pasa a otra dimensión, digamos. Obviamente, le echas de menos terriblemente, pero el otro hijo, Pau, todavía está.

¿Cómo ha cambiado la relación que tienes con ella?

— Tengo mucho miedo de perderlo a él también. Su salud, su bienestar. Pese a tener veinticuatro años, lo malcrie. No veo motivo para negarle nada. Aún como él es muy sabido y maduro, porque podría abusar de mí si quisiera. He dejado de abrazar a Álex e intento abrazar más a Pablo. Pasar tiempo con él se ha convertido en una prioridad, especialmente por vivir fuera de Valencia.

Todo esto que dices me conmueve.

— Me cuesta escuchar cómo hay padres que se quejan de los hijos o los desprecian. Tengo que morderme la lengua para no decirles “¡Si están vivos!”. Ahora soy mucho más sensible al dolor, a la enfermedad. Me conmueve más el sufrimiento, pero también la belleza. Me emociono con facilidad.

Háblame de la madre de Álex.

— Desde cierto punto de vista, el libro es la historia de amor entre una madre y un hijo. Lo vi con claridad durante la enfermedad, en los últimos momentos y durante todo ese proceso de duelo. Sólo una madre sabe lo que es perder a un hijo. Las palabras que dice no pueden describir todo el sufrimiento que la mordisquea por dentro. Tenemos días muy tristes los dos, pero no siempre coinciden.

¿Qué diferencias existen en su duelo?

— A mí me han ayudado mucho mis amigos. Mi mujer asiste a un grupo de ayuda mutua de padres y madres que intentan reaprender a vivir con la fuerza del amor, que nunca ocurre. Ella también ha escrito sobre la experiencia, un diario y dos cuentos, ha publicado uno. También ha sido capaz de empujar proyectos, como una exposición de fotografías tomadas por Àlex, que en estos momentos se encuentra en la cárcel de Picassent. Ha sido una forma preciosa de dar a conocer el legado de Álex. Ahora estamos trabajando en cómo hacer accesible su archivo fotográfico.

He ido anotando frases del libro: "No anticipamos", "La quimio puede fallar, pero tus padres nunca", "Sé que no terminará el curso", "Tengo cáncer, ¿papá?". No habrá sido fácil escribirlo.

— Lo más duro no es la escritura: es haber perdido a un hijo. Me costó volver a leer el libro cuando corríamos las pruebas con la editorial, pero nada comparable a la certeza de saber que se va y que no volverás a abrazarlo. Tenía prisa por escribirlo, por no olvidar ningún detalle.

Narras una sarta de momentos intensos vividos, pero explícame uno especialmente significativo.

— El momento en el que Álex estaba grabando el vídeo sobre la motivación. Sentí que eso era su testamento vital. Y yo le dije que debía vocalizar mejor. Lo encontrará en www.alexpresartee.com.

La vida sigue, dice Àlex, y eres tú quien tiene que hacer que valga la pena vivirla.

— De vez en cuando me lo pongo para tomar fuerzas, cuando yo pierde de vista el sentido de todo.

Saber que debes morir debe empujarte a madurar a pasos agigantados. Pero la muerte del hermano pequeño habrá transformado al hermano mayor. ¿Cómo?

— De Pau me han dicho que es muy mayor. Mucho. Que es un crack. Con una inteligencia emocional y social fuera de lo común. Ha sido capaz de hacer vida, de salir adelante y sobresalir en sus estudios y trabajos. Pero él reconoce como maestro a Álex, especialmente a raíz de su enfermedad. Para mí, fue muy significativa la decisión de Pablo de cómo vivir en los últimos meses de su hermano.

¿Cómo se decidió encarar ese tiempo de despedida?

— Se planteó cómo quería recordarlos y no aceptó que fueran un tiempo de agonía. Se cogía a lo que se podía hacer y compartir, y siempre estaba buscando maneras de aprovechar el tiempo que nos quedaba juntos. Pablo dice que quiere aprender a vivir de modo que el recuerdo de su hermano le llene de alegría.

El libro, pese a la experiencia tan cruel que narra, contiene algo más.

— Álex tuvo que asumir la limitación de vivir en un cuerpo en descomposición, algo muy duro para alguien acostumbrado a una potencia física inagotable. El aprendizaje de la debilidad le llevó a disfrutar de lo pequeño, a valorar lo importante. Su sonrisa.

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