'Parejas relieve': cuando la familia se gestiona por WhatsApp
La incompatibilidad horaria entre los progenitores dificulta la logística familiar y comporta sobrecarga mental, falta de tiempo individual y un profundo desgaste en la relación
Barcelona"El hecho de no coincidir en horarios, de no vernos, provoca que vayas haciendo y muchas cosas se pierdan por el camino. No sabes qué pasa en la vida del otro y se toman decisiones con las que no se está de acuerdo; es complicado", explica Laura. Ella y Miquel, además de tener una hija, Jana, comparten una logística compleja marcada por horarios de trabajo incompatibles.
La organización de esta familia rota por ciclos de dos semanas según el turno de Miquel: cuando él trabaja por la mañana, ella lleva a la niña a la escuela y él la recoge algunos días; en el turno de tarde, él se encarga de llevarla a la escuela y ella de recogerla siempre. Durante las semanas de turno "completo" (de 10 ha 19 h), Laura asume toda la logística escolar y de extraescolares. Por último, si a él le toca trabajar el fin de semana es ella quien se hace cargo de Jana en solitario.
Esta realidad no es un caso aislado, sino el reflejo de un mercado laboral cada vez más fragmentado. En España más de dos millones y medio de empleados trabajan habitualmente en fines de semana, en turnos de noche o en turnos rotativos, especialmente en sectores como el sanitario, la logística y los servicios. Según los datos delEPA de finales de 2024, la recuperación económica se está fundamentando en una precariedad estructural: casi el 38% del empleo creado es a tiempo parcial, mayoritariamente de carácter involuntario. Esta inestabilidad, marcada por horarios irregulares que fluctúan según las necesidades de la empresa, acaba impactando directamente en la salud física y emocional de las familias.
La soledad de la gestión compartida
"La parte más difícil es no coincidir a lo largo del día; hay semanas que ni nos vemos. Hay mucha información que se queda en el tintero. Entonces cuando el otro se entera te dice: «Ay, de eso no sabía nada», y tú piensas: «Ya, pero es que no puedo más porque al final lo estoy gestionando todo yo».
Aunque el impacto de esta distancia física puede depender de cada caso, Meritxell Pacheco, profesora de psicología de la Universidad Ramon Llull (URL-Blanquerna), afirma que genera un profundo desgaste emocional. "Puede crear un sentimiento de soledad, porque la comunicación a distancia no suple al contacto físico. Esto puede generar tristeza, irritabilidad y sentimientos negativos hacia la pareja, que se percibe como inaccesible", comenta.
Para evitar caer en el resentimiento, Pacheco pone el acento en el consenso: "La logística debe ser algo bien decidido y aceptado por ambos; que no se viva como una renuncia. Que uno se ocupe de las mañanas y el otro de las vísperas, o que uno viaje por un día a uno que se asume mucho y el otro asuma se asuma mucho y el otro asuma si el otro se asume mucho y el otro se asuma. problema". La clave, dice, es evitar la actitud victimista: "Si este estilo de vida no compensa es necesario tomar decisiones, pero mientras se mantenga hay que encontrar un encaje que satisfaga a todos".
El muro de contención femenino
En el caso de Laura, a pesar de trabajar en una oficina de lunes a viernes a jornada completa, el peso de la logística recae principalmente sobre ella. "Como yo tengo un horario fijo, siempre se puede contar conmigo. Si él falla, yo respondo, pero también me gustaría tener algo de tiempo para mí", reclama. Los datos confirman que las mujeres son las que, frente a horarios cruzados, suelen reducirse la jornada o adaptar su horario, sacrificando salario y proyección. El 86% de las excedencias por cuidado de hijos las piden mujeres, una cifra que se reduce con lentitud y que mantiene un fuerte desequilibrio, según el Indicador de Igualdad de Género de Cataluña (2023). "Mi pensamiento es: «Yo no puedo fallar, porque si yo fallo todo esto cae». Y esto es una carga muy bestia", asegura.
Esta sobrecarga a menudo comporta que el espacio de pareja se olvide, un error peligroso según la psicóloga. "Parece que cuando una pareja tiene hijos el área de pareja no sea importante, y es a la inversa: es lo que sostiene la familia. Si hay una pareja fuerte, puede haber una familia fuerte. Si no, a la larga acaba petando", alerta Pacheco.
Laura siente que existe un desequilibrio histórico y una invisibilidad del trabajo de cuidado. Reivindica que su labor como madre es tan agotadora como su trabajo remunerado y que también merece pausas. "A veces he permitido cosas que quizás no debería permitir, y ahora tengo que poner límites claros: yo también trabajo, hago de madre y necesito tener mis espacios para poder descansar", dice. Para la psicóloga, cuando uno de los miembros de la pareja debe ocuparse de logística sin apoyo, el espacio de pareja y el individual desaparecen, lo que puede comportar irritabilidad o sensación de alejamiento hacia el otro. El tiempo personal de Laura se ve afectado por los turnos de Miquel, depende si quiere salir con las amigas o hacer alguna actividad con familiares: "Al final siempre estoy supeditada a sus horarios; dependiendo de si él trabaja o no trabaja, de si está cansado o no, yo podré hacer de más y de menos".
Precisamente este agotamiento ha sido fuente de discusiones. "Uno viene cansado por el trabajo, el otro por la carga mental, y con el poco tiempo que tienes intentas gestionar cosas que han ido pasando durante las semanas y te las dices de malos modos", reconoce Laura. Discusiones por tonterías y pérdida de sentimiento de equipo son algunos de los problemas que afrontan.
Cuando la gestión familiar se realiza en WhatsApp
Buena parte de esos malentendidos nacen del único canal de comunicación disponible: el móvil. "Un 90% de la comunicación es por WhatsApp, y eso genera muchos malentendidos. Pero es que no tenemos otra forma", explica Laura. Las llamadas en horas de trabajo son a menudo inviables, pero el texto escrito, leído desde el cansancio o la presión laboral, se convierte en fuente de conflictos. La voz queda sustituida por el texto: "Lo único que hago es leerte, ni siquiera escucharte", se dice. Reivindica la llamada de 5 minutos, como una herramienta de conexión emocional más real que el "fredor digital" de los mensajes o emojis de WhatsApp. "Enviarse mensajes forma parte del mantenimiento, de decirle al otro que lo tienes presente, pero para mantener una conexión real es necesario compartir proyectos conjuntos", dice Pacheco, también directora asistencial del Instituto de Psicología y Desarrollo (IPSIDE).
Rituales de resistencia para la pareja
Encontrar este proyecto en común, compartir actividades como pareja es el gran reto. Laura y Miquel, a pesar de intentarlo, no han logrado establecerlo como hábito. "Hemos intentado marcar actividades, como ir a cenar una o dos veces al mes dejando a la niña con los abuelos, pero nunca lo acabamos haciendo". Es una asignatura pendiente que les preocupa y en la que trabajan: "Debemos ser capaces de encontrar algún momento para estar solos y reconectar, darnos un abrazo y decir: «Eh, estoy aquí aunque no nos vemos»". También intentaron dar clases de baile, pero les fue imposible mantenerlas porque con los cambios de turno cada dos semanas no podían mantener la rutina.
Para la psicóloga es importante que la pareja intente mantener la conexión interesándose por las cosas importantes del otro: si tiene una reunión importante o una visita médica, hay que preguntar cómo ha ido. "Hay que ser muy cuidadoso con estos detalles, preguntar, interesarse… Contribuirá a sentir presente al otro ya mantener ese vínculo y esa complicidad", explica Pacheco. Laura tiene claro que priorizar la calidad del tiempo conjunto y tener una comunicación clara y sin reproches puede ayudar a las parejas con horarios girados. "Ya que se ve poco hay que ser muy claros a la hora de explicar las cosas, para que los mensajes sean comprensibles y el otro no se les pueda tomar mal", dice.
Lamenta que a veces no ha sido capaz de avisar cuando estaba saturada y que comentarlo a tiempo puede ayudar a compartir el esfuerzo. Y recomienda aprovechar aunque sea en casa para compartir tiempo conjunto y abrazarse: "El domingo, que es el único momento que estamos los dos, nos abrimos una cerveza o un vino mientras vamos haciendo la cena y vamos hablando y nos abrazamos mucho", explica Laura.
Como concluye Pacheco, lo importante es que este "juego de equilibrios" sea revisable: "Si realmente no compensa, hay que buscar una vía para cambiar de trabajo o de horarios. El estilo de vida no puede ser una renuncia forzada, sino un encaje pactado".