Así hace de madre

Ester Pagès: "Ser madre ha sido volver a ser niña"

Periodista y madre de Pol, de 8 años. Forma parte del equipo del magacín 'La selva', presentado por Xavier Grasset, cada tarde a las cinco y media en 3cat. Antes fue subdirectora del magacín 'En línea' en La 2 de TVE y trabajó en los programas 'El factor clave' y 'Generación digital' de TV3.

Ester Labrador
Así hace de madre
29/09/2025
3 min

BarcelonaCada día, mientras cenamos, mi hijo me pregunta de qué hemos hablado en La selva, a quien hemos entrevistado, cómo ha ido con los compañeros... Y si considera que no acabo de hacer bien algo, me lo dice: "Mamá, aquí has ​​hablado demasiado rápido! ¡Ya te has embalado!" Y normalmente tiene razón. Me apasiona ver cómo ve el mundo porque es tan franco, honesto y observador que procuro hacerle caso.

A la hora que hace La selva supongo que él hace extraescolares.

— Hace inglés por su petición desde que tenía 4 años. Me dijo un día que quería entender las letras de las canciones. Hace tenis porque tanto su padre como yo somos tenistas. De hecho, nos enamoramos jugando un partido. Y también hace baloncesto porque sus amigos de clase los hacían. Los sábados vamos a ver los partidos y lo cierto es que nos encanta que haga un deporte de equipo. Habituados al tenis, estamos viviendo cómo con el baloncesto tienes el apoyo de los compañeros y compañeras, la gran fuerza que tiene el equipo.

Cada vez cuesta más ver la tele con sus hijos, que prefieren la tableta o el móvil.

— Aún no estamos en el punto de que Pol mire la tableta solo en su habitación porque somos estrictos con el consumo de pantallas y no lo hace sin supervisión. Desde que soy madre he leído mucho sobre cómo condicionan el móvil y la tele el desarrollo cognitivo de las criaturas y en casa hemos puesto límites. Pero resulta difícil. Aquí comienzan sus rabietas y mis respiraciones por no acabar enojados. Lo que sí hacemos es el plan de pizza y pele los viernes. Ese día, miramos una película los tres juntos. Momento idílico, exceptuando el punto de ponernos de acuerdo a la película. Aquí las negociaciones son duras.

¿Qué le curiosa de todo lo que puede ver en la tele?

— Hemos pasado distintas etapas. La que sólo miraba dinosaurios, después pasamos a todos los modelos de coches del mercado, a la intriga del baloncesto y de la vida de Michael Jordan. Tuvimos una temporada que mirábamos juntos el espacio del SX3 Escucha tu cuerpo, un programa francamente interesante donde el científico Salvador Macip y Zene se hacen preguntas como "¿para qué sirven los mocos?", "¿por qué late el corazón?" o "¿por qué nos echamos pedos?". Con este último capítulo se rió mucho. Y ahora estamos volcados en el fútbol: en los jugadores del Barça, las posiciones... Tenemos a Lamine Yamal hasta la sopa.

¿Qué te maravilla de cómo mira las cosas?

— Me gusta la simplicidad, la franqueza y la sensibilidad con la que se mira el mundo. Cuando Pol reflexiona va tan a la raíz de las cosas que las hace fáciles. Y esto me encanta. Cuando me ha preocupado algo, como él me lo ha notado o hablado abiertamente, ha tenido la habilidad de hacerte la pregunta clave, que me ha parecido básica pero que es donde he encontrado lo que buscaba.

Y tú, ¿cómo lo miras?

— Muchas veces, cuando él está concentrado o jugando, haciendo los deberes o durmiendo, me gusta observarlo. Me lo miro y le sigo las cejas, me miro las pestañas y entro en sus ojos. Le miro las manos, los pies, y le hago una caricia para tocarle la piel. Y pienso: es el amor más absoluto que existe. Notas como el corazón te explotaría de amarle tanto. Es un sentimiento maravilloso pero que al mismo tiempo hace respeto. Debo decirte que no me viene de nuevo porque en mi casa, la de mis padres, siempre se han vivido las cosas así. Con una mezcla de genética y aprendizaje, ellos me han enseñado a querer intensamente.

Alguna vez te he oído decir algo precioso: "ser madre ha sido volver a ser niña".

— Ha sido volver a ser niña porque los momentos que paso con Pol los vivo sin reloj y sin complejos. Desde que era pequeño, pasamos mañanas y tardes jugando juntos. Mi favorito, el del sábado por la mañana. Nos perseguimos por casa, nos echamos por la cama, hacemos al suelo ambos como dos albóndigas, hacemos guerra de cosquillas... Descansamos un poco porque estamos cansados ​​o alguien se ha hecho daño –normalmente soy yo– y volvemos. He vuelto a ser la niña que hacía el payaso sólo pensando en el aquí y ahora. Sin dar vueltas a nada más. ¡Qué liberación!

Cuéntame un recuerdo que te haga sonreír.

— Recuerdo que cuando tenía cuatro años, un día me miró y me dijo "te quiero tanto que me pongo nervioso".

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